
Leyendas, tradiciones e insignes figuras de la literatura convierten algunos rincones de la Comunidad en espacios de excepción para vivir y respirar amor
Apenas quedan unos días para la llegada de San Valentín, Día de los Enamorados (14 de febrero). Y estamos convencidos de que, si pudiera, la figura más invocada del santoral elegiría Castilla y León como ‘centro de operaciones’. Sus ciudades y pueblos, rincones, castillos, espacios naturales, vestigios de otros tiempos… convierten la Comunidad en un escenario privilegiado para vivir el amor, o para respirarlo.
Son muchas las leyendas y tradiciones existentes en torno a románticas historias de amor, a veces con finales inesperados. Y también son muchas las figuras literarias que han vivido sus historias de amor en nuestra tierra. O las han escrito, y desde aquí se han «lanzado» al mundo.
De entre todas las propuestas románticas que dan vida e ilusión a cientos de rincones de esta tierra, hemos seleccionado 5 para disfrutar de ellas en los próximos días… aunque siempre es buen momento para visitar, conocer y experimentar Castilla y León.
¿Nos acompañáis en este recorrido?
1. Covarrubias y su princesa noruega

Pocas razones más que la estrategia política y el amor conocemos para llegar desde Noruega hasta Castilla en el siglo XIII. Y ambas se dieron en la historia de la princesa Kristina de Noruega, cuyos restos descansan en la colegiata de Covarrubias, una de las más conocidas localidades de la provincia de Burgos y de la Comunidad.
Hay que remontarse a mediados del siglo XIII para entender la llegada de Kristina a España, donde iba a poder elegir marido entre los hermanos del monarca Alfonso X. ¿El objetivo? Que el rey castellano se asegurase el título de Emperador, ni más ni menos.
De entre todos ellos, Kristina, de 23 años, eligió a Felipe, que estaba llamado a servir a Dios, pero abandonó su vocación para desposarse. Cuatro años después y como consecuencia de unas fiebres, la princesa nórdica murió, aunque antes había hecho prometer a su esposo que levantaría una capilla en honor a San Olav en tierras castellanas.
Covarrubias fue el lugar elegido porque de su colegiata había sido abad Felipe, quien no cumplió su promesa: nunca construyó la capilla, pero sí trajo los restos de su esposa a descansar lejos de Sevilla, la ciudad en la que habían vivido. Y hoy día la localidad luce una escultura en recuerdo de la princesa Kristina, protagonista de esa gran historia de amor.
2. El castillo del Buen Amor

La localidad salmantina de Villanueva de Cañedo conserva aún esta fortaleza, en la actualidad convertida en posada tras la restauración llevada a cabo por sus nuevos propietarios, la familia Fernández de Trocóniz, a finales de la década de los 60 del pasado siglo.
Este privilegiado alojamiento puede presumir de histórica condición y de haber sido escenario de toda una historia de amor. Construido en el siglo XI como fortaleza militar, cuatro siglos después fue propiedad de los Reyes Católicos, que lo convirtieron en lugar de avituallamiento para su ejército en el marco de la guerra de Sucesión.
Pero el verdadero artífice del amor fue Alonso de Fonseca y Quijada, entonces obispo de Ávila, quien en 1478 se hizo con el castillo y lo convirtió en una casa palacio en la que instalarse para poder vivir en compañía de su amante, Doña Teresa de las Cuevas. De aquella historia, además de varios hijos, nació el sobrenombre con el que se conoce el lugar: castillo del Buen Amor.
3. Otra fortaleza con historia de amor: el castillo de Pedraza

La historia tiene muchos de los ingredientes habituales de las leyendas de la época: una bella mujer, un labrador joven y un noble. Y la villa segoviana de Pedraza (también en la imagen principal) como escenario.
Hagamos un viaje al pasado, al siglo XIII: Elvira y Roberto, los protagonistas, se enamoraron con tan mala suerte de que el señor de Pedraza, Don Sancho de Ridaura, se fijó en ella. Y se casaron: el poder de él lo hizo posible. Así que Roberto tomó los hábitos y se enclaustró en un convento.
La casualidad hizo coincidir dos situaciones: el estallido de la guerra y el abandono del señor, que tuvo que ir al frente, y el fallecimiento del capellán del castillo, que fue sustituido por Roberto. Y claro, el encuentro de los enamorados no se hizo esperar. Así que, de vuelta a Pedraza, Don Sancho tuvo conocimiento de lo ocurrido y acabó con la vida del fraile, lo que a su vez provocó la inmediata reacción de su esposa, que se quitó la vida.
4. Machado, Leonor y Soria

Con 32 años y cierta fama a sus espaldas, Machado conoció a Leonor en la pensión en la que se alojaba, en la calle Estudios. La joven, hija de los dueños del alojamiento, tenía solo 13 años, pero la edad no fue obstáculo para el amor: en julio de 1909, cuando ella tenía ya 15, contrajeron matrimonio en la iglesia de Santa María la Mayor.
La ciudad de Soria fue escenario de una bella historia de amor protagonizada por uno de los estandartes de las letras españolas del siglo XX: Antonio Machado. Hasta allí llegó en tren, en 1907, el poeta, quien acababa de aprobar las oposiciones a catedrático de francés.
Una beca llevó a la pareja a París en enero de 1911, aunque la enfermedad de Leonor les obligó a volver a Soria, donde la joven falleció en agosto de 1912.
La vida del poeta y la historia de amor que vivió con Leonor «empapa» muchos rincones de la ciudad que, en la actualidad, pueden recorrerse a lo largo de la ruta por los Lugares Machadianos.
5. El Don Juan de Valladolid

Se trata de uno de los rincones con más encanto de la ciudad, en la que aún es ciertamente desconocida. La Casa Zorrilla de Valladolid, que durante años acogió al gran poeta, es paradigma del aire romántico que todo lo impregnó en el siglo XIX. Sus estancias y, muy especialmente, su jardín, conservan intacto el sabor de aquel tiempo.
En esta casa nació el poeta el 21 de febrero de 1817 y, tras pasar su infancia, volvió a ella años después, en 1866, tras haber vivido en Madrid y viajado a países como Francia y México. No hay que olvidar que de su pluma salieron títulos imprescindibles de la literatura, entre ellos Don Juan Tenorio, toda una historia de amor entre un burlador de mujeres, Don Juan, y una inocente monja, Doña Inés. Así que recorrer su casa es adentrarse en un mundo dominado por el romanticismo, la literatura y la belleza.

Por Arancha Jiménez
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