La ingente superficie arbolada de la Comunidad constituye una rica y variada muestra de especies que la convierten en espacios de excepción para el relax

Los baños ya no son solo cosa de ríos, pantanos, mares u océanos. De hecho, el agua no siempre es necesaria para poder darse un baño. Y aunque Castilla y León cuenta con recursos hídricos fantásticos de los que poder disfrutar, en esta ocasión vamos a hablar de otros baños. Se trata de los baños de bosque, una práctica vinculada al bienestar y a la naturaleza que busca mejorar nuestra calidad de vida.

Este tipo de terapia, nacida en Japón hace más de tres décadas, buscaba poner en valor el patrimonio forestal del país y, además, ayudar a reducir los niveles de estrés de una población eminentemente urbana. Así que los bosques, especialmente los menos transitados, se convirtieron en lugar de relax y curación para muchas personas. Y, de hecho, aún hoy lo son, porque se estima que en el país nipón hay más de un millón de personas que visitan de manera habitual los bosques en busca de paz.

Es importante tener presente que un baño de bosque es mucho más que un paseo a lo largo de una zona arbolada. Si el objetivo es conectar con la naturaleza, absorber su energía y alcanzar un estado de bienestar, el primer paso es poner nuestros sentidos a su servicio, al disfrute de lo que vemos, oímos, olemos o tocamos. Eso en el caso de las personas que viven su día a día lejos de ella: los habitantes del medio rural juegan con cierta ventaja porque el contacto diario ya aporta y enriquece mucho la vida y la salud.

Hayedo de Busmayor

El otoño ha llegado y nos acompañará durante tres meses. Seguramente, desde el punto de vista paisajístico sea la mejor época del año para dedicar un fin de semana a uno de esos sugerentes baños de bosque. Las tonalidades amarillas y rojizas junto al verde predominante, la sensación de cambio, de transición, que acompaña a esta época y la necesidad de respirar tras dos años complicados son razones de peso para visitar un bosque. Y los de Castilla y León tienen todo lo necesario para ese «baño» reparador, especialmente los cinco que os proponemos a continuación:

Garagüeta, el hogar del acebo

Los bosques no responden siempre a esa imagen de lugares preservados de la luz del sol por enormes árboles. Más allá de los altos y estilizados, cuya visión parece no acabar nunca, y de los medianos de frondosa copa, existen otras especies más desconocidas pero dignas de conocer.

Es el caso del Acebal de Garagüeta, ubicado al norte de la provincia de Soria, en el término municipal de Arévalo de la Sierra. Sus 406,4 hectáreas de acebo, esa planta protegida y mundialmente conocida por el gran protagonismo que alcanza en Navidad, adquieren en otoño tonalidades rojas, ocres, amarillas y naranjas, además de verdes, gracias a otras especies que forman parte del espacio. Sin duda, un lugar y un paisaje inmejorables para entrar de nuevo en sintonía con la naturaleza.

Los colores del Hayedo de Busmayor

La sierra de Los Ancares, ubicada en el noroeste de la provincia de León y colindante con Lugo, es un espacio natural excepcional que, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco, atesora rincones muy especiales, de gran valor y belleza.

Uno de ellos es el Hayedo de Busmayor, localizado en la población del mismo nombre. Se trata de uno de los bosques de hayas mejor conservados de la Península y, con la llegada del otoño, se convierte en un absoluto deleite para los sentidos: a la gama de colores que despliega se suman el sonido del agua de los arroyos que lo recorren. La inmersión, el baño de bosque, es muy recomendable en este espacio natural que ha logrado mantener su esencia a lo largo de los años.

La magia del bosque de Valsaín

Quizá sea uno de los espacios forestales más conocidos de la Comunidad y de buena parte de España, tanto por su belleza como por su proximidad con Madrid. El bosque mágico de Valsaín, localizado en el término municipal de San Ildefonso, en la vertiente sur de Segovia, está conformado por enormes pinares de árboles centenarios que, además, pueden conocerse por medio de distintas rutas.

Entre todos los rincones de esta gran extensión arbórea, que tiene una superficie de más de 10.000 hectáreas que destilan belleza y paz, destaca un área de pinos de mayor tamaño, ubicada en la zona baja del bosque. En nuestra visita no podemos perdernos parajes como La boca del asno, La cueva del monje o El lago de Peñalara.

Tejeda de Tosande

En el palentino Valle de Tosande, muy cerca de Cervera de Pisuerga, nos espera la Tejeda de Tosande. Se trata de un espacio natural poblado de tejos, árbol escaso y algo desconocido, que presentan edades cercanas al milenio y diámetros que en algunos casos alcanzan el metro y medio. En este caso, a la experiencia de inmersión en el baño de bosque se suma el disfrute de un paraje natural único por la excepcionalidad de los «habitantes» que lo pueblan.

En esta zona, estupenda para dar un paseo rodeado de un tesoro natural casi único, podemos encontrar también rebollos, encinas, hayas y roble albar, además de acebos, brezales de Daboecia cantabrica, mostajos y avellanos.

Robledal de la Laguna de la Cantera

La majestuosidad del roble de la Laguna de la Cantera, también conocido como roble Tres Mojones, domina este paisaje forestal, ubicado en Huerta de Arriba (Burgos). Esta zona es bien conocida por sus bosques centenarios, dignos de visitar aunque, en este caso, no de abrazar: algunos ejemplares, como el ya mencionado, tienen una circunferencia de más de 8,6 metros.

A lo largo de las 400 hectáreas en las que conviven estos ejemplares, algunos con una antigüedad superior a los mil años, tendremos la oportunidad de activar la vista, el oído, el olfato e incluso el tacto y, por medio de este baño de naturaleza, tratar de recuperar nuestra esencia, nuestra paz. Porque los bosques de Castilla y León están llenos de sensaciones que experimentar.

Arancha Jiménez

Por Arancha Jiménez

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