
Un viaje para redescubrir la historia y las andanzas de reinas y reyes y aguerridos caballeros de la época medieval
Nuestro montura: una Mercedes Marco Polo de la firma alemana Roadsurfer, presente en media docena de ciudades españolas
Como caballeros andantes por la ancha Castilla nos disponemos a recorrer algunos de los castillos y parajes más emblemáticos de la provincia de Valladolid. Eso sí, a diferencia de ellos, nuestro modo de transporte lleva climatizador, cocina equipada, ducha exterior, cama para 4 personas y, ¡ojo!, 163 cv de potencia. No escuchamos ningún ruido que nos recuerde al trotar de los caballos y el rodar de carruajes de la época medieval. Nuestra empuñadura tampoco es la de aquellos aguerridos caballeros y soldados, pero el refinamiento de los reyes y reinas sí lo llevamos a bordo de la furgoneta camper con la que vamos de castillo en castillo por la llanura de un territorio histórico y que tiene el mayor número de fortalezas medievales de toda España. Hablamos de la provincia de Valladolid, que, al menos, contabiliza una veintena visitables, y por azar nuestros pasos se acercan a algunos de los más emblemáticos y mejor conservados.

Viajar con una furgoneta camper por los Montes Torozos para culminar el trayecto entre viñedos de la Ribera de Duero y una deslumbrante vista desde el castillo de Peñafiel es toda una experiencia que salpica gratamente los cinco sentidos. A estos parajes hay que venir con todos ellos prestos a sentir aromas y contemplar paisajes de postal que se funden en el horizonte con cielos azules y atardeceres irrepetibles. Tampoco es posible resistirse a probar los sabores de la auténtica cocina tradicional, comunera y rica en productos de una tierra que mima como pocas el patrimonio gastronómico heredado de las abuelas y donde los alimentos kilómetro 0 son su esencia.
Arrancamos desde la capital pucelana con la bendita intuición de que la ruta será de esas escapadas que, cuando llegan a su fin, nuestro conocimiento habrá subido un par de peldaños, o quizás más. El turismo histórico y cultural engancha tanto (o quizá más) que otros destinos de sol y playa, porque en estos recorridos de interior por el medio rural de Castilla y León puedes surfear con la vista puesta en los extensos campos de trigo, cebada, girasol o colza. Un baño de historia para refrescarnos la memoria no viene nada mal de vez en cuando para saber de dónde venimos, quiénes somos y, sobre todo, a dónde queremos ir.

De Valladolid al tetris óseo de Wamba
Nuestra primera parada, a unos 22 kilómetros de la urbe fundada por el conde Pedro Ansúrez, Valladolid, nos lleva hasta la localidad de Wamba, el único pueblo de España cuyo nombre comienza con doble uve. No encontrarás en este pequeño municipio un deslumbrante castillo que asaltar, pero sus calles rezuman otros atractivos históricos que te dejarán perplejo.
Este pueblo, que le debe el nombre al rey visigodo Wamba (casualmente, se encontraba en este lugar cuando recibió la alta distinción en el año 672), acoge quizá la iglesia más curiosa -y tétrica- de la Comunidad Autónoma. La capilla de las Ánimas de la iglesia de Santa María está forrada, en parte, por 2.000 cadáveres y restos óseos de religiosos, niños y mujeres que fueron depositados allí entre los siglos XIII y XVII. Ahí permanecen perennes para recordarnos, a todos, la fugacidad de la vida y decirnos que hayamos sido quien hayamos sido, siglos después de nuestro paso por la vida, no seremos más que un recuerdo de quienes fuimos.
El monumental tetris óseo ha sido víctima también del expolio histórico a lo largo de los tiempos. El más reciente lo cometió el insigne médico Gregorio Marañon, quien, a mediados del siglo pasado, ni corto ni perezoso, cargó dos camiones repletos de huesos para su estudio en la Universidad Complutense de Madrid.
Como testigos mudos de la vida y de la muerte, los cientos de calaveras y otros restos óseos reciben a los visitantes con un curioso epitafio que reza “Como te ves, yo me vi, como me ves te verás. Todo acaba en esto, aquí. Piénsalo y no pecarás’’. Habrá que reflexionar sobre ello, ¿verdad?

Mucho más que ver en este pueblo histórico
Pero no todo son calaveras y fémures en la decoración de esta singular iglesia, ya que sujetando el conjunto desde su construcción, una columna retorcida en forma de palmera y llamada ‘El árbol de la vida’ objeta a la muerte expuesta en el imponente osario ya mencionado. Esta columna se encuentra como testigo histórico en el emplazamiento final de otra monarca que sigue siendo muy conocida por la zona. La iglesia es un edificio de tres naves, con capillas rectangulares en la cabecera, una serie de dependencias en el lado del evangelio que dan paso a un patio, donde hubo un claustro. Y es que Wamba fue la última morada de la reina Urraca de Portugal, quien mandó enterrarse en lo que en su día fue el monasterio de Santa María, y que hoy es tan solo una iglesia que fue declarada Bien de Interés Cultural en 1931. La consorte del rey Fernando II de León y madre de Alfonso IX descansa en la capilla de un conjunto que fue ampliado a finales del siglo XII, por lo que los estilos románico y el gótico se abrazan en este emplazamiento castellano.

El rey Wamba se caracterizó por su lucha contra la corrupción de la Iglesia y para ello convocó un concilio el XI Concilio de Toledo que se celebró en el año 675. También quiso acabar con la facilidad con la que los obispos mantenían relaciones y organizaban asesinatos y al final lo que pasó fue que fueron los propios obispos los que acabaron con tan godo rey. La historia dice que le drogaron, le afeitaron la coronilla y le vistieron con los hábitos religiosos, y en aquella época ser rey y ser clérigo era incompatible. Así que Wamba dejó de ser rey en 680 y vivió plácidamente hasta que la muerte le sobrevino en el monasterio burgalés de San Vicente de Pampliega, hoy desaparecido, en el año 688. Y allí descansó hasta que Alfonso X el sabio quiso llevarse los restos del rey a la que tradicionalmente es el Cementerio de los reyes godos, Toledo.

Torrelobatón: de los comuneros a Charlon Heston y Sofía Loren
De Wamba nos vamos hasta la localidad de Torrelobatón, cuyo castillo de película -y nunca mejor dicho- acogió entre sus conservados muros y adarves y su patio al mismísimo Charlon Heston y a Sofía Loren en el rodaje de la película ‘El Cid‘.
No es de extrañar que esta fortificación fuera elegida como plató de cine, porque el castillo de Torrelobatón es pura historia. No en vano, está ligado al devenir de los comuneros y sus luchas contra los partidarios de Carlos I. El ejército comunero se acuarteló allí muy poco antes de ser derrotado en la batalla de Villalar, donde Padilla, Bravo y Maldonado fueron ajusticiados el 23 de abril de 1521, y que da fecha a la fiesta de la Comunidad.

Del castillo salieron las tropas de Padilla camino de la derrota. La Torre del Homenaje de esta impresionante fortaleza acoge, de hecho, desde el año 2007, el Centro de Interpretación de la Guerra de las Comunidades, para aclarar cualquier duda sobre el movimiento social y político que convulsionó la Corona de Castilla entre 1520 y 1521.
Desde la furgoneta camper de Roadsurfer, y a varios kilómetros antes de llegar a Torrelobatón, se aprecia en la lejanía el imponente castillo, que data del siglo XV y que tuvo que ser reconstruido en buena parte debido a los daños ocasionados durante la Guerra de las Comunidades.
Declarado Patrimonio Histórico en el año 1949, el castillo es una construcción de sillería de planta cuadrada, con un patio de armas central que da acceso al resto de estancias del castillo. La mencionada Torre del Homenaje alcanza los 40 metros de altura, con ocho anillos que lo hacen muy característico, además de otras tres torres cilíndricas. En su origen tuvo una muralla, pero de ella apenas quedan unos retazos.

Castillo de Simancas: 35 millones de documentos históricos
Dejamos esta fortificación que sorprende por su majestuosidad y, de alguna manera, volvemos sobre nuestros pasos para descubrir un auténtico tesoro: el castillo de Simancas. Y es un tesoro, tanto por dentro como por fuera, que deja boquiabierto a cualquier visitante avezado con sólo acercarse a sus muros.
Por orden de Calor I, una de sus torres albuerga desde 1540 el Archivo General del Reino. Estamos ante el centro archivístico crucial en la historia de España, junto al de Indias en Sevilla. El de Simancas custodia nada más y nada menos que 35 millones de documentos. Sí, 35 millones de legajos y escritos de enorme valor histórico que acreditan, como fieles testigos, la historia desde la época de los Reyes Católicos (1475) hasta la entrada del Régimen Liberal (1834). O sea, que entre sus paredes tienes el fondo documental más completo de España entre los siglos XV y XVIII.

La familia Enríquez, ‘Almirantes de Castilla’, fue la que levantó la fortaleza en el siglo XV. Los Reyes Católicos lo incorporaron años más tarde a la corona. Carlos I mandó crear el archivo y su hijo Felipe II ordenó que el conjunto de la fortaleza se encargara de la guarda y custodia de los documentos. Juan de Herrera, el arquitecto que diseñó la catedral de Valladolid y el Escorial en Madrid, se encargó también de este proyecto que durante sus años de existencia ha sido depósito de armas y monedas y también cárcel.
Dejamos aparcada la furgoneta camper a escasos metros de las murallas de esta edificación levantada sobre una antigua fortaleza que protegía la línea fronteriza del Duero. Lógicamente, el impecable aspecto que luce hoy en día es el resultado de las sucesivas reconstrucciones que se han ido ejecutando durante siglos.
Una muralla exterior con una forma irregular y un foso con un fuerte talud protegen su interior, que a su vez se estructura alrededor de un patio central, flanqueado por tres torres y un cuarto torreón más fuerte. La más importante es conocida como la Torre del Obispo. Fue cárcel del Estado y, según dicen, uno de sus presos, el obispo Acuña y también líder comunero, se paseaba por las noches.
La fortaleza, a escasos 5 kilómetros de la capital vallisoletana, es propiedad del Ministerio de Cultura y se encuentra en perfecto estado de conservación porque nunca fue abandonado. No te pierdas el patio, la capilla, los cubos de Carlos I y, sobre todo, el Cubo de Felipe II. Toda una sorpresa.

Por viñedos, bodegas y otros deslumbrantes monumentos
Toca de nuevo subirse al vehículo que tan gentilmente nos ha cedido la empresa alemana Roadsurfer para la realización de esta ruta absolutamente recomendable. Dejamos de nuevo la capital pucelana a nuestra espalda para encaminarnos por la carretera Nacional 122 en dirección a Soria. No es que nuestra siguiente etapa sea la ciudad castellana de la que quedó prendado el poeta Antonio Machado, porque a poco más de media hora de trayecto nos detenemos entre viñedos, en la llamada Milla de Oro, que conforman varias de las más prestigiosas bodegas de la Ribera de Duero en la provincia de Valladolid.

Entre esas bodegas destaca Abadía Retuerta y su hotel LeDomaine, una majestuosa construcción del siglo XII, cuidadosamente conservados y que, como su nombre indica, pertenecían a una abadía. Hoy, y gracias al trabajo del arquitecto Marco Serra, el lugar ha sido convertido en un lujoso hotel boutique de gama alta, contemporáneo por su estilo, pero tan evocador desde el punto de vista histórico como cualquier château de Francia.
El conjunto se levanta en una extensa hacienda vallisoletana con más de 200 hectáreas de viñedos que destaca por albergar dos excelentes restaurantes: el Refectorio, galardonado con una Estrella Michelin y Estrella Verde, y la Vinoteca, más informal, a lo que ahora se suma un nuevo galardón: ‘3 llaves Michelin’, la máxima distinción de la nueva categoría de la marca para destacar los mejores hoteles de España.

El castillo de Peñafiel, el buque de Castilla
Seguimos ruta hasta Peñafiel, corazón de la Ribera de Duero, donde nos aguarda, erguido sobre un alto cerro, el Castillo de Peñafiel. Es el buque de Castilla. ¿Por qué? Sencillamente porque adopta forma de navío de más de 210 metros de largo y 33 de ancho, al haberse adaptado a las formas topográficas de la colina sobre la que se asienta. Con sol, con niebla, con nubes. Su imagen, visible desde kilómetros, nunca decepciona. Es una de las fortalezas más bonitas y reconocibles de España. Fue declarado en 1917 Monumento Histórico Nacional.
Sus orígenes se remontan al siglo X, pero el rey Almanzor lo destruyó. La estructura actual se originó entre los siglos XIV y XV. Aunque su planta no responde a los estándares de la Escuela de Valladolid, su Torre del Homenaje, de 30 metros de altura y planta rectangular, que separa los dos patios sí se ajusta a ese modelo. Está coronada por ocho torrecillas y alberga tres plantas abovedadas.
La visita al castillo de Peñafiel comienza recorriendo algunas salas de su interior para ascender a la Torre del Homenaje. ¡Las vistas son impresionantes! Desde allí se puede ver la Plaza del Coso de Peñafiel y todo su entramado de calles, y deleitarse con el paisaje de la Ribera del Duero, los viñedos y sus pinares.
A salvo ya de batallas cruzadas, alberga desde 1999 el Museo Provincial del Vino, de ahí que el visitante pueda compaginar historia y gastronomía en una sola visita. Constituye el eje del turismo enológico de Valladolid. No en vano es la provincia de España con más denominaciones de orígenes del vino: Ribera del Duero, Rueda, Cigales, Toro y Tierra de León. Y por si quieres ampliar, aquí te dejamos las nueve rutas del vino que tienes en Castilla y León.

Tras empaparse de los entresijos de la compleja elaboración del vino, los procedimientos, las prensas utilizadas, las herramientas, las botellas… el viajero puede afinar su olfato y su gusto y participar en una cata de vinos. Imprescindible visita para los amantes del vino, y para los que no lo son.
Pero, no lo dudes, la localidad merece una visita bien sosegada en la que la cámara de fotos no parará de captar impresionantes recuerdos. Porque, además del imponente castillo, el rico patrimonio monumental y artístico de Peñafiel es digno de enmarcar. No en vano, acaba de quedarse a las mismísimas puertas del podio de ser el Pueblo Más Bonito de España 2024. Seguro que lo logrará en ediciones venideras.
Nuestro vehículo, una Mercedes Marco Polo
Nuestro modelo de Roadsurfer ha sido una Mercedes Marco Polo, la mejor compañera para esta aventura entre valles e historia. El vehículo tiene un diseño sumamente elegante y, ciertamente, llama la atención por su belleza exterior e interior. Aquí tienes un enlace para que veas todas las características de la moderna furgoneta y todos los datos útiles para alquilarla, algo que te aconsejamos sin lugar a dudas.
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Por Rafa Monje
viajarymuchomas.com