
Ya son 25 los ‘tesoros’ rurales más bellos de una Comunidad que concentra una cuarta parte de la belleza arquitectónica de toda España
Viajamos a cada uno de esos pueblos de Castilla y León calificados como los más bonitos para descubrir por qué forman ese listado tan cotizado.
Hay pueblos con encanto y encanto de pueblos. En una Comunidad como Castilla y León, con 2.248 municipios, resaltar aquellos que resultan todo un lujo para los sentidos es misión imposible. Incluso la Asociación de Pueblos Más Bonitos de España no deja de incorporar a su lista localidades fotogénicas de la Comunidad más extensa de España. La última incorporación, bien merecida, es la de Puentedey, en Burgos. Además, cuenta con el honor de haber sido el único pueblo español en conseguir esa distinción en 2022.
Y ya son 25 los pueblos castellanos y leoneses más bonitos de España. Quiere decir que una cuarta parte de la belleza arquitectónica rural de todo el país se concentra precisamente en Castilla y León. 25 de 105.
El legado histórico que ha quedado reflejado en cascos históricos fascinantes, cuidado patrimonio, calles empedradas, castillos, iglesias… es tal que cualquiera de los elegidos son tesoros anclados en el pasado que cobran vida a la vista de cualquier turista.
No están todos los que son, pero sí son excepcionales todos los que están. Y es que no aparecer en ese listado no significa que carezcan de encanto. Simplemente no han sido auditados.
Arrancamos con la lista de Pueblos más Bonitos de Castilla y León como carta de presentación para una visita obligada. ¿Quieres saber cuáles son los pueblos más bonitos de Castilla y León?
Pueblos más bonitos de Ávila
- Bonilla de la Sierra
Pueblos más bonitos de Burgos
- Frías
- Covarrubias
- Caleruega
- Lerma
- Puentedey
Pueblos más bonitos de León
- Peñalba de Santiago
- Molinaseca
- Castrillo de los Polvazares
Pueblos más bonitos de Salamanca
- Candelario
- Ciudad Rodrigo
- Mogarraz
- La Alberca
- Ledesma
- Miranda del Castañar
Pueblos más bonitos de Segovia
- Sepúlveda
- Ayllón
- Pedraza
- Maderuelo
Pueblos más bonitos de Soria
- Medinacelli
- Yanguas
- Vinuesa
- Monteagudo de las Vicarías
Pueblos más bonitos de Valladolid
- Urueña
Pueblos más bonitos de Zamora
- Puebla de Sanabria
Bonilla de la Sierra, Ávila

Es un tesoro aún por descubrir para el turismo, pero no para el mismísimo Francisco de Goya, que encontró inspiración en los colores de esta villa abulense. Aunque se han descubiertos restos de altares rupestres de finales del Neolítico e incluso yacimientos arqueológicos que pudieron pertenecer al periodo romano, se dice que la historia de Bonilla, ubicado en el valle del Corneja, comienza en el siglo XIII, a la sombra del poder eclesiástico medieval. Los Obispos de Ávila la llegaron a llamar la ‘bonna villa’ por ser un excelente lugar de descanso.
De esta villa medieval, que acogió al rey Juan II, no te puedes ir sin contemplar el castillo del siglo XIV y su Torre del Homenaje, las murallas, que llegaron a tener una extensión de casi 12 kilómetros; el Pozo de Santa Bárbara, que abastecía desde el siglo XII a sus habitantes, y su Plaza Porticada, el corazón del pueblo, con sus soportales con arcos de medio punto y vigas de madera.
Pero si de algo presumen sus vecinos es de la gótica Iglesia de San Martín de Tour (siglo XV), que fue incluso colegiata. Cuentan que se construyó porque el rey Juan II no pudo celebrar allí la Semana Santa porque el pueblo carecía de una iglesia donde albergar a todo su séquito.
Frías, Burgos

Sí, es la ciudad más pequeña de España, pero su patrimonio es inolvidable. Tanto como lo es el perfil que dibuja sobre un peñasco. Encaramada en un cerro rocoso y aislado en el valle de la Tobalina, en la comarca de las Merindades, esta villa medieval burgalesa es uno de los grandes ejemplos de arquitectura militar medieval.
Su castillo, con la torre del homenaje separada de la plaza de armas, abriga las casas que se apelotonan sin orden por las laderas, rodeando el cerro, y que en ocasiones cuelgan al abismo del acantilado.
Es un pueblo de postal. Si eres capaz de apartar los ojos del castillo y de sus casas colgantes, no pases por alto su puente medieval fortificado sobre el río Ebro y, mientras subes y bajas por sus empinadas calles, haz una parada en el palacio de los Salazar, en la iglesia de San Vicente Mártir o en el Rollo de Justicia.
Covarrubias, Burgos

Entrar en Covarrubias es hacerlo a la historia de Castilla. Ubicada a orillas del río Arlanza, este territorio burgalés fue ocupado ya en época pre-romana, si bien fue en la Alta Edad Media cuando adquirió importancia al albergar la primera fortificación que levanta el conde Fernán González, conde de Castilla en el siglo X.
El recuerdo medieval de Covarrubias queda patente al callejear por el laberinto de calles o plazas con soportales, y sus casas blancas al más puro estilo constructivo tradicional (adobe y vigas entramadas) y sus balcones bolados.
La visita a esta villa no estaría completa si no visitas, al menos, sus siete monumentos declarados Bien de Interés Cultural: la muralla, la Colegiata de San Cosme y San Damián, el Torreón de Doña Urraca (s. X), el Archivo del Adelantamiento de Castilla, la Casa de Doña Santa y dos cruceros. Ah, y no dejes de ver la escultura de la Princesa de Noruega, y empápate de su historia. Y de postre, brinda con un vino de la D.O. Arlanza.
Caleruega, Burgos

Entre Aranda de Duero y Lerma, en plena Ribera del Duero, se encuentra Caleruega. La primera noticia que se tiene de esta villa es del año 1062, aunque cuando realmente entra en la historia es en 1170 cuando nace en ella Santo Domingo de Guzmán, el santo burgalés más universal y que este año celebra el VIII aniversario de su muerte.
Hoy Caleruega continúa siendo una referencia importante en los ámbitos teologales. Se conserva el Real Monasterio de Santo Domingo de Guzmán, en el que se halla el sepulcro de la Infanta Leonor de Castilla (hija de Alfonso el sabio); el pozo de Santo Domingo, el Torreón de los Guzmanes, la Bodega de Santa Juana y la Iglesia de San Sebastián.
A dos kilómetros de Caleruega se encuentra la bodega más antigua de la Ribera del Duero, concretamente en el despoblado de San Martín de Bañuelos. Hay documentación del año 1179 cuando pertenecía al rey Alfonso VIII. Se conservan tres paredes y una pila tallada en piedra.
Lerma, Burgos

En lo alto de una colina, esta villa ducal de Burgos domina toda la vega del río Arlanza. Su puente romano de siete ojos, los restos de la muralla medieval o el Arco de la Cárcel conviven con su anillo de conventos, iglesias, plazas y casas señoriales, diseñadas a capricho por el Duque de Lerma, el que fuera valido del rey vallisoletano Felipe III. Allí construyó una especie de corte donde monarcas, cortesanos y nobles de la época pasaban temporadas largas de descanso.
Ha llegado hasta nuestros días como una de las ciudades de estilo herreriano más armónicas y que mejor ha respetado su arquitectura del primer tercio del siglo XVIII. El edificio más sobresaliente de ese estilo, dentro de su vasto patrimonio, es el Palacio Ducal (actual Parador Nacional) con sus 210 balcones de hierro, situado en una de las plazas mayores de España de mayores dimensiones.
Muy recomendable también de visitar resulta el convento de San Blas, el de Santo Domingo, el Palacio del Duque o la Ex Colegiata de San Pedro y sus dos órganos del siglo XVII. Y, por si no fuera poco en la superficie, existe otro Lerma, el subterráneo, con pasadizos y cuevas, algunas de ellas convertidas en bodegas. Ideal para los amantes del enoturismo. Estamos en plena DO Arlanza.
Puentedey, Burgos

La tenacidad del río Nela en su camino hacia el Ebro fue excavando la roca durante millones de años hasta formar un impresionante y fotogénico arco natural. Pareciera una obra de Dios, de ahí el nombre del pueblo de Puentedey, ubicado en la comarca burgalesa de las Merindades. Lo que le hace sumamente especial es que el pueblo nació y creció, con sus casas solariegas y su iglesia, justo sobre ese puente de piedra de unos 15 metros de altura, unos 35 de ancho y cerca de 80 de longitud.
Merece la pena atravesar la ‘cueva’ por debajo para hacerse una idea de las dimensiones, mientras se escucha ese sonido del agua tan hipnótico y se pisa la arena y los cantos rodados. Y, por supuesto, cruzar sobre el arco para detenerse en el coqueto y buen cuidado casco urbano con sus construcciones populares y su iglesia románica de San Pelayo o el palacio de los Brizuela, edificado en el punto más elevado del arco natural entre los siglos XV y XVI
No hay que perderse tampoco el Mirador de San Andrés, al que se llega subiendo una pequeña cuesta al final del pueblo. Desde allí, suspendido en el aire, se puede contemplar una perspectiva menos conocida de Puentedey y apreciar el cortado rocoso que lo mantiene en pie.
Peñalba de Santiago, León

Es un pueblo de hoy, pero parece de ayer. Este pintoresco municipio, emplazado en el mágico Valle del Silencio, en la comarca del Bierzo, parece haberse detenido en el tiempo. Recorrer el entramado de calles de uno de los pueblos más bonitos de España es volver al pasado, como antaño lo hicieran ascetas y ermitaños.
Para llegar a Peñalba de Santiago, a aproximadamente 20 kilómetros de Ponferrada, es necesario atravesar todo el valle (la antigua senda de los monjes) y el recorrido por ese ‘mar’ de bosques de roble, ríos y cascadas naturales, cerrado por altos farallones, ya resulta sobrecogedor. Al llegar, se te olvidan esos diez últimos kilómetros por carretera que culebrea entre montañas y riscos.
Cualquier rincón merece la pena detenerse, como también en la Iglesia de la localidad, de estilo mozárabe. Su fundador fue San Genadio, que dejó de ser obispo de Astorga para convertirse en ermitaño en esa zona.
Enclave estratégico para iniciar un sinfín de rutas de senderismo, a cuatro kilómetros precisamente se encuentra la ruta de este santo berciano. A él pertenecían unas piezas de marfil, las ‘Piezas de San Genadio’, que se consideran las figuras de ajedrez más antiguas de Europa.
Molinaseca, León

Seas o no peregrino, Molinaseca es parada obligada. Típico pueblo del Camino de Santiago, es alargado y está articulado por una calle principal que distribuye la vida y el paso peregrino desde el puente romano hasta el Crucero del Santo Cristo.
Es precisamente el puente romano sobre el río Meruelo la entrada triunfal a este pueblo del Bierzo. A partir de ahí, te adentrarás en un mundo de arquitectura de piedra, madera y pizarra, que forma un conjunto histórico tan armónico que le valió ser declarado en 1975 Conjunto Histórico Artístico y este año Bien de Interés Cultural.
Sus calles medievales, con sus casas separadas por estrechos callejones, invitan a pasear sin prisas. Destacan la Casona de Don Pelegrín o Palacio de los Balboa, junto al puente romano, o el Palacio de Cangas de Pambley. Lo distinguirás por su bella fachada entre dos torres y un escudo nobiliario, de los muchos que hay en la villa. De igual interés es la Iglesia de San Nicolás de Bari y el Santuario de Nuestra Señora de las Angustias.
Castrillo de los Polvazares, León

En plena comarca de la Maragatería se encuentra Castrillo de los Polvazares, el pueblo arriero (comerciantes entre el noroeste de España y sus pueblos de interior) por excelencia de la provincia de León. Este pueblo se articula de forma líneal a lo largo de la calle Real. No en vano es paso obligado en dirección a Santiago de Compostela.
Presume, porque puede, de conservar aún buena parte de su arquitectura popular, por lo que podrás disfrutar de sus calles empedradas, bastante anchas para permitir el cruce de dos carros, y con drenaje en el centro para evitar, antaño, el barro que dificultaba el tránsito de los carromatos.
Son también muy típicos los grandes portalones en las casas para permitir la entrada de los carros. Muestra de que la actividad de los arrieros debió ser próspera, son las magníficas casonas blasonadas que se abren a cada paso. Otro de los rasgos más característicos de esta localidad son los colores vivos con los que se pintan las puertas y las ventanas de las casas, como el azul y el verde.
Después de regalarte la vista, date un homenaje. Sería un ‘pecado’ abandonar Castrillo de los Polvazares sin degustar… un cocido maragato. Es la cuna de este plato que se ha convertido en todo un número uno de su gastronomía.
Candelario, Salamanca

Candelario es una de las joyas de Salamanca y está para ‘comérsela’. Allí, en lo alto de una ladera, te espera para invitarte a subir y bajar por sus calles estrechas, empedradas y escalonadas, entre fachadas blancas y de piedra, con sus balconadas de madera, sus batipuertas, el aroma a y el murmullo del agua.
Y es que no hay nada más singular de este pueblo salmantino que sus famosas regaderas; un auténtico alcantarillado de origen medieval que te acompañará durante toda la visita. Otros atractivos son la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, mezcla de estilos románico, gótico y mudéjar; la ermita del Humilladero o el propio Ayuntamiento.
Y no puedes irte de Candelario sin entender por qué es un pueblo para ‘comérselo’. Está unido a la tradición de la matanza del cerdo desde los tiempos y acceder al Museo de la Casa Chacinería te transportará al ambiente de la matanza en Candelario alrededor de los años 20 del siglo pasado. ¿A quién no le apetece un auténtico jamón ibérico curado con el sabor único de la Sierra de Candelario?
Ciudad Rodrigo, Salamanca

No podía faltar en la red de “Pueblos más Bonitos de España” la localidad de Ciudad Rodrigo. Viajarás a la Edad Media. Se trata de una ciudad amurallada, por partida doble, que defendía en su día la frontera con Portugal, pero que ahora abraza al país vecino.
Un recorrido por la cerca medieval, del siglo XII con añadidos del siglo XVIII, es un buen punto de partida para contemplar la ciudad. Se conserva prácticamente intacta, con sus fosos, cañoneras y algunos cañones. Integrado en la muralla, en la parte más alta, se encuentra el Castillo de Enrique II, de finales del siglo XIV, con su torre del homenaje. Hoy alberga el Parador Nacional de Ciudad Rodrigo, uno de los más antiguos de España.
Toda la villa es Conjunto Histórico-Artístico, pero si tuviéramos que elegir nos quedamos con la catedral de Santa María. Su estilo es la huella de la transición del románico al gótico, además de la torre neoclásica del siglo XVIII, ya que comenzó a construirse en el siglo XII y no acabó hasta el siglo XIV. Solo el pórtico del Perdón tiene 400 esculturas románicas y góticas. Alzad la vista y fijaos en los impactos de cañón en la torre. ¿Sus responsables? Las tropas napoleónicas.
Ciudad Rodrigo conserva también una joya del estilo renacentista castellano: su Ayuntamiento, con sus dos hermosas arcadas que saludan al conjunto de la Plaza Mayor. O el puente de las riberas del río Águeda.
Mogarraz, Salamanca

Este pueblo, protegido por la muralla natural que conforma el Parque Natural de Las Batuecas y Sierra de Francia, no puede resultar más pintoresco. Es el pueblo de las ‘mil’ caras. Más de 800 retratos adornan las fachadas de las viviendas para recordar a aquellos vecinos que apostaron por quedarse cuando el éxodo rural era la norma. Son los ‘Guardianes de Mogarraz”.
Todo surgió en 1967 cuando los 388 vecinos del pueblo posaron ante Alejandro Martín, por aquel entonces aviador del Ejército y más tarde alcalde de la democracia de la localidad, para hacerse el DNI o renovarlo. Aquellos negativos cayeron en el olvido, hasta que los encontró su viuda. Medio siglo después, el artista Florencio Maíllo reprodujo en chapa y a gran escala aquellas fotografías y las colgó en las fachadas de la localidad (en cada una de las casas de sus protagonistas) para recordar a sus vecinos. Hasta en la iglesia aparecen los retratos de la gente que no tenía casa.
Este homenaje a la memoria es la seña de identidad de este pueblo, Bien de Interés Cultural, que conserva a la perfección su estructura medieval, con sus calles empedradas, su arquitectura tradicional y sus estrechas calles.
Pero Mogarraz también es bordado serrano. Esta actividad busca el reconocimiento de la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
La Alberca, Salamanca

Es el pueblo más famoso de la Sierra de Francia, sin duda. Por algo tiene el honor de haber sido el primero de España en ser declarado Conjunto Histórico Artístico, en 1940. Al llegar, tendrás la sensación de estar recorriendo una judería, con sus estrechas, laberínticas y secretas calles. Camina despacio, contempla cada rincón y déjate sorprender por las distintas perspectivas que te ofrece.
No te pierdas su Plaza Mayor, sus balcones adornados con geranios y el crucero que allí se encuentra. Es el auténtico núcleo central de la vida de los vecinos y de los múltiples turistas que se acercan a contemplar un pueblo con fachadas blancas, con dobles balcones y soportales con columnas de granito.
Sus casas tienen la particularidad de que las plantas superiores van sobresaliendo sobre la inferior y en ocasiones los aleros de los tejados ‘chocan’ con la de enfrente. El juego de luces y sombras que forman es un respiro en verano.
Paradas de los más recomendables son la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y sus tres ermitas: San Antón, San Blas y el Humilladero… y un buen jamón pata negra.
Ledesma, Salamanca

A modo de vigilante natural, este precioso pueblo salmantino, situado estratégicamente en lo alto de un cerro a orillas del río Tormes, cuenta con un extenso patrimonio cultural. No solo la villa entera es Bien de Interés Cultural desde 1975, cuatro de sus monumentos lo son a título individual.
Aunque hay evidencias claras de un castro prehistórico (un verraco y un menhir) es la época romana la que dejó testimonios fehacientes de un primitivo asentamiento en Ledesma: dos puntos y un mojón incrustado en la Iglesia de Santa María.
Ledesma muestra orgullosa la silueta de la Iglesia de Santa María la Mayor sobre un alfombrado de tejados de casas solariegas y palacios, abrigados por el lienzo de la muralla. Imprescindible resulta acercarse hasta la fortaleza; un fuerte que resistió durante un tiempo a las tropas francesas y que es escenario de recreaciones históricas. Solo por poner algún otro ejemplo de parada obligatoria, su Plaza Mayor, la antigua Iglesia de San Miguel, la iglesia de Santa Elena, Palacio de Beltrán y el Puente Mocho. Además, Ledesma es la antesala para visitar las Arribes del Duero y la Sierra de Francia
Miranda del Castañar, Salamanca

No salimos de la Sierra de Francia. Miranda del Castañar, nacido en la reconquista, es uno de los pueblos más bonitos de España. Esta plaza fortificada, con muralla bastante bien conservada y castillo que preside el municipio desde lo alto, está en un enclave insólito. Escala sobre un cerro granítico hasta ubicarse en posición dominante.
Se dice que para llegar a Miranda del Castañar hay que sortear tres murallas: la formada por las montañas de La Quilama, la Sierra de Béjar y la Sierra de Francia; la constituida por los tres ríos que la rodean: el Francia, el Alagón y el San Benito, y la tercera sería el recinto amurallado con sus cuatro puertas de entrada.
Salvados todos esos ‘obstáculos’, viajaras al medievo con solo pisar la localidad con casas de mampostería y madera, características de la sierra, junto a casas de granito con blasones en las fachadas.
Entre su legado arquitectónico que no puedes dejar de visitar está el Castillo de los Zuñiga, la Cárcel Real, la Alhóndiga, la Ermita de la Virgen de la Cuesta, o las casas del Cura, del Escribano o el Pabellón de Caza.
Sepúlveda, Segovia

La villa de Sepúlveda se encuentra encajonada entre impresionantes barrancos formados por la acción erosiva del río Duratón. Fundada en la Edad del Hierro, engrandecida por los romanos, frontera entre el cristianismo y el islam, amurallada en la Edad Media, esta villa era famosa por sus siete puertas (sus llaves aún se conservan en el Ayuntamiento).
Busca la Puerta de la Fuerza o la Puerta del Azogue. Disfruta de sus casas solariegas con fachadas blasonadas, como la Casa de las Conchas, la Casa de los González de Sepúlveda o la Casa del Moro. No tengas miedo y entra en la Cárcel. Visita las iglesias de Nuestra Señora de la Peña, patrona de Sepúlveda, y la de Santiago, y por supuesto descansa de sus calles empinadas en la Plaza Mayor, contemplando el castillo de Fernán González, al que se le fueron adosando varios edificios de diferentes épocas.
Si todavía no te has dejado llevar por el aroma del rico lechazo asado típico de la zona, no lo dudes. Coge fuerzas para iniciar una de las múltiples rutas de senderismo o kayaks que te ofrece las Hoces del Río Duratón.
Ayllón, Segovia

No muy lejos de Sepúlveda, hallamos otro de los pueblos medievales de Castilla y León que tiene por merecimiento el cartel de pueblo más bonito de España. Nos referimos a Ayllón. Celtíberos, visigodos, romanos, musulmanes, judíos… encontraron en este pueblo segoviano acomodo. Fue lugar de encuentro de reyes y hasta el mismísimo Cid lo recorrió.
Entramos por el puente romano que cruza el río Aguisejo, bajo el Arco, única de las tres puertas de la muralla que se conserva, hasta el Palacio de los Contreras, o Palacio de Don Álvaro de Luna, con una fachada y sus tres blasones inclinados. Y sin casi darnos cuenta alcanzamos la porticada Plaza Mayor, con el ayuntamiento en lo que fue Palacio de los Marqueses de Villena. Junto a él la iglesia románica de San Miguel.
A partir de ahí, lo ideal es perderse por sus callejuelas en busca de palacios, conventos, e iglesias, como la de Santa María la Mayor, o más arriba la torre de la Martina, sin olvidarse de la Sepúlveda subterránea o sus Paredones, restos de muralla árabe.
Pedraza, Segovia

De día es mágico; de noche aún lo es más. Pedraza figura entre los pueblos más bonitos de España por su encanto, allí en lo alto de la loma, dominando uno de los pasos del Sistema Central. La Puerta de la Villa, el único acceso al recinto amurallado, te espera para mostrarte un laberinto de calles umbrías y tranquilas, casas de origen medieval y casones blasonadas del siglo XVI.
Llegarás hasta su Plaza Mayor, con soportales y casas con solanas de madera, entre las que echar una ojeada a la torre románica de la iglesia de San Juan o a los palacios de los marqueses de Lozoya y Miranda.
Pedraza también tiene su cárcel (hoy museo) y, por supuesto, su castillo; la joya principal. Fue construido en el siglo XIII, aunque fue reconstruido varias veces. Antigua residencia de los Velasco, la fortaleza fue adquirida y restaurada por el pintor Ignacio Zuloaga. Casi levantado en el precipicio, sobresale su imponente torre del homenaje y su foso.
Pedraza es un mirador y también un perfecto decorado. Si no has visitado nunca esta villa, quizás, sin saberlo, ya la hayas recorrido, al menos en televisión. La serie ’30 monedas’ de Álex de la Iglesia se rodó en este pueblo segoviano amurallado. Ah, y si eres aficionado al esquí, apunta este destino en tu agenda y, cuando caiga el invierno, acércate, a tan solo 35 kilómetros, a la estación de la Pinilla.
Maderuelo, Segovia

Maderuelo otea desde una gran colina el embalse de Linares, que da paso a las Hoces del Río Riaza. En su interior sorprende el trazado medieval original de este pueblo segoviano, con restos del que fuera uno de los castillos más adelantados de la defensa castellana en el siglo X. Solo queda en pie vestigios de lo que fue su torreón, junto con un lienzo de la muralla.
No necesitarás un mapa para recorrer las calles principales del conjunto histórico. Solo déjate llevar por esos rincones que te dirigirán a sus monumentos, como la ermita de San Miguel, la Iglesia de Santa María o esos miradores naturales hacia el inicio de las Hoces. Y a las afueras, la grandiosa ermita de Castroboda, donde los vecinos veneran a su patrona, o la ermita de la Vera Cruz, de finales del siglo XI.
Medinaceli, Soria

Si en Calatañazor es donde Almanzor sufrió su gran derrota, es en Medinaceli donde finalmente falleció. Bajo las losas de este pueblo soriano, uno de los más bonitos de España, reposa un fértil pasado celtíbero, romano, árabe y cristiano. Un auténtico cruce de culturas históricas que marca el reconocido patrimonio histórico artístico de este pueblo que se levanta a 1.200 metros de altitud.
Buena prueba del pasado romano de esta villa son los mosaicos existentes en diversos puntos y, sobre todo, su soberbio arco romano, del siglo I. Es uno de los mejor conservados de la Península Ibérica y es el único de España que cuenta con tres arcos. Como curiosidad, su silueta aparece en las señales de tráfico cuando se refiere a la presencia de un monumento nacional.
Medinaceli merece una visita sin reloj por la Plaza Mayor, la Colegiata de Santa María, la Casa del Concejo, el Palacio Ducal, la Alhóndiga, el Convento de Santa Isabel o el Beaterio de San Román. Hay que acercarse también al castillo de Medinaceli, aunque no para quedarse. Sus ruinas albergan el cementerio del pueblo.
Yanguas, Soria

A los pies del Sistema Ibérico, Yanguas es un pueblo de montaña, abrazado por un entorno natural único y privilegiado y el más norteño de la provincia de Soria. Su relevancia histórica se remonta a la época de las guerras del Imperio Romano contra Numancia. En el siglo XII se le otorgó su fuero y ya hasta Miguel de Cervantes tenía referencias de esta villa medieval cuando la nombró en ‘El Quijote’. Y puestos a rebuscar en el pasado, Yanguas forma parte de la Ruta de las Icnitas, huellas de dinosaurios encontradas hace 130 millones de años de antigüedad.
Además de impregnarte de su historia y de su ambiente tranquilo, una visita a Yanguas te permite conocer su castillo, construido en tapial y con técnicas de tradición musulmana, y casonas, como la de los Rodrigo de Velasco. Tampoco puedes dejar de visitar la iglesia de San Lorenzo, en medio de la naturaleza; la Iglesia de Santa María de traza gótica con tres impresionantes retablos; la Torre románica de San Miguel o la Casa Consistorial.
Vinuesa, Soria

Esta población soriana, acariciada por el embalse de Cuerda del Pozo y próxima a la enigmática y legendaria Laguna Negra, posee un magnífico casco histórico. No en vano, se la conoce como la ‘Corte de los Pinares’, una de las poblaciones más nobles de la zona.
Todo empieza con la calzada romana del siglo II, que unía la localidad de Visontium y Uxama, y el puente romano, hundido en aguas del embalse que, solo de vez en cuando, surge a la superficie. A partir de ahí, múltiples son los legados que ha dejado la historia en forma de iglesias, como la de Nuestra Señora del Pino, o las ermitas de la Soledad, San Antón o San Mateo.
Los palacios salpican la villa. Sin ánimo de ser exhaustivos, citaremos la Casa de los Ramos, el Palacio de Don Pedro de Neyla, el de los Marqueses de Vilueña. O el Lavadero, que refleja el esplendor que tuvo la ganadería lanar trashumante en la Edad Media. Y ahora que estamos inmersos en el otoño, recuerda que Vinuesa posee una gran tradición micológica entre sus pinares. Eso sí, se necesita permiso para la recolección de setas.
Monteagudo de las Vicarías, Soria

Llegamos a Monteagudo de las Vicarías, una preciosa localidad soriana que fue frontera defensiva entre los reinos de Castilla y de Aragón. Esta villa amurallada, sobre un espolón, conserva una uniformidad en su arquitectura popular.
Para defender ese límite, un castillo no, dos. Sobre un cerro, está el Castillo de la Raya, de la que solo queda su torre del homenaje. A sus pies, las ruinas de la ermita de Nuestra Señora de la Torre de estilo mudéjar. Cuenta la tradición que su pila bautismal hacía de mojón entre Castilla y Aragón.
Y dentro del pueblo se sitúa el Castillo-Palacio de Altamira, el edifico más emblemático del pueblo del siglo XV. Dentro, un elegante patio renacentista y, casi unido a él, la Iglesia de Nuestra Señora de la Muela, de estilo gótico tardío y renacentista. También destacan en Monteagudo de las Vicarías el recinto amurallado medieval, los restos de la Puerta de la Villa o del Arco, la ermita de Nuestra Señora de la Bienvenida.
Y por último, el pantano, construido en 1878, siendo así uno de los más antiguos de España.
Urueña, Valladolid

Érase una villa a un libro pegado. El prólogo se escribe en Urueña, un pueblo subido a una loma, en la provincia de Valladolid, que es conocido por ser el mejor balcón de Tierra de Campos y también por ser la Villa del Libro. Tiene más librerías que bares. Para que te hagas una idea, hay una por cada 16 habitantes, además de cinco museos de arte o literatura y el centro etnográfico Joaquín Díaz.
Ese núcleo intelectual está protegido por una impresionante muralla medieval de los siglos XII y XIII, una de las mejor conservadas. No pierdas la oportunidad de subir al adarve de sus murallas y obtener unas increíbles vistas. Comprobarás desde arriba por qué se dice ‘ancha es Castilla’. Atraviesa las Puertas del Azogue o la Puerta de la Villa y pasea por sin prisa por sus calles empedradas entre tradicionales casas de piedra.
Llega el momento de acercarse a la Iglesia del Azogue, a la Ermita de la Anunciada, la única de Castilla y León en estilo románico lombardo, o ‘hojear’ las páginas de alguno de sus museos y librerías.
Puebla de Sanabria, Zamora

Hablar de Sanabria es hacerlo de su lago, pero también de su pueblo, o mejor dicho de Puebla. Este pueblo zamorano, muy cerca de Portugal, destaca por su cuidada arquitectura. Construido en una ladera de granito, conserva su carácter pintoresco y un rico patrimonio cultural, con antiguas casonas distribuidas en cuesta. En la parte más alta, el Castillo de los Condes de Benavente.
Se trata de un magnífico edificio militar, del siglo XV, mandado construir por la familia Pimentel, Condes de Benavente. El castillo sufrió los estragos de la guerra con Portugal en el siglo XVIII y de la Guerra de la Independencia contra Francia en el siglo XIX. ¿El resultado? Años de abandono hasta que el Ayuntamiento de Puebla de Sanabria se hizo con él y alojó la Oficina de Turismo.
No es el único Bien de Interés Cultural que atesora esta población de calles empedradas, fachadas blasonadas y balconadas de los más fotogénicas. Otro de sus tesoros es la Iglesia de Santa María del Azogue, el Fuerte de San Carlos o la fachada isabelina del Ayuntamiento. Y de ahí, si eres un valiente fuera del verano, a darse un chapuzón en el lago de Sanabria, el lago glaciar más grande la península ibérica.
Hasta aquí la actual lista de los 25 pueblos que conforman la lista de la Asociación de Pueblos más bonitos de España dentro de Castilla y León. A medida que se vayan incorporando nuevas localidades, iremos actualizando este post.
¿Cuántos pueblos de esta lista conoces?

Por Mar Peláez