Enmarcado en los pinares de Valsaín, en Segovia, este tesoro arquitectónico, con sus fuentes y jardines, constituye un reclamo turístico inigualable

Los Trastámara, los Austria y los Borbones son las dinastías que han regido los designios de España durante los últimos seis siglos. Todos ellos, sin excepción, han practicado la caza como uno de sus pasatiempos favoritos. El paraíso cinegético que es Valsaín, en Segovia, fue la razón que motivó, en el siglo XV, la construcción de este tesoro arquitectónico que hoy en día podemos disfrutar: el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso.

En el siglo XV, Enrique IV, hermano de Isabel la Católica, vestía sobre su cabeza la Corona de Castilla y su lugar favorito de caza eran los segovianos pinares de Valsaín, razón por la cual mandó construir en la zona un palacio mudéjar, que fue devastado por un incendio, y una ermita católica. Tras el infortunio, los sucesores de Enrique en la Corona de Castilla, Isabel y Fernando, donaron los territorios a los monjes jerónimos, quienes dedicaron su vida a la contemplación y el autoabastecimiento en la granja que ellos mismos pusieron en marcha.

Los jardines y el Palacio son uno de los reclamos turísticos más importantes de la provincia de Segovia. Fotografía: J. Martín-Calero.

Algunas décadas después, Felipe II, bisnieto de Isabel y Fernando, mandó construir en ese mismo lugar un nuevo Palacio, La casa del Bosque, pero que también fue pasto de las llamas tan solo tres años antes de que el primer Borbón, Felipe V una nueva dinastía en España. Las ruinas de este palacio siguen en pie, vigentes, como testigo mudo de una historia casi desconocida.

Imagen del Palacio con su iluminación nocturna. Fotografía: Ical.

Los monjes jerónimos, a los cuales sus católicas majestades habían donado dichos terrenos segovianos, habían construido una hospedería y una ermita dedicada al culto a San Ildefonso, y hasta allí llegó, en el siglo XVIII, un emisario real enviado por Felipe V con el fin de construir un nuevo palacio. Un nuevo palacio que sería el comienzo de una importante renovación arquitectónica que culminaría, también mediante mandato de Felipe V, con el Palacio Real de Madrid.

El palacio segoviano original estaba diseñado con una planta cuadrada con torres en los laterales y una colegiata adosada en la fachada noreste del conjunto. Más tarde, Carlos III amplió el conjunto con alas adyacentes otorgando al conjunto el aspecto que conocemos hoy en día.

La fachada principal luce majestuosa gracias a los materiales empleados como el granito de la sierra de Guadarrama, el mármol italiano de Carrara y la Piedra rosa de Sepúlveda, los cuales dan forma a medias columnas y pilastras que centran el gran balcón principal.

Imagen de archivo de las fuentes de los jardines. Fotografía: Ical.

El agua y los jardines, protagonistas absolutos de la Granja

Sin duda, uno de los mayores atractivos de La Granja son sus jardines y sobre todo el juego de agua de sus 21 fuentes, todas ellas de temática mitológica.

Para surtir de agua a todo el conjunto fue diseñada una gran obra de ingeniería hidráulica que recondujo y unió los cauces de los diferentes arroyos de la zona. Como curiosidad, para que te hagas una idea de la cantidad de agua necesaria para poner en funcionamiento tan solo durante una hora todas las fuentes de los jardines, hace falta la misma cantidad de agua que se gasta en la ciudad de Segovia en el mismo plazo de tiempo.

La fuente de Cibeles fue diseñada para los jardines del Palacio de La Granja de San Ildefonso, aunque Carlos II decidió a última hora que se instalara en Madrid.

También a modo de curiosidad, cabe destacar que la Fuente de Cibeles de la madrileña plaza que lleva su mismo nombre, fue diseñada y proyectada para alojarse en los impresionantes jardines del palacio, pero a última hora el rey Carlos II decidió reemplazarla en la nueva arteria que estaba ejecutando en Madrid.

Los jardines de La Granja, diseñados siguiendo el esquema del Palacio de Versalles, se ejecutan mediante ejes con forma de cuadrícula de la que nace el resto del paisaje. Destacan dos inmensas secuoyas, llamadas el rey y la reina, y un impresionante laberinto que no se recorre en menos de hora y media.

Este coqueto palacio real es quizás uno de los más valiosos y bellos de Patrimonio Nacional. No obstante, ha sido residencia oficial durante el periodo vacacional de reyes, reinas y cortesanos españoles que encontraban en Segovia un remanso de paz a 100 kilómetros de Madrid y que, por las limitaciones y el cierre perimetral entre comunidades autónomas, sólo pueden visitar ciudadanos de Castilla y León.

Javier Martín-Calero

Por Javier Martín-Calero

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