Turismo: una debacle que nos afecta a todos

El pasado año se ha cerrado con un desplome turístico sin precedentes, hasta el punto de que la industria calcula un retroceso de 25 años en España. Una auténtica debacle no sólo para el sector, sino también para las cuentas públicas del Estado y la propia imagen de país. No es cuestión de entrar en el detalle de los miles de millones de pérdidas, cifras que asustan con solo mirarlas de reojo, pero sirva de ejemplo un porcentaje revelador como es la pérdida de 8 puntos del peso del turismo en la economía española, al pasar del 12,4 por ciento al 4,3, el valor más bajo desde que se publican este tipo de datos; o el hecho de que casi 730.000 trabajadores de las diferentes ramas turísticas no tengan trabajo en la actualidad, por no hablar de los cerca de 300.000 despidos ya contabilizados. En síntesis, el escenario del sector dibuja un cuadro clínico de absoluta emergencia, cuya reversión no solo requiere de valentía y arrojo, sino de una inequívoca y leal colaboración público-privada. Lo demás, son ganas de marear la perdiz o de esconder la cabeza como el avestruz.  

Con el desplome del turismo exterior (-78%), España ha dejado de ingresar el pasado año 55.393 millones de euros con respecto a 2019, lo que se dice pronto. A lo que hay que sumar otros 82 millones de euros menos por la caída del 50% en la demanda turística de los españoles en su propio país. 

Las medidas adoptadas por el Gobierno se quedan cortas para taponar una herida por la que, me temo, va a seguir sangrando el sector durante largos meses. En este tipo de industria no hay siquiera un subsector que, a diferencia de otros, pueda almacenar o estocar productos, ni tampoco cuenta con las reclamadas subvenciones a fondo perdido. Tampoco será necesario, entiendo, reiterar el peso que hasta ahora suponía el turismo para la riqueza de un país que se asoma a un profundo acantilado con la actual incertidumbre y la volatilidad que caracteriza cualquier perspectiva a medio plazo.  

Y como no puede ser de otra manera, la tabla de salvación está en la eficacia y ritmo de vacunación. Aunque tampoco hay que olvidar otros indicadores, desde la necesaria homogeinización de normativas entre los países y la apertura de fronteras hasta el desbloqueo entre las propias comunidades autónomas, para reactivar de forma paulatinael consumo turístico a partir del segundo trimestre, porque el primero ya hay que darlo por perdido. 

La Alianza para la Excelencia Turística (Exceltur) acaba de presentar un informe demoledor, que, aun así, prevé recuperar a final de año casi la mitad de los puntos volatizados del peso del sector en la economía española. Muchos empresarios adscritos a esta agrupación ya calculan que no será hasta el segundo semestre de 2022, o incluso el primer semestre de 2023, cuando el sector vuelva a ofrecer nuevas alegrías. 

El panorama no es, por tanto, nada alentador, cuando también es sabido que la primera clave va a ser la recuperación de la confianza como país destino, frente a otros países más avezados en los procesos de vacunación y la consiguiente inmunidad de grupo.

No olvidemos que el turismo es un sector muy expuesto a cualquier tipo de impacto externo. El de Islandia se derrumbó no hace tantos años por la erupción de un volcán que impidió durante semanas el tráfico aéreo; o el de Egipto, un destino considerado de alto atractivo, cayó en desgracia hace tiempo por los repetidos atentados contra los visitantes extranjeros. Aunque cierto es que no habíamos experimentado ni por asomo una debacle mundial como la que ha causado la Covid. Todo ello nos induce a pensar que el turismo y su abigarrada industria pasará por una transformación sin precedentes, con un turista más exigente, más informado y, por supuesto, más digital. Y donde la auténtica experiencia del viaje permitirá atraer a un público muy diverso y de diferentes tamaños de bolsillo. Porque lo que sí está meridianamente claro es que todos, de un modo u otro, volveremos a sentir la emoción del viaje, ya sea a miles de kilómetros de nuestro lugar de residencia o a una zona próxima de nuestro entorno geográfico. La duda es saber cuándo.

Firma: Rafa Monje / viajarymuchomas.com