La Ciudad de la Luz ha perdido su bullicio habitual, pero su encanto permanece y aguarda al viajero post-Covid

Caminar estos días por la capital francesa es hacerlo por calles despojadas de visitantes. Los batallones de turistas han desertado. De forma forzosa. Los puentes del Sena ya no están adornados de grupos de japoneses o americanos sacando fotos por doquier a cualquier esquina o rayo de luz. La Torre Eiffel, el Museo del Louvre o el Arco del Triunfo están cerrados al público en estos tiempos de un covid invasor que nos cierra muchas posibilidades. Pero París no termina ahí.

Por PABLO SAN ROMÁN

La ciudad cuenta con un sinfín de posibilidades para el viandante. El Museo de Orsay está cerrado, pero cerca de las estaciones de metro de Chevaleret o Nationale, en el distrito 13, en el Boulevard Vincent Auriol, y calles adyacentes, se pueden encontrar hasta 26 obras monumentales de Street Art.

El street art son verdaderas obras de arte, no simples graffittis.

No se trata de simples graffittis, son auténticas obras de arte, poemas llenos de color, con artistas como Cryptik, un creador surcoreano residente en Los Angeles, el inglés D’Face, el chileno Inti o Shepard Fairey, uno de los más importantes artistas urbanos estadounidenses.

Espectacular obra de street art entre dos edificios de París.
El artista urbano Shepard Fairey dibujó la divisa francesa junto a un rostro femenino.

La aportación de Fairey es todo un símbolo. El artista norteamericano dibujó en una fachada la divisa francesa Liberté, Egalité, Fraternite, junto a un rostro femenino, que representa a la República.

Fresco en la rue Esquirol, en honor de La Nueve, la compañía de republicanos españoles que entró en el París ocupado.

Aunque a un visitante español, lo que más le puede atraer es una obra que evoca la importancia de La Nueve, una compañía de republicanos españoles, que tuvo el honor y el mérito de ser la primera que entró en París, durante la liberación de la capital francesa, en agosto de 1944, después de haber llegado con el desembarco de Normandía. Alrededor de 150 republicanos españoles, en blindados con nombres como Madrid, Guernica, Ebro, Teruel, Brunete, Guadalajara o Santander, fueron los primeros en entrar en París, poniendo fin a la ocupación alemana. Los artistas Juan Chica-Ventura y Anne Aubert son los autores de este fresco en la rue Esquirol que rinde homenaje a La Nueve, en una de las calles por la que pasó, en su camino hacia el Ayuntamiento de París.

Reloj solar, con forma de vieira, pintado en cemento por Salvador Dalí en la rue Saint Jacques.

Pero el museo al aire libre que es París tiene muchas más obras. Una de ellas está firmada por el mismísimo Salvador Dalí. Un reloj solar, pintado en cemento por el artista catalán, fue regalado por el excéntrico creador a un comerciante amigo suyo en el número 27 de la rue Saint Jacques, en el distrito 5. El 15 de noviembre de 1966 fue inaugurada por el propio Dalí esta obra casi desconocida para los turistas y desapercibida para los viandantes, que rara vez alzan su mirada para contemplarlo.
En aquella fecha, hace casi 55 años, el artista catalán se subió a una escalera para firmar aquel regalo a su amigo, que pertenece ahora a la ciudad de París. El reloj solar, un rostro de mujer con forma de vieira, recuerda que la rue Saint Jacques forma parte del Camino de Santiago.

Pájaro lunar, escultura de Joan Miró, frente al número 45 de la rue Blomet.

Si Dalí dejó su impronta de su paso por París, ciudad por la que han pasado muchos artistas, Joan Miró cedió a la ciudad obras como Pájaro Lunar, una escultura del autor situada frente al número 45 de la rue Blomet, en el distrito XV, donde el creador catalán tenía su atelier, junto al de Pablo Gargallo.
Otra obra de Miró, Dos personajes fantásticos, fue instalada en la Explanada del Arco de la Defensa en los años setenta, en un barrio de negocios que es el segundo de Europa en volumen, después de la City londinense.

El street art sorprende en numerosas calles al visitante.

Otra obra de arte se puede contemplar en el barrio de Montparnasse, en la rue de la Gaîté, a dos pasos de la Torre Montparnasse, que con sus 200 metros es el más alto de los escasos rascacielos existente en París.
El fresco fue realizado por el artista estadounidense Loren Munk en 1991. En la obra de arte se puede leer, escrita verticalmente, la palabra Montparnasse. En lo alto de la pared, aparece «Rue de la Gaîté» al encontrarse en un edificio de esa calle. El resto de la obra está compuesto de formas diversas, con colores vivos. En el centro, una mujer, con un vestido azul, tiene en su mano una máscara.

La obra del estadounidense Loren Munk, en la rue de la Gaîté del barrio Montparnasse.

Esa calle de la Gaîté, enclavada en el barrio de Montparnasse, en el distrito 14, merece un recorrido a lo largo de sus casi 300 metros. Llena de bares y salas de espectáculo desde principios del siglo XX, la arteria guarda las fachadas de antiguos teatros como Montparnasse, Gaîté Montparnasse, Bobino, Rive Gauche o Comedie Italienne.

Fachada del teatro Comedie Italienne, en el barrio de Montparnasse.

No muy lejos de allí, se encuentra la Iglesia Saint Sulpice, un edificio de estilo barroco, construido entre los siglos XVII y XIX, situada en el distrito 6, que hace las veces de catedral para grandes ceremonias, mientras dura la reconstrucción de Notre Dame, que se incendió en abril de 2019.

Iglesia de Saint Eustache, en el distro VI de París.

Si los museos de Orsay o del Louvre están cerrados, las capillas de la Iglesia de Saint Sulpice han sido decoradas por varios artistas, destacando Eugene Delacroix, encargado de decorar la primera capilla que nos encontramos, nada más entrar, a la derecha. La Chapelle des Saint Anges cuenta con dos pinturas murales que pintó el artista a mediados del siglo XIX, ‘Lutte de Jacob avec l’ange’ y ‘Héliodore chassé du templ’e, mientras que en la bóveda aparece ‘Saint-Michel terrassant le Dragon’.
París bien vale una misa, reza un dicho. Y es que la capital francesa posee nada menos que unas 140 iglesias, a cada cual más impresionante. Como no da tiempo a visitarlas todas y algunas están cerradas como la Sainte Chapelle, para la que se necesita entrada, mis favoritas, además de Saint Sulpice, son Saint Eustache y Saint Germain des Pres, situadas en los distritos I y VI.
En Saint Eustache, gótica y renacentista, construida en los siglos XVI y XVII, fueron bautizados Richelieu y Moliere, y Luis XIV hizo su primera comunión, lo que hace que sus muros respiren historia francesa.
Saint Germain des Pres, que comenzó a construirse en el siglo X, es la iglesia más antigua de París. Situada en el Barrio Latino, tiene varios estilos, dominando el gótico.

Iglesia de Saint Sulpice, una de las 140 que tiene París.

Dentro de las visitas religiosas, París tiene su particular Santuario de Lourdes. Estos días han desaparecido las excursiones de peregrinos, sobre todo brasileños, a la Capilla de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, donde según la leyenda se apareció la virgen en varias ocasiones en 1830 a la joven religiosa Catherine Labouré. En estos días de pandemia no se ven las habituales colas de peregrinos extranjeros a la entrada, con la intención de rezar y comprar la medalla milagrosa, conmemorativa de las apariciones.

Lugar de encuentro de civilizaciones, con vecinos de todas nacionalidades, París también cuenta con otros edificios religiosos atractivos, como la gran mezquita, en el distrito 5, inaugurada en 1926, la Sinagoga de la Victoria, cuya antigüedad de remonta a 1874, en el 9, la imponente Catedral de la Santa Trinidad, la iglesia ortodoxa rusa, construida recientemente, en 2016, o la Gran Pagoda del parque Vincennes, en el 12, el mayor centro budista de la capital, en un edificio de 1931.

Un paraíso de civilizaciones es sin duda el distrito 18, en calles en las que te puedes sentir en África o en la India, como el barrio Little India, en que puedes encontrar productos de todo tipo del país asiático, desde culinarios o ropa, como atractivos vestidos femeninos por apenas 15 euros.

Barrio Little India, en el distrito 18, donde es fácil comprar vestidos por 15 euros.

En una de esas calles, en la rue Pajol, en una gran lonja, dejas los zapatos a la entrada y puedes asistir a una ceremonia en el Templo Ganesh, que con ese nombre se conoce a uno de los dioses más conocidos y adorados de la cultura hinduista, que tiene cuerpo humano y cabeza de elefante. El equivalente a Little India lo encontramos en con Chinatown del distrito 13, entre las avenidas Choisy e Ivry y el Boulevard Masena, donde hace su vida la comunidad china desde la década de 1920. Por momentos, te sientes en Pekín o Shanghai.

El sector de la hostelería exhibe su imaginación como contrapartida a la pandemia.

En las calles de París también se pueden visitar civilizaciones antiguas, como un particular Museo del Louvre al aire libre. Y la Place de la Concorde guarda el monumento más antiguo de la ciudad, uno de los dos obeliscos del Templo de Lúxor, en Egipto, realizado aproximadamente en el año 1400 antes de Cristo y regalado a Francia por el país árabe en 1830. El otro obelisco sigue a la entrada del Templo de Luxor.
El paseo por el museo parisino al aire libre nos lleva a las Arenas de Lutecia, de la época romana, que se encuentran cerca de la Sorbona, en el distrito V. Estas arenas, construidas hacia el año 200, servían al mismo tiempo de circo y teatro. En 1869, en unos trabajos en la vecina rue Monge, fueron descubiertas, con pocos vestigios a su alrededor, convirtiéndose en un lugar de paseo y esparcimiento de los vecinos.
Pasear por París, cuando los monumentos, cines, teatros y bares están cerrados, es una alternativa muy atractiva. Las galerías de arte se suceden y sus escaparates se convierten en atractivos museos, igual que las fachadas de sus incontables teatros, incluso los ayuntamientos de cada uno de sus veinte distritos. En su mayoría construidos en el siglo XIX.

Bosque Bois de Boulogne, al oeste de París.

Tampoco se pueden olvidar sus 450 espacios verdes, con cuatro grandes parques, repartidos entre su cuatro puntos cardinales, al norte el Parc des Buttes Chaumont, al sur el Parc Montsouris, mientras que sus bosques están al oeste (Bois de Boulogne) y al este (Bois de Vincennes).

Otro atractivo plan es perderse en sus atractivas calles peatonales, llenas de bullicio y bares en épocas exentas de pandemia, como la rue Mouffetard (distrito 5) y la rue Montorgueil (distritos 1 y 2).

Grandes grafitis, menos valiosos que las obras monumentales Street Art del Boulevard Vincent Auriol y adyacentes, pero alegres y coloridas, aparecen en el mismo distrito 13, en el barrio de la Butte Aux Cailles, lugar habitual de bares bulliciosos y repletos de jóvenes.

Rue Montorgueil, una de las calles peatonales con más ambiente de París, aunque en épocas anteriores a la pandemia.

Mientras paseas, al no poder meterte en los bares cerrados en este tiempo de covid, puedes encontrar placas casi en cada calle, con nombres de personajes que han vivido en sus edificios. De este modo descubrimos que Simón Bolívar vivió en el distrito 2, que Gabriel García Márquez, en el 7, donde Picasso pintó el Guernica en la rue des Grands Augustins, que el restaurante del Parque Montouris (distrito 14) recibía a menudo a Lenin, donde iba a tomar café cuando residía en París, el lugar donde la FIFA se fundó en 1904, en el número 229 de la rue Saint Honoré (distrito 1). Las placas conmemorativas se suceden ante tus ojos.

Atractiva bóveda en el interior de las Galeries Lafayette.

También merecen una visita dos lugares como el centro comercial Le Bon Marché, ubicado en la rue de Sevres, en el distrito 7, considerado el primer local de grandes almacenes del mundo, inaugurado en 1872, o Galeries Lafayette, en el 9, de 1912, con la atractiva bóveda en su interior. Además, en el séptimo piso de Galeries Lafayette, la terraza del edificio, auténtico atractivo turístico, te permite una bonita vista de París.

Espléndida vista de París desde la terraza de la séptima planta de Galeries Lafayette.

En esta época de pandemia, en que París se abre como un museo al aire libre, el punto final de la visita debe llevarnos a Montmartre y pasear por las callejuelas que recorrieron muchos artistas. Y de paso contemplar las bonitas entradas de metro, como la de Pigalle y sobre todo la de Abesses, una auténtica obra de arte.

Acceso al metro en la Place des Abesses.
Abesses, París
Espectacular obra de arte en la entrada del metro, en Abesses.

Este ejemplo de Art Nouveau, tal vez la entrada más bonita del metro de París, obra del arquitecto Hector Guimard, se encuentra en la Place des Abesses, en el distrito 18.

Pont Alexandre III, que une la zona de Campos Elíseos con la Esplanade des Invalides.
Mur des je t’aime (muro de los te amo), en el que aparece la frase ‘Te quiero’ en 311 lenguas.

A pocos metros del metro Abesses, se divisa el ‘Mur des je t’aime (Muro de los te amo), una obra mural de 40 metros cuadrados, compuesto de 612 baldosas en las que aparece la frase “Te quiero” en 311 lenguas o dialectos. No puede haber mejor forma que terminar este largo paseo con un París“Je t’aime”.

Fotografías: Pablo San Román

viajarymuchomas.com