Vista aérea de Zamora, con la Catedral al fondo

Sólo los 22 templos románicos perfectamente conservados hacen de la ciudad castellana y leonesa el epicentro mundial de ese estilo

A poco más de una hora en AVE desde Madrid, cualquier momento del año es bueno para visitar la capital zamorana

Su reconocida Semana Santa no tiene nada que envidiar a las de Málaga o Sevilla

«Zamora enamora«. Es el lema rimado con el que Zamora (vista aérea en la imagen de arriba) se abre hueco en el panorama turístico nacional e internacional.

Zamora, vista de la Catedral desde la otra orilla del río Duero
El río Duero y el puente de Piedra, en Zamora

Zamora acaba de bajar de 60.000 habitantes, un dato preocupante, dentro de una tendencia demográfica a la baja, algo que resulta especialmente incomprensible, teniendo en cuenta las tremendas posibilidades, la belleza y la impresionante acumulación de arte que atesora la capital zamorana, además de la calidad de vida que ofrece.

Iglesia de Santiago del Burgo.

Solo los 22 templos románicos perfectamente conservados que convierten a Zamora en el epicentro mundial de ese estilo merecen una larga visita a la ciudad, sin contar con una nutrida representación de edificios modernistas que, por si sola, también justificarían el desplazamiento.

La semana Santa de Zamora, una de las más imponentes del mundo

Excepcional Semana Santa

La Semana Santa de Zamora (en la imagen de arriba) es internacionalmente valorada como uno de los actos religiosos y sociales multitudinarios más sobrios y espectaculares, al mismo tiempo , y hace que más de un 250.000 personas acuda durante esos días para vivir de forma directa la esencia de la religiosidad popular sin aspavientos, los sonidos del Merlú y el barandales, el olor de la cera ardiente, el rumor quedo de cofrades, cargadores y penitentes y la perfecta combinación del trabajo de algunos de los mejores imagineros del mundo con un escenario real de calles, plazas y monumentos. La Pasión zamorana exigirá, inexcusablemente, un viaje ex profeso que maravillará de forma especial y por contraposición de sensaciones, a quienes sólo conozcan la Semana Santa de Sevilla o Málaga, por ejemplo.

Plaza Mayor de Zamora, puesta de sol.

En tren, en coche y dónde aparcar

Aunque queda a apenas dos horas en coche desde buena parte de Castilla y León, la visita a Zamora resulta especialmente fácil desde Madrid, con un desplazamiento de poco más de una hora en AVE.

Si vienes en coche, puedes dejarlo en el aparcamiento de San Martín, en pleno Casco Antiguo, o en el de la plaza de la Constitución, en este caso, para pasear por la emblemática calle Santa Clara, no sin antes examinar de cerca la iglesia de Santiago del Burgo. Después, caminar en dirección suroeste hacia la Catedral, para examinar la conocida fachada de Las Cariátides, en la plaza de Sagasta, antes de pasar por la Plaza Mayor. Zamora forma parte de la Ruta Europea del Modernismo y puedes descargarte aquí una útil y breve guía de la Zamora Modernista.

El Castillo de Zamora, de noche.
Plaza de Viriato.

¿Qué ver durante un paseo tranquilo?

El paseo lleva hacia el Teatro Ramos Carrión, la calle Balborraz y la plaza de Viriato, donde está la célebre estatua de Eduardo Barrón, el Parador Nacional de Turismo ‘Condes de Alba de Aliste’ y la iglesia de la Encarnación, sede de la Diputación de Zamora.  

El café Aureto no es exactamente un monumento pero seguro que este lugar de encuentro formará parte, tarde o temprano, de un estupendo recuerdo de la ciudad, aunque la humildad de su regente, Aurelio, le impida reconocerlo.

La visita al Museo Etnográfico de Castilla y León, estratégicamente situado al norte de la plaza de Viriato, es muy recomendable. Además de la exposición permanente, el MECyL despliega tal cantidad de posibilidades que resulta difícil decidirse.

La Catedral (en las dos imágenes de arriba) y el Castillo esperan. Por la Rúa de los Francos, hay que detenerse en la iglesia de la Magdalena y en la Rúa de los Notarios. En medio, cruza con la Cuesta del Mercadillo, puede que la calle más bonita de Zamora.

Al llegar a la plaza de la Catedral, el visitante enmudece ante la belleza de esa cúpula gallonada con halo bizantino y la torre del Salvador, que se han convertido en santo y seña de la ciudad, con el permiso del Castillo, fortificación de planta romboidal que hunde sus raíces en el siglo XI y que, tras la intervención terminada en 2009, recuperó un aspecto que cualquier director de cine histórico medieval anhelaría. La excavación de la liza, que permitió dejar al aire otros seis metros de lienzo, realzó al máximo el Castillo, que cuenta con un foso prácticamente intacto.

Edificios en una calle central de Zamora.
Calle peatonal de Santa Clara, que une la Plaza Mayor y el parque de La Marina.

Además, se puede echar un vistazo a la sede del Consejo Consultivo de Castilla y León y del Tribunal Administrativo de Recursos Contractuales, un edificio cuyo diseño, de Campo Baeza, ha sido internacionalmente reconocido y premiado.

Baltasar Lobo ocupa un lugar destacado en el panorama artístico internacional del siglo XX y esta zona de la capital zamorana rinde al escultor de Cerecinos de Campos una pequeña parte del culto que merece. Solo en el Castillo, hay disponible todo un viaje por su singular forma de entender el arte.

Antes de volver hacia el centro de la ciudad, pasando junto a la pequeña iglesia de San Isidoro (en la imagen de arriba) eclipsada por la proximidad de la Catedral, merece la pena mantener una pequeña discusión sobre el Portillo de la Lealtad, antes denominado ‘Puerta de la Traición’. Si alguien del grupo sabe declamar, es un buen momento para leer en voz alta unos pasajes del Cerco de Zamora e ir a comer diciendo ‘¡Rey Don Sancho! ¡Rey Don Sancho!’

Por el camino de vuelta, un leve desvío por la calle Quebrantahuesos para ver la iglesia de San Vicente y el Teatro Principal de Zamora, que puede presumir de estar construido sobre un auténtico corral de comedias del siglo XVI.

A medida que se avanza, queda más patente que los secretos y rincones de una ciudad pequeña y acogedora como Zamora son imposibles de desentrañar, no ya en un día, sino en un año. 

Surtida oferta de pinchos

Por lo que se refiere a los pinchos, la oferta es enorme. Los establecimientos hosteleros zamoranos figuran entre los mejores de España en este apartado y poca gente habrá que pueda discutirlo. La calidad, el sabor y el precio son, simplemente, increíbles. Altamente recomendable, la zona de tapas cercana a Santa Clara, hacia las calles Alfonso de Castro y las Flores de San Torcuato. No puedes irte de Zamora sin probar las patatas mixtas y los chipirones de El Caballero, los pinchos morunos del Lobo, los callos del Tupinamba… El pulpo (en la imagen de arriba), que ofrecen numerosos bares y restaurantes…

Pero la cocina zamorana es de amplio sabor y de productos autóctonos. La enogastronomía de la ciudad es uno de sus principales atractivos y, por eso, te animamos a probar también el arroz a la zamorana (en la imagen de arriba) el chorizo zamorano, los garbanzos de Fuentesaúco... acompañados por vinos de alguna de Denominación de Origen. Los vinos de Toro son referencia mundial y desde hace poco tiempo se ha sumado la Ruta por los vinos de Zamora.

Calle Balboraz, en el casco antiguo de Zamora.

Para comer, con mantel y sobremesa, la oferta también es magnífica. Tienes a cinco minutos La Baraka, donde Chema, Javier y Miguel te servirán bacalao, solomillo de ternera, mollejas a la plancha, lechazo y sus ‘barakas’, unas deliciosas croquetas de bacalao. El restaurante París ofrece una amplia selección de platos basada en productos de la tierra, desde ternera de Aliste hasta lechazo, y también tienes cerca el Libertén, restaurante premiado en varias ocasiones por la gran calidad de su cocina.

¿Dónde comer?

La oferta de bares de tapas va mucho más allá del centro. Por ejemplo, si tienes pensado coger la autovía para ir hacia Benavente, al pasar por el barrio de San José Obrero, acércate al bar La Tabla, en la plaza de Villardeciervos. Miguel abre muy pronto y tiene unos pinchos estupendos. La tortilla de patata, los pinchos morunos y los bocadillos de chorizo criollo, lomo y pechuga de pollo son su especialidad.

Por cierto, cuando haya que escribir sobre las tortillas de patata de Zamora, la de La Tabla entrará en el top 10, junto con la de Víctor Gallego 21, donde Ito también sabe lucir la calidad y ofrece una afable charla que invita a quedarse.

La mayoría de los establecimientos dan opción de comida para llevar y las márgenes del río Duero y el bosque de Valorio son entornos perfecto para, comer, pasear y tomar un respiro.

Por JUANMA DE SAÁ

viajarymuchomas.com