Los Cuatro Postes, lugar excepcional para contemplar una vista general de la ciudad de Ávila

Tras el recinto amurallado medieval, el mejor conservado de Europa, se resguarda una ciudad Patrimonio de la Humanidad y atalaya de España, por algo es la capital más elevada del país

Cristiana, judía, árabe… “ciudad de cantos y santos”, de caballeros, de reyes, de leales. Hablar de Ávila es hacerlo de su mundialmente conocida muralla, pero tras ese recinto amurallado medieval -el mejor conservado de toda Europa- se resguarda una Ciudad Patrimonio de la Humanidad desde 1985 (y por partida doble) y atalaya de España, por algo es la capital de provincia más elevada del país.

Salpicada de plazas recoletas, callejuelas enjutas, de palacios renacentistas, de casonas nobles, de iglesias criadas en el románico, de monasterios y conventos con historia e historias, la ciudad de Ávila puede presumir incluso de contar con la primera catedral gótica de España.

Una turista observa el centro de la ciudad de Ávila.

El rumor de sus piedras cautiva. Y si no que se lo pregunten al mismísimo Orson Welles cuando rodó en 1965 la mítica ‘Campanadas a medianoche’. Y con ese rumor comienza nuestra visita sin prisa por sus serpenteantes calles. Por delante, 48 horas para recorrer los 15 lugares imprescindibles que hemos señalado en nuestra particular guía de viajes. A pie y en trenecito para conocer el Ávila extramuros. Solo por la iluminación de la ciudad, merece hacer noche; y también disfrutar de la ‘triada’ de la gastronomía abulense: judías del Barco de Ávila, chuletón de Ávila y, cómo no, sus patatas revolconas, endulzadas con las famosas yemas de Santa Teresa.

Lo que vas a ver en este artículo:

Guía de Ávila para no perderte los imprescindibles

Se trata de una visita fácil y cómoda, a una hora y media en tren o en coche desde Madrid. Un consejo: si es la primera vez que viajas a Ávila, es muy recomendable contratar una visita guiada por la ciudad. Es la fórmula perfecta para no perderse los imprescindibles de Ávila. No te dejes engañar por sus pequeñas dimensiones. Su patrimonio cultural e histórico es tan extenso que en un solo día no da tiempo a sentir que conoces la ciudad. La visita puedes hacerla caminando y adentrarte en el Ávila extramuros en un tranvía turístico (6 euros) e incluso en tuk tuk (7 euros).

Comenzamos. Te mostramos qué ver en Ávila en un fin de semana; un recorrido por los 15 lugares más emblemáticos de la ciudad. De día y de noche.

Vista de la Muralla de la ciudad.

15 monumentos imprescindibles en Ávila

Con esta lista que hemos elaborado, siguiendo el mismo itinerario que nosotros realizamos, conocerás los mejores lugares que ver en Ávila; una ciudad que tiene raíces vetonas y que fue fundada en el siglo XI cuando el rey Alfonso VI encargó a su hija Urraca y a su yerno Raimundo de Borgoña la tarea de repoblar esa ‘tierra de nadie’ de personas procedentes del norte para proteger los territorios castellanos contra los musulmanes. Comenzó entonces un rápido progreso de la ciudad. De esa época datan sus dos grandes exponentes: la muralla y la catedral. Estamos seguros de que la visita superará todas tus expectativas. ¿Iniciamos la ruta?

La ciudad amurallada de Ávila sorprende al viajero por su espectacular patrimonio.

1. La Muralla de Ávila, de puertas adentro

La muralla es sin duda el emblema de Ávila. Imposible no quedarse admirado por la belleza de este rectángulo amurallado de 2.500 metros de perímetro, con nueve puertas, 87 torres semicirculares y numeradas (dispuestas cada veinte metros), 2.500 almenas y merlones. La torre número 1 es el Cimorro (el morro de la ciudad). Sobresale de la muralla y es la más fortificada y la más llamativa. No en vano, esconde tras sus muros el gran ábside de la catedral.

Esta muralla tomó ‘prestadas’ piedras procedentes de la necrópolis altoimperial ubicada a la altura del Parque de San Vicente. Busca allí, entre las piedras de la base, esas lápidas funerarias reutilizadas. Verás una incluso en la que puede leerse la inscripción: ´Tu mujer y tu hijo te desean que la tierra te sea leve’.

La Muralla y la Catedral de Ávila, dos iconos de la ciudad.

Como dato curioso, ha llegado hasta nuestros días, gracias a que no triunfó a finales del siglo XIX la intención de algunos intelectuales de demolerla para permitir el desarrollo urbano de la ciudad. La salvó, la falta de recursos económicos. ¡Menudos visionarios!

La defensa se adapta como un guante a la topografía del terreno. Así, el tramo más robusto y grandioso es el Lienzo Este, que alcanza los tres metros de espesor y los 20 metros de altura. Por él comenzó su construcción, por aquello de que era la zona más llana y, por tanto, la más vulnerable a los ataques. En el Lienzo Sur, en cambio, la muralla se encuentra cimentada sobre la roca y es más baja.

Si espectacular es recorrerla por fuera, imprescindible resulta pisarla por su paseo de ronda, entre torreón y torreón. 1,7 kilómetros de su trazado son visitables. Puedes acceder por la Casa de las Carnicerías, la Puerta del Alcázar, el Arco del Carmen y la Puerta del Puente Adaja. Cuesta cinco euros por persona y abre a las 10.00 horas. Cierra, en función de la época del año (en invierno a las 18.30 horas; y en los meses de verano se extiende hasta las 23 horas). Se puede subir en ascensor y hay un tramo accesible.

2. Las nueve puertas de la muralla de Ávila

¿Sabes cuántas puertas se abren en la muralla medieval de Ávila? Son nueve. Todas ellas muy distintas, pero todas de gran belleza. No hay que pasar por alto, al menos cinco de ellas.

Empezamos por la Puerta del Alcázar, la más imponente y monumental, ‘custodiada’ por una escultura de Santa Teresa de Jesús, erigida en 1982 con motivo de la visita del Papa Juan Pablo II. Si nos ponemos frente a ella, hacia la derecha encontramos la Puerta de Carnicerías, que se abre entre los dos únicos palacios que quedan adosados a la muralla por la parte exterior (el resto se demolió para dar más realce a la muralla). Llegamos a la Puerta de San Vicente, la segunda más fuerte del recinto amurallado. Proseguimos hacia el lienzo norte para encontrar la más emblemática y sin duda la más buscada por los visitantes: la Puerta del Carmen. La vista de la muralla, sobre una zona ajardinada, es desde allí espectacular. Y terminamos en la Puerta del Rastro, en cuyo balcón se desarrolló la leyenda del Malqueospese. El romeo y julieta abulenses.

Puerta del Alcázar.
Puerta del Carmen.

Y ¿sabías que frente a cada una de esas nueve puertas hay una iglesia románica? No falla. Tiene una explicación. Alrededor de cada iglesia se formaba un barrio. En caso de ataque del enemigo, los vecinos de cada barrio se introducían por su puerta dentro de la muralla para buscar protección. Y algunas son Patrimonio de la Humanidad.

3. Iglesia de San Pedro

Nosotros encontramos ‘protección’ en la Iglesia de San Pedro, declarada Patrimonio de la Humanidad, que preside la Plaza del Mercado Grande.  Se trata de una iglesia fiel ejemplo del románico abulense. Ante su fachada juraron los Reyes Católicos y Carlos I acatar los fueros de Castilla. Destaca el rosetón cisterciense de su portada principal.

Atravesamos la Puerta del Alcázar y nos topamos con una escultura a tamaño real del ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez, abulense (de Cebreros) que está enterrado junto a su mujer en el claustro de la catedral. Continuamos por la recoleta calle Cruz Vieja, y alzamos la vista hacia unos medallones en granito que hablan de una leyenda de damas, pintores y caballeros de ‘familia bien’ un tanto celosos.

Catedral de Ávila.

4. Catedral de Ávila-la fortaleza

Y llegamos ante la Catedral para contemplar la primera seo gótica de España. Vista desde fuera de la muralla, surge una duda. ¿Es un castillo? ¿Es una catedral? La respuesta es sencilla: es una catedral-fortaleza, con sus almenas, sus matacanes y con un torreón (el cimorro) que robusto abraza el ábside de la catedral. Se empezó a construir al mismo tiempo que la muralla, hacia el año 1170 y se tardó más de 300 años en concluir. De ahí que comenzara en estilo románico y fuera rematada en estilo gótico. El resultado final: un templo de 28 metros de altura en la nave central.

Interior de la Catedral de Ávila.

Entre sus muros se han vivido momentos históricos. Allí nombraron a Isabel la Católica princesa de Asturias (reina la nombraron en Segovia). Allí, en la sacristía de la catedral, se reunió en el verano de 1520 la junta de los comuneros que redactó la Ley Perpetua, dicen que el precedente constitucional hispánico.

La catedral es sobria, con una única torre, y no hace presagiar el magnífico interior. Antes de dar el paso a entrar por la Puerta Occidental, un consejo. Que no te intimiden las figuras de Gog y Magog, esos dos salvajes que custodian y protegen la entrada al recinto sagrado.

Trascoro renacentista de la Catedral de Ávila.

Al sortear la puerta, tras pagar 8 euros, los ojos se detienen en el trascoro renacentista, en cuyo centro se representa, entre otros pasajes, la Adoración de los Reyes, donde sobresale la figura del rey mago negro sobre la piedra blanca. Hay otro elemento que hace de la catedral un lugar muy especial, y es ese color rojizo de los muros que sostienen la cabecera y la girola. La razón es la piedra arenisca ferruginosa que le da un aspecto ‘sangrante’.

Cimorro de la Catedral de Ávila.

Si imponente es el retablo iniciado por el pintor palentino Pedro Berruguete en 1499, da la vuelta tras el altar y párate a ver el sepulcro del Tostado, quien se dice que llegó a escribir 60.000 pliegos a lo largo de su vida.

No puedes irte de la catedral sin recorrer su claustro y sin reparar en la tumba en la que reposa, bajo el epitafio ‘La concordia fue posible’, el que fue el primer presidente de España de la democracia, el abulense Adolfo Suárez y su mujer.

Vista nocturna de la Basílica de San Vicente.

5. Basílica de San Vicente

La Basílica de San Vicente, justo enfrente de la Puerta de San Vicente, compite con la Catedral en belleza e interés. Iniciada en el siglo XII, es un ejemplo único del románico hispano, con finalización gótica. Una joya que deslumbra por fuera, con su portada y sus diez apóstoles de tamaño natural, sus dos torres, su pórtico o su cimborrio.

Detalle del interior de la Basílica de San Vicente.

Y por dentro, no solo por sus cuidadas proporciones, su triple ábside de gran altura, sino por contener un cenotafio (monumento funerario que no contiene el cadáver del personaje a quien se dedica) de estilo románico, perfectamente policromado que cuenta, como si se tratara de un cómic, la historia de los tres hermanos mártires (Vicente, Sabina y Cristeta). Se trataba, además, de una de las tres iglesias juraderas que había en la Corona de Castilla, junto con San Isidoro de León y la iglesia de Santa Gadea de Burgos. Aún admirados por su belleza, bajamos a la cripta, donde se encuentra la imagen de la virgen de la Soterraña (S.XV), venerada por Santa Teresa de Jesús.

Palacio de los Águila.

6. Ávila palaciega: el Palacio de los Águila

Un centenar de palacios llegó a albergar Ávila en el siglo de oro de la ciudad: el siglo XVI. Por algo Azorín escribió: “Ávila es, entre todas las ciudades españolas, la más del XVI”. Era el boom de la industria textil lanar y las ovejas que pasaban por la cañada real, el motor económico. Quedan en pie una treintena, y solo uno está en manos privadas (el Palacio de los Dávila).

Si hay una calle en la ciudad que alberga un gran número de palacios esta es la calle López Núñez. Está el Palacio de los Verdugo (sede de Ciudades Patrimonio de la Humanidad). Lo reconoceréis por la escultura zoomorfa vetona que acompaña a la entrada. Muy recomendable resulta tomar algo en la terraza del Palacio de los Sofraga, hoy hotel, antes de contemplar la fachada del Palacio de los Águila.

Pese a ser un palacio sobrio de estilo renacentista, apuntadlo para el futuro porque está en proceso de restauración para convertirse en una extensión del Museo del Prado de Madrid. Su última inquilina, María Luisa Narváez, una aristócrata antifranquista, lo cedió al Estado para que acogiera un museo.

Plaza del Mercado Chico. Al fondo, la fachada del Ayuntamiento de Ávila.

7. Plaza del Mercado Chico y el Ayuntamiento

Y poco a poco nos vamos acercando a la Plaza del Mercado Chico, el corazón más íntimo y a la vez más bullicioso de la ciudad amurallada. Se llama así porque los Reyes Católicos establecieron que en Ávila tenía que haber mercado todos los viernes de sol a sol. Y así sigue siendo. Constituía, junto a la basílica de San Vicente, el centro neurálgico de la ciudad. Y así sigue siendo. No perderse la oportunidad de tapear en los bares ubicados en las calles laterales; de lo mejorcito de la ciudad.

Esta plaza castellana rectangular, con soportales en tres de sus lados, acoge en un extremo el ayuntamiento de estilo Isabelino y enfrente la iglesia de San Juan Bautista, de origen románico, que conserva la pila en la que fue bautizada Santa Teresa de Jesús en 1515. En su atrio se reunía el consejo abulense antaño.

Como curiosidad, en la posada del número 5 del Mercado Chico convivieron los hermanos Bécquer en el invierno de 1867-1868.

Palacio de los Polentinos.

8. Palacio de los Polentinos

Tomamos la calle Vallespín en busca del Palacio de los Polentinos, por ser una de las construcciones más sobresalientes de Ávila del siglo XVI. Destaca su portada plateresca, decorada con motivos militares, coronas, palmas griegas, y su patio renacentista. Hoy alberga la Academia Militar de Intendencia y un completo y didáctico Museo de la Intendencia. La visita es gratuita.

Torreón de los Guzmanes.

9. Torreón de los Guzmanes y los vetones

Callejeando llegamos a la Plaza Corral de las Campanas, donde nos recibe una gran escultura en bronce de San Juan de la Cruz, nacido en Ávila y confesor de Santa Teresa de Jesús, en una actitud de oración, con las palmas de las manos juntas sosteniendo una cruz.

Te llamará la atención ese torreón esquinado. Es el Torreón de los Guzmanes, actual sede de la Diputación de Ávila, pero también un interesante y bien documentado Centro de Interpretación de la Cultura Vettón, que forma parte de las raíces de la ciudad y de la provincia. Está en las antiguas caballerizas.

A su lado, el Palacio de Los Superunda de estilo renacentista, que alberga la colección del pintor italiano Guido Caprotti y dos pinturas de Joaquín Sorolla. Se cuenta que el pintor se enamoró de Ávila por casualidad cuando una fuerte nevada impidió a los pasajeros que hacían la ruta Madrid-París continuar el recorrido y recalaron temporalmente en Ávila.

Convento de Santa Teresa.
Las referencias a Santa Teresa de Jesús son una constante en la ciudad.

10.  Iglesia y convento de Santa Teresa de Jesús

Aunque todos los caminos llevan en Ávila hasta San Teresa de Jesús, escritora cumbre de la literatura del Siglo de Oro español y de la mística cristiana y fundadora de la orden de las Carmelitas Descalzas, hay un lugar imprescindible:  el convento que lleva su nombre; edificado sobre los restos de la vivienda que la vio nacer el 28 de marzo de 1515.

La entrada al museo, que cuesta 3 euros, se encuentra en la cripta de la iglesia y del convento. Allí es posible evocar su infancia, con el jardín donde jugaba, o su madurez espiritual, al contemplar la reproducción de la celda de San José donde la santa escribió buena parte de su obra. Hay una ruta específica sobre Santa Teresa, pero no nos dio tiempo. Una lástima.

En la misma plaza pudimos contemplar el Palacio de Núñez Vela, de estilo renacentista. Y ¿quién fue Núñez Vela? Fue el primer virrey de Perú en 1541. Por aquel entonces Bolivia, y sus minas de Potosí, estaban bajo dominio peruano, por lo que no es de extrañar que la riqueza de este abulense fuera muy superior incluso a la de Carlos V. Hoy es la Audiencia Provincial.

Palacio de los Dávila.

11. Palacio de los Dávila (el único privado)

Solo uno de los palacios de Ávila está en manos privadas. Es el Palacio de los Dávila, del siglo XIII. El resto o bien se han reconvertido en hoteles o restaurantes o tiene fines administrativos. Adosado a la muralla, representa el mejor ejemplo de palacio medieval fortificado. Observa sus matacanes y merlones de la fachada. Pero, sobre todo, fíjate en la ventana renacentista. Tiene su historia.

Cuenta la leyenda que Pedro Dávila quiso abrir una pequeña puerta en la muralla para tener acceso al exterior. Sus intentos fueron baldíos por muy amigo de los reyes que fuera. Harto de las negativas, decidió mandar abrir esa ventana en la que puede leerse ‘Donde una puerta se cierra, otra se abre’. Ahora, sal por la puerta del Rastro (la última que se abrió en la muralla) y te sorprenderá la galería-mirador abierta en la muralla. Y más si conoces la leyenda de Malqueospese. Y prosigue por el apacible Paseo del Rastro y no dejes de buscar aquella poterna que tanto deseó abrir Pedro Dávila. Una pista: está tapiada.

¡Ah! No olvides ver en esa plaza Pedro Dávila el edificio en el que vivió el director de la película ‘Ciudadano Kane’ cuando rodó en Ávila en 1965 ‘Campanadas a medianoche’. Llegó a decir que sentía “algo muy especial por Ávila”, y así lo recoge una placa conmemorativa.

El patrimonio arquitectónico de Ávila es uno de los mejores conservados de España.

12. Ávila extramuros y sus iglesias románicas

Una visita a Ávila carece de sentido sin subir a esa muralla medieval. Desde lo alto del paseo de ronda, a modo de mirador panorámico, se divisa el horizonte lleno de campos castellanos y más de un rincón inesperado. Y es que fuera de ese imponente cinturón de piedra, se observa que Ávila está llena de iglesias, conventos y monasterios hasta fuera de sus muros. Sal por cualquiera de las nueve puertas y buscad esa iglesia románica enfrente: San Vicente, San Pedro, Santo Tomé el Viejo, la ermita de San Segundo, iglesia de San Andrés, de San Nicolás, de San Esteban, Iglesia de Santiago, Iglesia de Santa María de la Cabeza.

Merece la pena, y mucho, salir del perímetro, descender por las laderas de hierba donde descansa la muralla y descubrir el Ávila extramuros Patrimonio de la Humanidad, con su río Adaja y sus antiguas tenerías. Nosotros lo dejamos para el segundo día de nuestra visita.

Monasterio de la Encarnación.

13. Monasterio de la Encarnación

A unos diez minutos a pie desde la Puerta del Carmen se levanta el Monasterio de la Encarnación, de estilo renacentista. Es uno de los lugares esenciales de la vida de Santa Teresa de Jesús. No en vano, allí permaneció casi ininterrumpida desde 1535, primero como monja y después como priora, hasta 1574, y de él partió para llevar a cabo la reforma carmelitana.

Cuando ingresó, le llamó poderosamente la atención las diferencias sociales tan acusadas que existían entre las monjas (las pobres servían a las ricas), y quiso recuperar la vida conventual primitiva, sin riquezas, solo dedicadas a Dios, y que todas las monjas y monjes aprendieran a leer, algo prohibido para las mujeres de la época.

Se conserva la celda de Santa Teresa. Destaca el claustro y patio central, así como un museo teresiano, que conserva testimonios históricos de Santa Teresa y piezas de arte como, tallas o pinturas y un dibujo realizado por Juan de la Cruz que representa a Cristo en la Cruz.

14. Real Monasterio de Santo Tomás

También a 10 minutos andando, pero en dirección sur este (saliendo por la puerta del Alcázar) se encuentra el Real Monasterio de Santo Tomás, de estilo gótico español, con una inmensa portada y un gran rosetón. Fue residencia real veraniega y sede inquisitorial. Se construyó en época de los Reyes Católicos y allí está enterrado, vestido de guerrero, su único hijo varón, el infante don Juan.

La visita te reserva un paseo por tres claustros -el del Noviciado, del silencio y el gran claustro de los reyes (de época de Carlos V)-, la iglesia y hasta dos museos: el Oriental y el de Historia Natural.

La obra más importante que conserva la iglesia, además del sepulcro, es el retablo mayor, realizado por el pintor palentino Pedro Berruguete. Pero también es digno de admirar el coro de estilo gótico flamígero y el Cristo de Santa Teresa, en una de las capillas.

En los dos meses de verano el horario se extiende de 10.30 a 21.00 horas y tiene un precio de 4 euros.

Los Cuatro Postes, lugar excepcional para contemplar una vista general de la ciudad de Ávila
Mirador de los Cuatro Postes.

15. Mirador de los Cuatro Postes

Dejamos para el final, el mirador de los miradores. Si quieres que se quede grabada en tu retina la imagen de las murallas de Ávila, lo mejor es dirigirte al mirador de los Cuatro Postes (si es al atardecer mejor que mejor para ver la ciudad iluminada). Desde el Humilladero, consistente en cuatro monolíticas columnas dóricas de cinco metros de altura y unidas por un arquitrabe, se divisa una gran parte del prodigioso recinto amurallado y se dibuja el auténtico skyline de Ávila.

Se encuentra en la margen izquierda del río Adaja. Se construyó en 1566, aunque hay autores que defienden que se levantó donde en época romana se erigiría un pequeño templo. La leyenda los sitúa en el punto en que Francisco de Cepeda, tío de Teresa de Jesús, encontró a la santa y a su hermano Rodrigo cuando estos huyeron para evangelizar a infieles. Allí también es donde la santa se quitó las sandalias y dijo: “De Ávila, ni el polvo” cuando se marchaba de la ciudad por las divergencias a la hora de entender la religiosidad.

Pero también hay otra leyenda que habla de una romería de los vecinos de Ávila en 1157 para agradecer el fin de la epidemia de peste. Tanto éxito tuvo, que la ciudad quedó desierta, momento que fue aprovechado por los musulmanes para asaltarla y huir con el botín.

Patatas revolconas de Ávila.
Chuletón de Ávila.

Qué comer en Ávila, rico, rico

De leyendas está bien nutrida la ciudad de Ávila, pero también de gastronomía famosa y suculenta. Varios son sus platos estrella, como el chuletón de Ávila, las patatas revolconas, la sopa castellana, los judiones del Barco y como dulce, las deliciosas yemas de Santa Teresa.

Ávila ofrece alojamientos que te llevan a otra época.

Dónde comer en Ávila

Nuestros restaurantes favoritos son Los Candiles, el Tostado y el Bococo, pero hay tantos buenos lugares para comer en una ciudad tan turística como Ávila. Y para disfrutar de una preciosa terraza y tomar algo: la terraza del Palacio de Sofraga, abrigado por la puerta de San Vicente.

El Almacén, junto al puente Adaja, es otro restaurante de la ciudad que merece la pena, y no sólo por su comida, sino por su excepcional carta de vinos. Barro, cuyo chef tiene 23 años, también es otro establecimiento en proyección estratosférica.

Por cierto, la tapa siempre acompaña a la bebida en la ciudad de Ávila; o sea, que es gratis. Es muy típico recorrer los bares y comer o cenar de tapas. Para ello, te proponemos el eje que forman el Mercado Grande y el Mercado Chico.

Dónde dormir en Ávila

No son pocos los hoteles que han encontrado acomodo de un palacio de Ávila. Están en la misma plaza de la Catedral los hoteles del Palacio de Valdenarros y el Palacio de los Velada. Y si eres un amante de los paradores, tienes que saber que la ciudad cuenta con uno situado en el antiguo Palacio de Piedras Albas.

Si prefieres una opción más económica puedes optar por algo más modesto, pero igualmente céntrico, en el Hostal el Rincón, el Hostal Puerta del Alcázar (el primero que se abrió en Ávila) o el Arco de San Vicente. 

Parador de Ávila.
Vista exterior de Ávila.

Otros puntos que ver en Ávila

Otros puntos que visitar en Ávila antes de marcharte a recorrer la provincia es la Iglesia de Santo Tomé el Viejo. La descubrirás por un berraco en la puerta. Esta iglesia románica, ahora sin culto, pasó a manos privadas tras la desamortización de Mendizábal y fue garaje y surtidor de gasolina hasta 1960. En la actualidad funciona como almacén de elementos arqueológicos en piedra. Podrás ver inscripciones de las tres religiones y un gran mosaico romano. La entrada es gratuita.

También sobresale, por su singularidad, la capilla de Mosén Rubí y sus originales, casi esotéricos, escudos, o la iglesia de San Vicente, muy cerca ya de la Puerta del Adaja, construida a mediados del S.XII y que es la única iglesia románica que se conserva intramuros.

Casa de Orson Welles en Ávila.

Mapa de Ávila: ruta a pie para visitar la ciudad en 24 horas

1. Plaza del Mercado El Grande (Iglesia de San Pedro)

2. Muralla de Ávila (Puerta del Alcázar)

3. Catedral de Ávila-la fortaleza

4. Basílica de San Vicente

5. Palacio de los Águila (calle de los Palacios)

6. Puerta del Mariscal

7. Capilla de Mosén Rubí

8. Plaza del Mercado Chico y el Ayuntamiento

9. Torreón de los Guzmanes, Palacio Superunda y Monumento a San Juan de la Cruz

10. Museo de Santa Teresa de Jesús y Puerta de Santa Teresa

11. Palacio de los Dávila

12. Puerta del Rastro

13. Paseo del Rastro hasta el Mirador de Ávila

Como verás, el mejor consejo es que visites Ávila sin prisa. Piérdete por su judería, callejea entre sus iglesias y sus monasterios, saborea sus rincones. Estamos convencidos de que la ciudad no te defraudará.

Por Mar Peláez

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