La fiesta del Lunes de Aguas de Salamanca rememora una tradición que surgió en la época de Felipe II. Lo típico es reunirse con amigos y familias y degustar el hornazo en el campo o zonas verdes, como la de la imagen

La festividad, que surgió en el siglo XVI con los estudiantes y las prostitutas como protagonistas, hermana en una multitudinaria jornada campestre a miles de salmantinos que degustan un jugoso producto gastronómico: el hornazo

Castilla y León atesora tradiciones festivas que han sido capaces de sobrevivir al paso inexorable del tiempo y que siguen encandilando a los miles de turistas que visitan sus nueve provincias. La huella de la tradición sigue presente gracias a celebraciones festivas que movilizan y hermanan a locales y foráneos. Dentro de ese rico bagaje cultural brilla con luz propia una fiesta única e irrepetible, como es el Lunes de Aguas de Salamanca, que se celebra en la tarde de este 25 de abril en la capital del Tormes.

Es esa Salamanca monumental, que ostenta orgullosa desde diciembre de 1988 el título de Patrimonio de la Humanidad otorgado por la UNESCO, la que encarna a la perfección y simboliza ese loable afán por la preservación de sus tradiciones. Aquí, como en muchos otros lugares del mundo, hay días soleados, lluviosos, con o sin viento, pero una vez al año, concretamente a los siete días del Lunes de Pascua, los salmantinos fesjetan por todo lo alto el Lunes de Aguas. Pero no porque sea una forma de clamar por la lluvia, tan beneficiosa este año para el campo, sino por la conservación de una fiesta popular que se remonta, nada más y nada menos, que al siglo XVI. Y estamos en pleno 2022 y la fiesta mantiene viva su esencia y continúa plenamente vigente hoy en día.

¿Cuál es la esencia del Lunes de Aguas?

Fundamentalmente salir al campo, disfrutar de la naturaleza y de los espacios verdes degustando de forma comunitaria, bien en familia o con los amigos, el sabroso, calórico y contundente hornazo, el icónico producto gastronómico charro que ejemplifica de forma inequívoca esta celebración.

Es decir, que Lunes de Aguas es sinónimo absoluto de hornazo y no se puede entender esta fiesta sin el engullido de este producto, cocinado a base de chorizo, lomo y huevo cocido. Tradicionalmente el hornazo ha sido cocido y amasado en las tahonas por las mujeres en los días previos al Lunes de Agua, pero desde hace años su elaboración se ha comercializado, por lo que su compra se ha generalizado en supermercados y pastelerías. De esta forma, la estampas de cada Lunes de Aguas nos muestran a familias y cuadrillas de amigos en una distendida y festiva jornada campestre, disfrutando del hornazo en las márgenes del río Tormes y junto al majestuoso Puente Romano de Salamanca.

Imagen de archivo en la que se aprecia la gran cantidad de personas que participan del Lunes de Aguas. Fotografía: Ical.

Siglos de tradición festiva

Buceando en la historia nos encontramos que el Lunes de Aguas hunde sus raíces en una particular historia salpicada de desenfreno y lujuria. Sus orígenes se remontan exactamente al año 1543, cuando un jovencísimo Felipe II, con tan solo 16 años, visitó Salamanca para contraer matrimonio con la princesa Manuela de Portugal. El joven monarca quedó asombrado de cómo la capital charra aglutinaba, por un lado, todo ese manantial del saber que irradiaba su Universidad, la primera que se fundó en España, y, por otro, un ocio y desenfreno sin límites por toda su orografía urbana, debido a que entonces la ciudad contaba con unos 8.000 estudiantes,muchos de los cuales eran habituales clientes de las tabernas y contrataban los servicios de prostitutas para satisfacer sus necesidades sexuales.

Felipe II quedó perplejo ante lo que sucedía entonces en aquella contradictoria Salamanca y quiso poner límite a ese desenfreno que colisionaba directamente con las estrictas directrices de austeridad y abstinencia que dictaba la Iglesia. Por ello, promulgó un edicto, en cuyo texto se establecía durante los días de Cuaresma y Pasión la prohibición de comer carne y que se hiciera extensible en todos los sentidos, y para evitar conductas que conllevarán al  pecado carnal, se obligó a que las prostitutas fueran expulsadas de la ciudad y conducidas a los extramuros de la urbe, concretamente al arrabal del Puente Romano, en la orilla izquierda del río, durante el periodo de la Cuaresma, poniendo además como condición que ninguna de las prostitutas se atreviera a acercarse a menos de una legua de los límites de la ciudad, bajo la amenaza de un severo castigo. De esta forma y a partir del edicto de Felipe II, las prostitutas abandonaban la ciudad antes de comenzar la Cuaresma y durante el tiempo de abstinencia, y desaparecían de ella de manera temporal, recogiéndose en algún lugar al otro lado del Tormes.

Pasada la Semana Santa y con ella el periodo establecido, las rameras regresaban a Salamanca el lunes siguiente al Lunes de Pascua, para lo cual los estudiantes organizaban una grandísima fiesta, las calles de Salamanca se trocaban en torrentes de vino tinto, y salían a recibirlas a la ribera del Tormes con gran júbilo, estrépito y alboroto. Ellos mismos se encargaban de cruzarlas en barca de una orilla a otra del río, y en medio de una gran algarabía llegaba el descontrol, el éxtasis etílico, el desenfreno y la carnalidad, acometiendo allí mismo lo que sus instintos reprimidos durante un mes y medio les pedían en ese momento. La gran orgía estudiantil a orillas del río culminaba siempre con un gran remojón colectivo con los asistentes al evento – rameras y estudiantes- completamente ebrios.

La tradición atestigua también que para las tareas de traslado de las prostitutas tanto a su exilio temporal como para su retorno de la ciudad se encargaba de tales menesteres un curioso personaje, como era un pícaro sacerdote al que los estudiantes de aquellos siglos bautizaron popularmente como el Padre Putas.

Hornazo típico de la fiesta salmantina.

Adiós a la pandemia

Este Lunes de Aguas es especialmente esperado en Salamanca, dado que los dos anteriores (los de 2020 y 2021) estuvieron marcados por las restricciones derivadas de la pandemia. Por ello, el Ayuntamiento de Salamanca ha puesto en marcha una innovadora iniciativa para dar una mayor proyección a la fiesta, como es el Festival Lunes de Aguas, que abarca un amplio programa de actividades culturales, turísticas y gastronómicas con las que promover y celebrar esta cita, declarada en diciembre de 2020 Fiesta de Interés Turístico Regional. Un evento en el que se incorporan las tradiciones locales más singulares y participativas a la programación de la ciudad, además de promocionar el consumo del hornazo típico y dinamizar los espacios verdes de la capital charra. La programación incluye conciertos y paseos interpretativos de la naturaleza por la ribera del río Tormes, visitas teatralizadas y juegos populares. También se ha diseñado una ruta de tapas por diferentes restaurantes y bares de la ciudad en colaboración con la Asociación de Empresarios de Hostelería de Salamanca.

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