Pavo real en el Campo Grande de Valladolid

Y tú, ¿cuál de ellos eliges para descansar entre acto festivo y concierto?

Cada ciudadano toca a más de 18 metros cuadrados de zona verde en la capital pucelana

Valladolid celebra hasta el 10 de septiembre sus fiestas grandes en honor a la Virgen de San Lorenzo. El programa festivo es intenso, con un centenar de actividades cada día de media. Casi nada. Y aunque el clima ha dado una importante tregua a las semanas precedentes de sofocos por las olas de calor y, por tanto, la búsqueda donde resguarecerse del sol ya no es primordial, la ciudad ofrece espacios para poder relajarse en medio de la naturaleza. Por ello, desde Viajar y Mucho Más te proponemos 9 parques para ‘cobijarte’ del ajetreo y descansar al aire libre entre acto festivo y concierto.

Los árboles, no olvides, son los pulmones del planeta. Purifican el aire y contribuyen a regular el clima. Su impacto sobre el medio ambiente y la salud de las personas es incalculable.

Más de 18 metros cuadrados de zona verde por habitante

Cada vallisoletano toca a más de 18 metros cuadrados de zona verde. La ciudad, que cuenta con 5.658.279 metros cuadrados -en un conjunto de 2.090 hectáreas de zonas ajardinadas y forestales-, no solo cumple la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sino que la supera con creces, entre 3 y 8 metros cuadrados más por habitante de lo mínimo exigido.

Ahora que las temperaturas comienzan su escalada, parece un momento idóneo para programar actividades al aire libre en alguno de esos pulmones verdes de Valladolid.

La oferta es amplia. Una buena parte se encuentra bordeando barrios, como la Ribera de Castilla, Canterac, el Cerro de las Contiendas, Fuente el Sol, el Jardín Botánico… Otros más alejados del centro, tales como el Pinar de Antequera o el PRAE, pero también los hay en el corazón de la ciudad, compitiendo con edificios, monumentos y piedras históricas. Hablamos del Campo Grande, la Rosaleda o las Moreras.

1 Pinar de Antequera

Y si de pulmones hablamos el primer puesto se lo lleva sin duda el Pinar de Antequera, declarado en 1859 monte público por el entonces Ministerio de Fomento. Son mil hectáreas de monte repleto de pinos piñoneros que se abren al sur de la ciudad (a 3,5 kilómetros del centro) hasta el vallisoletano barrio de Puente Duero.

Antaño sirvió de esparcimiento para familias enteras, alrededor de una merienda con tortilla de patata incluida. ¿Qué vallisoletano no pasó alguna tarde de sábado cuando era niño correteando entre los pinos y tratando de subirse por sus troncos?

Hoy su uso ha variado. Es más lugar de paseo, de ‘runners‘, de tardes de bicicleta… en solitario, con amigos o familiares. Unido mediante un carril bici con la ciudad, el pinar está acondicionado con merenderos, barbacoas, pistas deportivas, juegos infantiles y marcadas rutas, a elegir entre los paseantes.

Incluso no es difícil toparse con pájaros carpinteros, palomas torcaces, ardillas, conejos y, sin hay suerte, hasta con algún zorro. Y todo en un parque (bosque) urbano.

2 Cerro de las Contiendas

De sur a oeste. Nos encontramos con el parque forestal del Cerro de las Contiendas, inaugurado como parque oficialmente en marzo de 2012. Es otro gran pulmón de Valladolid y se encuentra en uno de los cerros de la parte derecha del río Pisuerga, entre la ciudad y el municipio de Zaratán.

Con sus 66 hectáreas de extensión y un desnivel máximo de 50 metros, es un lugar idóneo para hacer picnic, pasear con los niños, sentarse a contemplar las vistas de la ciudad, caminar, correr o montar en bicicleta. Tiene más de 7,5 kilómetros de senderos cicloturistas, mobiliario gimnástico, zonas recreativas, pistas de fútbol y parques infantiles, e incluso una zona para volar cometas, mientras se contemplan orquídeas en primavera y setas en otoño.

Liebres, comadrejas, zorros y aves, como los mochuelos, bien podrían ser tus compañeros de paseo.

3 El Parque Ambiental del PRAE

A las afueras de la ciudad, por la Cañada Real, junto al Centro de Recuperación de Animales Silvestres y el Real Club de Hípica, nos encontramos con el Parque Ambiental del PRAE. Es un jardín de cuatro hectáreas de extensión donde además de disfrutar de una actividad al aire libre se puede aprender y sensibilizarse con la importancia de conservar el medio ambiente, el desarrollo sostenible y la utilización de las energías renovables.

El parque ofrece un recorrido didáctico, alrededor de una gran laguna central naturalizada, por las distintas especies y ambientes naturales que podemos encontrar en Castilla y León. El agua y el reciclaje son sus grandes protagonistas.

Resulta una visita imprescindible con niños, y no tan niños, porque no solo quemarán energía, sino que experimentarán con la naturaleza. Es un aula al aire libre.

Pavo real en Campo Grande. Fotografía: M. Chacón (ICAL).

4 Campo Grande

Pero si hay un parque que está en el ADN de la ciudad ese es el Campo Grande (también en la imagen principal) por historia y por sentimiento de sus vecinos. Ayer Campo de la Verdad, Campo de Marte o Campo de la Feria. Hoy Campo Grande: el ‘Central Park’ vallisoletano.

En pleno centro surge un auténtico oasis que atrae a vallisoletanos y turistas, y que ya desde la Edad Media fue escenario de duelos, ejecuciones de la inquisición, o incluso del pase de revista de Napoleón a sus tropas en enero de 1809.

Constituido en el siglo XVI como una de las principales entradas a la ciudad, empieza a ser una zona arbolada en el siglo XVIII cuando bajo el mandato de Carlos III se plantan cerca de 1.800 olmos. Pero no sería hasta la llegada de Miguel Íscar a la Alcaldía de la ciudad en 1877 cuando el parque comenzó a ser un jardín más parecido al que hoy conocemos.

En ese triángulo arbolado de 115.000 metros cuadrados conviven aproximadamente 90 especies diferentes de árboles y arbustos, y más de 30 especies de aves, donde los pavos reales, los patos y las simpáticas ardillas se llevan los honores.

Es un parque paseable solo por las zonas habilitadas. Prohibido salirse de esos caminos. Lo ideal es transitar por esos paseos que conducen hacia una cascada y a una gruta, decorada con estalactitas naturales, donde los más mayores incluso pudieron tomarse un refresco. O indagar en quiénes eran esos personajes ilustres de la ciudad que hoy tienen una escultura conmemorativa, como Miguel Íscar, Rosa Chacel, Leopoldo Cano…, al mismo tiempo que se contemplan las fuentes monumentales de la Fama y del Cisne, o se toma algo en la Pérgola.

Si se va con niños es muy recomendable dejarse llevar por las historias e historietas del barquero del Campo Grande en su paseo por el lago, después de dejarles jugar a piratas sobre el barco de madera o ver cómo se deslizan por los altos toboganes.

5 Rosaleda

La Rosaleda de Francisco Sabadell es uno de los jardines más antiguos de Valladolid. Su creación data de 1945.

Paralelo al río Pisuerga, desde el puente del Poniente al puente de Isabel la Católica, este jardín de más de 35.000 metros cuadrados es una explosión de color y de aroma cuando en primavera brotan sus rosas. Un estallido para los sentidos. No en vano, la ciudad presume de contar con todas las variedades de rosas españolas existentes.

Aún con el olor a rosas, el espacio invita a caminar a través de cuatro pérgolas, arcos de hierro y una entrada principal con un arco de piedra. Dos leones sujetan el escudo de la ciudad.

6 Las Moreras

El paseo de las Moreras, antiguo del Espolón, resulta un agradable lugar para respirar en los días más calurosos del verano. Es un verdadero jardín lleno de chopos, olmos, álamos blancos, sauces y fresnos, a los pies del río Pisuerga.

Los patos, las ocas y los gansos nos acompañarán en nuestra visita antes incluso de acercarnos al río, y a su playa. Porque, aunque no todos lo sepan: ¡Valladolid sí tiene playa! Es obviamente fluvial y se creó en 1951, dicen que con la arena traída del Sardinero, pero realmente procede de Portillo.

La que se conocía por aquel entonces como Playa del Batán era la forma de refrescarse de muchos vallisoletanos que ansiaban ir de vacaciones al mar y que se tenían que conformar con baños fluviales o con sumergirse en las colindantes piscinas Samoa y Deportivas, derruidas en 1998.

Actualmente, son muchos, no tantos como antaño, los vallisoletanos que siguen optando por la playa de las Moreras para sus baños de sol veraniegos. Ya no hay casetas de baño, pero sí duchas y también barcas y piraguas para alquilar, y hasta un barco, la Leyenda del Pisuerga, desde el que descubrir aguas abajo otra perspectiva del mismo Valladolid.

7 Parque Ribera de Castilla

Siguiendo el río Pisuerga, esta vez aguas arriba, una senda acondicionada nos dirige hacia la desembocadura del río Esgueva y el Parque Ribera de Castilla; uno de los puntos más visitados por los vallisoletanos y lugar de recreo para los vecinos del barrio de la Rondilla.

En sus 12 hectáreas se alternan arces, chopos, castaños de indias, álamos, plataneros de sombra, arces o tilos, y es la casa de aves, como las garzas reales o las tórtolas, y de conejos.

Las actividades que se pueden desarrollar en el parque son de lo más variadas. Desde paseos a pie, en bicicleta o con patines, con zonas accesibles para sillas adaptadas a personas con movilidad reducida, hasta pescar en los embarcaderos que salpican el recorrido o disfrutar de un picnic en la zona de merendero habilitada.

Y, por supuesto, ver cómo vierte su agua el Esgueva al Pisuerga, en un salto de agua de siete metros de altura.

8 Canal de Castilla (Jardín Botánico)

Sin abandonar el agua dulce, el centro de Valladolid ofrece también la posibilidad de iniciarse en el ramal sur del Canal de Castilla, finalizado en 1835 para facilitar la salida de los productos del interior de España a los puertos del norte.

El recorrido se inicia justo detrás de la antigua fábrica de harinas La Perla. De allí surge un sendero bajo sauces blancos, álamos, patos y hasta garzas reales en invierno. Continúa al otro lado de la avenida de Gijón y se adentra, paralelo al barrio de la Victoria, en el tramo más transitado de la ruta: el comprendido entre esa primera dársena y la esclusa 42.

No es de extrañar la curiosidad de suscita esa esclusa si tenemos en cuenta que es la única que conserva todas las piezas, incluidas las puertas, y su maquinaria en un aspecto además impecable, gracias a su restauración en 2009. El paseo es de 3,5 kilómetros y resulta de baja dificultad.

Pero antes de abandonar la zona edificada y adentrarse por el camino más estrecho, bien merece un vistazo el Jardín Botánico, creado en 1999 y que guarda más de 30 especies de árboles y varias plantas autóctonas, como cipreses, abedules o alcornoques, perfectamente identificados.

9 Fuente el Sol

Fue todo un clásico en los años 60 para los vallisoletanos. Subir a la Fuente el Sol constituía un pasatiempo para numerosos jóvenes en sus tardes de asueto y a buen seguro más de una pareja se formó allí. Pero el paso de los años fue cruel con esta zona. El parque forestal de la Fuente el Sol fue abandonado durante años.

La sequía y la superpoblación de conejos provocó la pérdida de aproximadamente el 50% de su masa arbórea. Eso, unido a actos vandálicos que acabaron con gran parte del mobiliario que existía, hizo que los vallisoletanos durante años dieran la espalda a este parque.

Gracias al trabajo voluntario de la Asociación vecinal Los Comuneros y alguna inyección municipal, el parque va recuperando, muy poco a poco, ese entorno arbolado, salpicado por senderos, que culmina en un mirador de 370 metros cuadrados, desde el que asomarse a Valladolid y a municipios de los alrededores.

Otras propuestas de parques en Valladolid

No podemos pasar por alto también como zonas verdes altamente concurridas por los vallisoletanos los parques de Canterac, de la Salud o el de las Norias de Santa Victoria. ¿Con cuál te quedas?

viajarymuchomas.com