La ciudad y sus alrededores ofrecen espacios para disfrutar sobre las dos ruedas y con niños gracias a la planicie vallisoletana

Hoy se celebra el Día Mundial de la Bicicleta, fecha marcada por la ONU para recomendar el uso de la bici como medio de transporte para luchar contra el cambio climático

Ciclista, ponte el casco, el maillot y… ¡a pedalear! Hoy se celebra el día Mundial de la Bicicleta. Es la fecha marcada como oficial por la ONU desde 2018 para evidenciar que la bici es un medio de transporte básico para luchar contra el cambio climático, la contaminación y la congestión del tráfico.

Si aún no has decidido qué hacer este fin de semana en Valladolid, Viajar y Mucho Más os propone subiros a las dos ruedas y recorrer una de esas cinco rutas en bici por el Valladolid urbano que se pueden hacer de forma relajada y con niños, aprovechando la planicie vallisoletana y alejadas de polémicas sobre carril bici, sí, carril bici, no.

Las salidas en bici en familia son una práctica cada vez más secundada en Valladolid.

Empieza la ‘carrera’. De río en río, de canal en canal.

Rutas en bici por Valladolid

1. De marcha por el Pisuerga: desde el Esgueva al Museo de la Ciencia

Aprovechando que “el Pisuerga pasa por Valladolid”, la primera de las rutas recorre precisamente una de las señas de identidad de la ciudad. El camino es de aproximadamente cinco kilómetros y es perfecto para disfrutar en familia porque la dificultad es mínima.

Son aproximadamente 20 minutos de pedaleo.

Accesos al Museo de la Ciencia.

Parte desde el punto exacto donde el Pisuerga bebe del río Esgueva, o la Esgueva; ese ‘hermano menor’, callado y silencioso, que transita domesticado por un canal artificial que acabó de construirse en la primera década del siglo XX.

En ese punto contemplamos uno de los enclaves más valioso del catálogo de patrimonio industrial que tiene la ciudad: la llamada ‘Fábrica de la Luz’, antiguamente Central Eléctrica de fábrica de la luz de Linares, por plantarse lino en la zona. Fue inaugurada en marzo de 1932, con un presupuesto de 1,2 millones de pesetas (7.272 euros). Pero dejó de ser rentable y en 1976 se acordó su cierre. Aún se conserva parte de la mecánica que regulaba la producción de energía.

Allí la Esgueva se precipita más de siete metros sobre el Pisuerga, tras sortear siete grandes peldaños que se construyeron con el fin de evitar que la fricción del agua deteriorara el terreno.

Subidos de nuevo en la bici, pasamos junto a las balsas de iniciación al piragüismo, dedicadas a Narciso Suárez, piragüista vallisoletano que representó a España en cuatro Olimpiadas. Y proseguimos por la zona ajardinada del Parque Ribera de Castilla, entre el puente del Cabildo y el de Condesa Eylo, disfrutando del aroma que desprende la Rosaleda Andrés Sabadell -menos conocida que la de su hermano Francisco, pero igualmente vistosa-.

Carril bici en el centro ciudad de Valladolid.
Vista del Puente Mayor, una de las imágenes que merece la pena captar en el recorrido en bici.

Ya en el Puente Mayor dejamos en la otra orilla las ruinas del Palacio de la Ribera (bajo el edificio Duque de Lerma y antigua residencia del rey Felipe III) y nos adentramos en el entorno del paseo de las Moreras, con la playa como protagonista; el barco la Leyenda del Pisuerga, como invitado, y la perenne caseta de El Catarro, donde alquilar una barca.

En ese paseo no hay que perderse el mural que está bajo el Puente del Poniente. Uno de ellos hace referencia a la primera inmersión subacuática que se produjo en la historia. El invento del buceo moderno tuvo lugar en las aguas del Pisuerga, en agosto de 1602, ante la mirada del rey Felipe III y su corte.

Y llegado a la Rosaleda Francisco Sabadell es momento de cruzar el río por el puente de Isabel la Católica hasta la Cúpula del Milenio, un edificio multiusos traído de la Expo Zaragoza 2008 y que se inauguró en mayo de 2011.

Imagen del Pisuerga, por el que discurren paralelamente varias rutas en bici y puentes por los que atravesar.

Ya sea por la avenida de Salamanca, acondicionada con un carril bici, o justo en paralelo al río, por la calle Arzobispo José Delicado Baeza, se llega al Puente Colgante. El nombre despista porque no tiene nada de colgante, aunque en su diseño original sí se planteó como un puente con sus cables y tirantes, suspendido sobre el Pisuerga. Se inauguró en 1865 y fue pionero en España, por los materiales empleados y por su arquitectura.

Unos metros más allá, esta vez sin duda por la avenida de Salamanca, nos encontramos con el Museo de la Ciencia. Se trata de otro ejemplo del patrimonio industrial recuperado, sobre el terreno en el que se hallaba la antigua fábrica de harinas ‘El Palero’. Hoy conforma un singular complejo arquitectónico.

Para descansar del paseo de apenas 20 minutos, si no se hacen paradas, nada mejor que observar las aves que anidan en el islote de El Palero.

2. Paseo en bici por el Canal de Castilla hasta la dársena 41

Otra forma de disfrutar de las dos ruedas sin salirse de Valladolid, sin desnivel ni ninguna dificultad, es tomar dirección al Canal de Castilla. Arranca en el Puente Mayor, observando la pesquera y ese torbellino de agua que despereza al río Pisuerga, justo después de que el canal muera en el río.

Por la avenida Gijón hasta la dársena del Canal, un recorrido en bici muy recomendable.

Aquel canal, que se inauguró en Valladolid en 1835, nació con la quimera intención de coser el corazón de la meseta con el mar, atravesando la Cordillera Cantábrica, para transportar el trigo en barcazas.

Por la avenida de Gijón, tomamos el carril bici que sube paralelo al canal, dejando a la izquierda la antigua fábrica de harinas ‘La Perla’. Al llegar a la dársena donde finaliza el ramal sur del canal, cruzamos la calle y ya nos olvidamos del tráfico.

Entramos en el entorno del primer espacio industrial moderno con que contó la ciudad. Se convirtió en el primer polígono industrial de Valladolid, donde había industrias harineras, fundiciones y diversos talleres. La zona permaneció viva, con no pocos avatares, hasta que en 1959 el canal quedó oficialmente cerrado para la navegación.

Todavía se puede contemplar una grúa, restos de la infraestructura hidráulica y distintas naves, ayer utilizadas como almacenes desde los que cargaban las barcazas, e incluso algunas de las viviendas que la empresa concedió a sus trabajadores. Sorprende ver en plena ciudad pequeños corrales que cuidan los vecinos.

En el tramo más urbano, abrazados por los barrios de la Victoria, la Maruquesa, Fuente el Sol, la Parva de la Ría, una abundante vegetación y no pocos patos te guiarán hasta el camino más rural. Comienza nada más despedirse de la urbanización Puente Jardín y el Jardín Botánico.

En menos de cuatro kilómetros, desde que iniciaste la ruta, habrás llegado a la esclusa 42, que es la última del canal. Se utilizó como almacén y caseta de cobro por su uso y ahora es un centro de control del canal. Y ¡sorpresa! Sus compuertas siguen funcionando y hay una fábrica que está restaurada.

Si aún quieres seguir pedaleando, tras observa el antiguo poblado de Tafisa, el camino conduce por un pequeño tramo hasta donde la carretera de la Overuela se estrecha y en el canal y el Pisuerga casi se besan. Se cruza un acueducto sobre el arroyo Berrocal y… se alcanza la esclusa 41 en menos de cinco minutos en bici.

3. Un paseo por el Canal del Duero

Menos renombrado, pero el Canal del Duero también merece un buen paseo en bicicleta. Se inicia donde cruza el canal con la carretera de Soria. A ese punto se llega por carril bici desde San Isidro, muy próximo al polígono de San Cristóbal. Ya en la senda del canal del Duero, solo resta seguir aguas arriba hasta la localidad de Laguna de Duero.

En total 7 kilómetros, que no revisten ninguna dificultad, y que podrás recorrer en apenas 25 minutos.

Pero antes de agarrar el manillar quizás sea bueno recordar qué historia hay detrás de ese canal. A finales del siglo XIX, la ciudad tenía ‘sed’. Las fuentes públicas no daban abasto para satisfacer las necesidades de los más de 65.000 vecinos y sus fábricas.

Vista de Laguna de Duero, al que Valladolid se une también por varias rutas en bici.

Se estudiaron entonces todos los manantiales cercanos a la ciudad, se hicieron nuevas fuentes con agua del propio Pisuerga, se arregló la traída de agua de Argales… Nada era suficiente para solucionar ese mal endémico de una ciudad con tres ríos.

Surgieron voces encontradas entre los partidarios de llevar el agua desde el Pisuerga o desde el Duero y no fue hasta 1886 (seis años después de iniciadas las obras) cuando la ciudad comenzó a ‘beber’ de ese canal, que nace en la localidad vallisoletana de Quintanilla de Onésimo y tras 52 kilómetros desemboca en el río Pisuerga, a la altura del municipio de Santovenia.

Los vallisoletanos tenían agua para saciar su sed y los campos, también.

Hecho el apunte histórico, abandonamos Valladolid y atravesamos la fábrica de Renault hasta llegar a Laguna de Duero. Nos recibe en lo alto la ermita de la Virgen del Villar, del siglo XVI, para conducirnos por una senda muy agradable hasta uno de los enclaves más agradables de la ruta: la acequia del Canal del Duero. Es momento de pensar si vuelve sobre sus pasos o si tiene aún fuerzas para continuar su ruta hacia Quintanilla de Onésimo, a unos 30 kilómetros de distancia.

4. Rumbo a Puente Duero

Y del canal al río grande. Desde el Paseo Zorrilla (ciclocarril) se emprende camino dirección a Puente Duero por en medio del principal pulmón de la ciudad: el Pinar de Antequera, de mil hectáreas de pinos, como te contamos en el post sobre parques de Valladolid.

Es una ruta perfecta para hacer con niños en Valladolid. No solo porque el paseo es cómodo, sino porque el lugar ofrece varios planes para disfrutar en familia, como los Talleres del Pinar. Es un parque de aventuras y un complejo educativo, repleto de cuerdas, tirolinas y otros retos para niños y adultos.

La oferta de caminos por los que perderse en el pinar son innumerables, pero os animamos a continuar ruta hasta el vallisoletano barrio de Puente Duero (declarado así en 1960) y detenerse a contemplar el puente románico. Y de postre, una pequeña playa, que en los años 60 y 70 era destino de muchos domingueros vallisoletanos que tuvieron el privilegio de saber lo que es bañarse en pleno Duero.

El tiempo estimado en recorrer los aproximadamente 12 kilómetros de ruta no lleva más de 40 minutos.

La bici es un medio de transporte ideal para luchar contra la contaminación y el tráfico denso.

5. Ruta en bici Valladolid-Renedo por el sendero verde

Volvemos a la senda del Esgueva y no lo perderemos de vista ni un instante en nuestro camino hacia Renedo. La marcha por el sendero verde podría arrancar en el puente de la Tía Juliana, el primero que se construyó en este tramo del Esgueva, y continuar por el camino del Martinete.

Se inicia ahí una senda de apenas 7 kilómetros y menos de 20 minutos de terreno plano y con mínima dificultad.

Este sendero transcurre paralelo al cauce del río Esgueva y se adapta a su topografía.

Una buena forma de concluir la ruta, si se va con niños o se tiene ganas de aventura, es el Valle de los 6 sentidos, un parque de tirolinas y aprendizaje. Os invitamos a descubrir cuál es ese sexto sentido.

Ponemos punto y final a la ruta en Renedo, aunque la senda prosigue hasta Villanueva de los Infantes.

Por Mar Peláez

viajarymuchomas.com