
La provincia leonesa alberga dos de las únicas tres obras que Antonio Gaudí, máximo exponente del modernismo, realizó fuera de Cataluña: el Palacio Episcopal de Astorga y la Casa Botines de León
Hablar de Gaudí es hablar de modernismo catalán, de un arquitecto con un sentido innato de la geometría y el volumen, con una gran capacidad imaginativa que le permitía proyectar mentalmente la mayoría de sus obras antes de plasmarlas en un plano. Y hablar de Gaudí es hablar de León, donde se ubican dos de las tres únicas obras que realizó fuera de Cataluña: el Palacio Episcopal de Astorga y la Casa Botines de León (la otra es El Capricho, en Comillas, Cantabria).
Palacio Episcopal de Astorga

Corría el año 1886, cuando el papa León XIII nombra obispo de Astorga a Juan Bautista Grau y Vallespinós, natural de Reus, y se traslada a vivir a que entonces era el actual palacio episcopal de la ciudad maragata, devorado por las llamas tras originarse un incendio el 23 de diciembre de ese mismo año. Al encontrarse vacante la plaza de arquitecto diocesano para la construcción de lo que sería el nuevo palacio, el Obispo Grau propone a su paisano Antonio Gaudí y Cornet que se haga cargo de las obras.
Tras viajar hasta Astorga para conocer el solar en el que se le había encomendado construir el nuevo palacio episcopal, Gaudí comienza a dar forma al nuevo encargo y el 24 de junio de 1889, día de San Juan y onomástica del prelado, se coloca la primera piedra. Tenían previsto terminar las obras del Palacio en junio de 1894, pero el obispo fallece en 1893 y este hecho cambiará radicalmente el curso de las obras, paralizándose por el antagonismo entre Gaudí y la Junta Diocesana. El catalán renuncia, por este motivo, al cargo de arquitecto director y muy enfadado por el trato recibido exclamó: “Serán incapaces de acabarlo”.
En 1905, con Julián de Diego y Alcolea como nuevo obispo de Astorga, el prelado intenta convencer a Gaudí para que retome las obras del Palacio Episcopal, pero no lo consigue. El templo de la Sagrada Familia requería toda su atención y tiempo. Se nombra entonces arquitecto a Ricardo García-Guereta que era diocesano de León, concluyendo las obras el 12 de octubre de 1913.
Durante la Guerra Civil española, llegó a utilizarse como cuartel y oficinas de la Falange y alojamiento de fuerzas nacionales.
En 1956, José Castelltort, obispo natural de Igualada, hace las últimas adaptaciones en el piso segundo del edificio con la intención de habitarlo lo antes posible, pero su repentino fallecimiento lo impide. Le sucederá en la silla episcopal Marcelo González Martín, quien decide definitivamente residir en el Seminario y dedicar el Palacio a sede del Museo de los Caminos, que abrirá al público en 1964.
Estilo neogótico y construido con granito del Bierzo
El Palacio Episcopal de Astorga es un edificio de estilo neogótico, construido con granito del Bierzo, con rasgos de castillo, templo y palacete señorial, circundado por un foso.
Consta de cuatro fachadas flanqueadas por cuatro torreones. La principal y trasera, con sus ventanales apuntados, confieren al edificio un carácter de templo gótico.
El acceso al interior se realiza a través de un pórtico. Las enormes dovelas de sus arcos abocinados forman entre sí, con el apoyo del edificio, una cúpula de pequeñas piedras. Además de esta entrada principal, el edificio posee una salida o acceso al exterior en su fachada noroeste, desde la primera planta hasta el paseo de la muralla. Y también existe otra salida o entrada hacia la catedral mediante un pequeño puente de granito sobre el foso.
Es un edificio con planta de cruz griega inscrita en un cuadrado. Su cubierta a dos aguas es de pizarra y está bordeada por una balaustrada corrida de granito. Las chimeneas, probablemente diseñadas por Gaudí, deberían formar, junto con los tres ángeles diseñados por él para remate de la cubierta, un atractivo conjunto que nunca pudo admirarse por el abandono del arquitecto catalán. Esos tres ángeles con sus atributos episcopales, se encuentran ahora colocados en el jardín.
El Palacio consta de cuatro plantas, entre las que se encuentran un sótano, un espacio totalmente abierto sin divisiones de estancias, destinado en principio para Archivo Diocesano, Museo Epigráfico y bodega. Hoy alberga una colección epigráfica, numismática y lapidaria. Llama la atención la robustez de su paramento, cerámica muy tosca y piedra común. Dotada de un arco único en todo el Palacio, propio de la traza gaudiniana: el arco catenario. Y circundado por el foso que sirve a este espacio de luz y ventilación.
La planta baja está dotada de un amplio vestíbulo que da paso a un gran hall central y de éste se accede a las habitaciones privadas y de trabajo del Provisor y del Secretario. Contrasta bastante la profusa decoración de su interior frente al exterior. Los nervios de sus bóvedas están decorados con cerámica vidriada procedente de la cercana localidad de Jiménez de Jamúz (más información, abajo del texto), con reminiscencias al estilo mudéjar al igual que los capiteles, los mensulones, donde descansan los nervios de las bóvedas con un aire mozárabe y curiosos vitrales.

La primera planta está destinada a la figura del Obispo con las distintas dependencias que se organizan alrededor del magnífico espacio central. El esquema de la cerámica vidriada se repite en esta planta a lo largo de sus bóvedas de crucería. Dotada esta planta de Capilla, Salón del Trono, Comedor de Gala y despacho y en los ángulos los dormitorios. Como elementos destacables en esta planta, en cuanto a la decoración se refiere, se encuentran sus capiteles estrellados que recuerdan a los de la Sainte Chapelle de París y sus vidrieras historiadas, de tipo cisterciense y modernistas en la capilla, Salón del Trono y comedor, respectivamente.
La segunda planta, íntegramente realizada por el arquitecto Ricardo García Guereta, conforma un piso muy sencillo a modo de desván que contrasta bastante con las plantas inferiores, dotado de dos balcones que actúan de coro para la capilla.
Visitas: julio, de miércoles a domingo de 10 a 14 horas y de 16 a 20 horas y agosto, abierto todos los días
Reservas: llamando al teléfono 987 616 882 o escribiendo al correo electrónico: info@palaciodegaudi.es
Precio de la entrada: 6 euros
Medidas de seguridad anti-Covid
Casa Botines de León

Al mismo tiempo que Antonio Gaudí recibía el encargo de construir el Palacio Episcopal de Astorga, Simón Fernández y Mariano Andrés, dos socios y propietarios de un almacén de tejidos y una cada de cambio en la ciudad de León, encomendaban al arquitecto catalán en 1887 el diseño de un nuevo edificio que les permitiera ampliar el negocio mediante un espacio comercial más amplío, espaciosos almacenes en los que guardar su abundante mercancía y grandes viviendas que permitieran la instalación de familias burguesas en régimen de alquiler. Y así fue como nació la Casa Botines.
Gaudí diseñó un edificio de siete plantas inspirado en las construcciones de la burguesía barcelonesa y parisina, cuya estructura y planteamientos generales siguen los planteados por Napoleón III y el barón Haussmann en el icónico ensanche de París: planta baja para los negocios, sótano para almacén, primera planta o planta noble (étage noble) para la residencia de los propietarios del inmueble y plantas superiores para alquilar. El edificio culmina con una inclinada cubierta a cuatro aguas en la que se alojaban los trasteros y la vivienda del portero.

Este encargo le sirvió a Gaudí para diseñar la primera casa de vecinos de toda su carrera, en la que pudo poner en práctica sus modernas y arriesgadas ideas, a la vez que utilizar, por primera vez, algunas novedades estructurales y de diseño que le acompañarían durante el resto de su vida. Las conclusiones que de su construcción extraería servirían a Gaudí para dotar a sus posteriores edificios –la Casa Calvet, la Casa Batlló y la Casa Milá, especialmente− de curiosas novedades estructurales que configurarían su toque personal y distintivo. En ellas combina la decoración, el símbolo y el respeto máximo a la funcionalidad, la comodidad y la habitabilidad de los espacios interiores, entendidas desde un precoz racionalismo formado a partir de la observación atenta y el estudio minucioso de la Naturaleza.
Tras servir de sede al negocio de venta de tejidos y casa de cambio de Simón Fernández y Mariano Andrés, la Casa Botines cambió de propietarios en 1929. En ese año, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León compra el edificio, subroga los contratos de alquiler e instala sus oficinas en la planta baja. Matuvo su uso bancario hasta 2017, cuando la Fundación Obra Social de Castilla y León (FUNDOS) decidió musealizarla y abrirla al público por primera vez.
Visitas: Lunes, jueves, viernes, sábado y domingo, de 11 a 14 horas y de 16.30 a 20.30 horas. Miércoles, de 16.30 a 20.30 horas (acceso gratuito a la planta principal)
Martes y miércoles mañanas, cerrado.
Reservas: llamando al teléfono 987 353 247
Precio de la entrada: 8 euros
Medidas de seguridad anti-Covid
Jiménez de Jamúz
En esta localidad leonesa es donde, a finales del siglo XIX, se fabricaron los ladrillos de barro vidriado que cubren las nervaturas de los arcos ojivales del imponente edificio del Palacio Episcopal de Astorga.
El Ayuntamiento de Santa Elena de Jamúz, que gestiona el Alfar Museo ubicado en Jiménez, recibió el encargo de elaborar una seria de piezas iguales a las preparadas en su día por los artesanos de la localidad elegidos por Gaudí. El alcalde, Jorge Fernández, subrayó que estos ladrillos se han hecho “con la misma arcilla, el mismo vidriado y los mismos motivos decorativos” de entonces, cuando el arquitecto, a pesar de la presencia de empresas ladrilleras en la zona, decidió que fuera alfareros y no ceramistas los que se encargaran de fabricar estos elementos.
“Este es nuestro orgullo. Gaudí vino a Jiménez, donde entonces había unos 50 alfareros y varios de ellos trabajaron durante meses en ese encargo. Vino a Astorga y se acercó a Jiménez y puso en valor su arte”, subraya sobre una trabajo llevado a cabo a partir de unos moldes de madera y latón de lo que se conservan varios originales en el Palacio Episcopal. La decoración de los ladrillos se hizo al gusto de cada alfarero y ninguno de ellos es igual a otro.
Ahora es Jaime Argüello, el maestro alfarero del Museo, el que tiene en sus manos los moldes que ideó Gaudí. Orgulloso de poder contribuir de forma tan directa a la obra de restauración del Palacio, las nuevas piezas llevan su huella como entonces quedó grabada la de sus predecesores en los ladrillos que repondrán los dañados por el paso del tiempo.
El trabajo, llevado a cabo con mimo, incluye la decoración de cada pieza al estilo más tradicional, con la segunda pluma del ala derecha de una gallina. Además de las piezas específicas para la obra, se ha fabricado una edición limitada “de la que somos guardianes, para lo que se pueda precisar” tanto en el Palacio Episcopal como en el Museo de los caminos que alberga desde 1964, precisa el alcalde.
El Museo
Inagurado en noviembre de 1994, el Alfar Museo -que subvenciona la Diputación de León- se dedica a mantener viva la alfarería tradicional de Jiménez, que cuenta entre otras joyas con el único horno mozárabe que queda en funcionamiento en toda España y que se enciende una vez al año. Se encarga de las instalaciones el maestro Jaime Argüello, que fue aprendiz del artesano Martín Cordero, al que tiene presente y cuyo ejemplo y consejos reproduce ante los visitantes.
Jaime es el depositario de una tradición centenaria que transmite a las aproximadamente 4.000 personas que cada año pasan por el recinto (en tiempos anteriores a la pandemia, claro).
La entrada cuesta un euro y medio, un euro para grupos, e incluye una demostración de cómo se elabora una pieza de barro con un torno de pie.