
¿Te atreves a ‘cazar’ espíritus en la histórica ciudad? Llega la celebración de Halloween (31 de octubre), un fin de semana para pasarlo ¡de miedo!
¿Te atreves a ‘cazar’ espíritus? En la ciudad, al encenderse las luces, deambulan entre los vivos unos espíritus añejos que fueron testigos de crueles crímenes, de viles engaños y de enigmas y leyendas no siempre conocidas. Si estás dispuesto a descubrir las historias más oscuras de Valladolid, acompáñanos en este recorrido por rincones donde el pasado cobra vida y nos desvela secretos que quizás preferirías no haber conocido.
Valladolid ‘ha despertado’ a sus fantasmas. ¡Cuidado! Las almas atormentadas de olvidados personajes (o quizás no tanto) vagan por el ‘callejero del miedo’ de la ciudad y, al caer la noche, pueden salir a tu encuentro cuando menos te lo esperes. Algunos cobran vida a tu paso, otros habrá que ir buscarlos, pero todos quieren que perduren en el tiempo sus fantasmagóricas tragedias y sus historias acontecidas en emblemáticos rincones de Valladolid.
Los podrás conocer por tu cuenta o, mejor aún, de la mano de esos personajes históricos que residieron en Valladolid y que se prestan a teatralizar sus vivencias en una ruta, organizada por el Ayuntamiento, que te guía por la Acera de Recoletos, calle Miguel Íscar, Plaza de España, calle Teresa Gil, Catedral, Colegiata… y que tiene un final de lo más literario.
A nuestro encuentro sale un noble caballero asesinado en extrañas circunstancias, una monja con mucho pasado, el recuerdo de una momia, una guardiana de la torre que pide auxilio, una abuela muy viva, la memoria de un niño perdido, un sillón maldito… y hasta el mismísimo diablo.

Ruta misteriosa por Valladolid
Pon atención por dónde pisas, no sea que por descuido pases por alto que el tour arranca muy cerca del antiguo cementerio judío que fue descubierto en 2002 en el Paseo Central del Campo Grande, en la Acera de Recoletos. Bajo unas placas con inscripciones hebreas, se calcula que podría ubicarse un millar de tumbas que los arqueólogos han datado de principios del siglo XV.
No sabemos si sus almas salen a pasear o no, ni siquiera si ‘asustaron’ a las ‘inquilinas’ que ocupaban la mayor mancebía de Valladolid antes de que fueran desalojadas para la construcción del antiguo Hospital de la Resurrección, por encargo de las cinco cofradías que existían en la ciudad hasta el siglo XVI, y en la que se inspiró Miguel de Cervantes en su ‘Coloquio de los Perros’. Fue derribado en 1890 y dio lugar a la edificación de la fotogénica Casa Mantilla, que ocupa la esquina con la calle Miguel Íscar y que fue la primera casa en el siglo XX que tuvo luz eléctrica y un ascensor con motor hidráulico. Detente a buscar en su fachada las 26 cabezas de leones que la decoran.
CONTENIDO DE ESTE ARTÍCULO:
Ruta misteriosa por Valladolid.
- Caballero asesinado por… ¿un escritor universal?
- Una momia y su amada fantasma en las Calderonas.
- El niño perdido.
- El sillón del diablo. 3
- Adiós a la ‘Buena Moza’
- José Zorrilla y el fantasma de su abuela Nicolasa.
Rincones de Valladolid con oscuras leyendas (o no tan leyendas)
- El recuerdo de la Inquisición en Valladolid.
- El Puente Mayor y su diablo.
- El fantasma del Colegio de la Asunción.
- Osario en la iglesia del Salvador
- Cementerio de la Iglesia de la Antigua.
- Cementerio musulmán en la Casa del Estudiante.

Caballero asesinado por … ¿un escritor universal?
Nos adentramos ya en el misterio y aparecemos en la noche del 27 de junio de 1605. Las autoridades de Valladolid acaban de hallar el cadáver de un noble caballero de nombre Gaspar de Ezpeleta, al que un espadachín enmascarado hirió de muerte. Hoy su fantasma ha regresado a la mismísima puerta de la Casa Cervantes para ajustar cuentas con la verdad y poder descansar en paz.
Las investigaciones se centraron en las once personas que le auxiliaron, entre ellas un tal Miguel de Cervantes que, junto a su hermana Magdalena, su hermana Andrea, su hija natural Isabel, su sobrina bastarda Constanza y su criada María de Ceballos (más bien su amante), vivían en una casa en la antigua calle del Rastro; una zona entonces de dudosa reputación y olores nauseabundos. Todos ellos fueron prendidos, llevados a la cárcel real de la ciudad por querer encubrir al verdadero autor del crimen y liberados a los pocos días.
Nunca se conoció la identidad de la persona que acuchilló a Ezpeleta, pero ¿sería el autor de El Quijote un criminal? ¿Fue su escribano Galván el que le dio la estocada final?
La respuesta no queda desvelada, pero gracias a este turbio suceso se conoció la casa exacta donde vivió el escritor universal -la única de España que ha sido restaurada, el resto están reconstruidas-.

Una momia y su amada fantasma en las Calderonas
¿Piensas que las momias y los fantasmas no se pueden permitir ciertas licencias carnales? Quien rompe su silencio es una enjuta sor del convento de Porta Coeli, ubicado en la calle Teresa Gil y conocido como ‘las Calderonas’. Pese a su condición de monja, no oculta que el fundador del convento, Rodrigo Calderón, el fiel valido del Duque de Lerma, fue su gran amor y que ambos -él momificado y ella como fantasma- llevan más de 400 años disfrutando ‘de la vida’ en mutua compañía en el interior del convento.
Cuando el Duque de Lerma, el primer gran especulador que tuvo España, perdió la confianza del rey Felipe IV se las ingenió para ser nombrado cardenal de la Iglesia Católica (de ahí la frase ‘el mayor ladrón de España, para no morir ahorcado, se vistió de colorado’). Dejó entonces ‘desvalido’ a Rodrigo Calderón, quien fue apresado en Valladolid por orden del conde-duque de Olivares y ejecutado en la Plaza Mayor de Madrid el 21 de octubre de 1621, acusado de numerosos delitos (asesinatos, fraude, cohecho y malversación de caudales públicos).
Dos años después de su degollación, en 1623, su cadáver fue conducido hasta el coro de la Iglesia de su convento donde aún descansa. Lo hace en el mismo arcón en el que fue trasladado… momificado, junto a su inseparable fantasma, como si de un mártir se tratase.

El niño perdido
Corría el año 1550 cuando Valladolid, que acaba de estrenar la facultad de Medicina, vivió una de las leyendas negras más impactantes que se recuerdan. Y allí, en la antigua Colegiata, de la oscuridad más absoluta, con paso cansino, un halo de maléfico misterio y un gran cuchillo, aparece el causante de una sanguinaria desaparición; o su fantasma.
¿Un loco, un perturbado, un médico, un brujo…? A sus 22 años, el estudiante de medicina Andrés de Proaza (también en la imagen principal) quiso hacer realidad su sueño: desentrañar lo que el ser humano esconde bajo la piel y estudiar sus vísceras. La víctima un niño de nueve años que fue hallado con claros signos de haber sido utilizado para unas prácticas de anatomía poco ortodoxas.
Poco tiempo pudo ocultar su secreto, ya que sus vecinos denunciaron que en la parte trasera de su casa escuchaban llantos y gemidos, y también restos de sangre en los desagües. La policía se presentó en su casa y en el sótano se destapó el gran enigma de la desaparición del infante. Fue condenado a la horca pública, y todas sus pertenencias fueron subastadas. ¿Todas? No… la historia da lugar a una leyenda diabólica.

El sillón del diablo
Todas sus pertenencias fueron subastadas, todas menos un sillón. Andrés de Proaza rebeló a la Inquisición que poseía un sillón frailero con el que se comunicaba con el mismísimo satanás y del que emanaban luces sobrenaturales. Si quien se sentaba en él era médico, recibiría ciertos dones. Sin embargo, si cualquier otra persona osaba sentarse en él moriría en el plazo de tres días.
Leyenda o no, se dice que un día del siglo XIX un vigilante de la Universidad que desconocía esta historia, estaba cansado, vio el sillón apartado en un rincón y decidió sentarse. El hombre apareció muerto a los tres días sentado en aquel sillón. Poco tiempo después, un nuevo bedel corrió la misma suerte.
La superstición ganó. Y el sillón fue custodiado en la desaparecida capilla de la Universidad y colgado boca abajo de unas argollas para que nadie tuviera la tentación de probar si era o no una leyenda. Quizás la maldición hizo que el edificio se derrumbara en 1909. Hoy se puede contemplar en el Palacio de Fabio Nelli, no tras una vitrina como hace unos años, sino acordonado y arrinconado para que la curiosidad no mate al gato.

Adiós a la ‘Buena Moza’
Y de repente, sin respiro, en el mismo escenario, sobrecogen los gritos de una mujer. Es Valeriana Pérez, la mujer de Juan Martínez, el campanero de la única torre que por aquel entonces tenía la todavía Colegiata de Valladolid (hoy catedral).
De viva voz, revive el suceso que le sorprendió “jugando a cosas de adultos” con su marido a las 5 de la tarde del 31 de mayo de 1841 cuando un ruido terrible conmocionó a Valladolid. La torre de poniente que los vallisoletanos llamaron la Buena Moza, por su esbeltez y su galanura, se venía abajo, casi por completo, incapaz de soportar el granizo y el temporal que azotaba la ciudad. Ninguno de sus cuerpos, reloj incluido, aguantó las inclemencias.
Al campanero le dio tiempo a cobijarse en uno de los vanos del tercer cuerpo que aguantó el derrumbe, pero la campanera cayó junto con los elementos de la torre y su cuerpo quedó sepultado entre escombros en una de las capillas. Dos horas después del suceso, alguien se preocupó por Valeriana (su marido no, lamenta aún hoy en día).
¡Valeriana, Valeriana! Los vecinos no paraban de repetir su nombre y de retirar escombros. 30 horas permaneció ‘emparedada’ y, para sorpresa de todos, salió sin heridas de gravedad, aunque eso sí ‘ligerita de ropa’. Sobrevivió al derrumbe, pero no a las habladurías de la gente durante días, semanas.
Como curiosidad, aquella torre, de la que hoy queda solo su lecho, fue desmochada por Francisco González, un presidiario que cumplía condena por homicidio y que presentó un plan para proceder al desmonte con un presupuesto bastante bajo a cambio de la exención de su pena.

José Zorrilla y el fantasma de su abuela Nicolasa
De una ‘buena moza’ nos vamos a conocer a una venerable anciana, en concreto a la abuela materna de José Zorrilla, doña Nicolasa. En la más absoluta de las penumbras, su espíritu sale de su lugar de descanso ‘eterno’ en el famoso jardín romántico de la casa del archiconocido autor del ‘Don Juan Tenorio’. Le acompaña en el paseo el canónigo Zoilo, tío del escritor vallisoletano, con quien debate, por momentos de forma acalorada, sobre si el pequeño José debía continuar los pasos familiares y dedicarse a las leyes o si, como defiende su abuela, dejarse llevar por su inquietud por las letras.
Nicolasa es tajante. Su nieto será un erudito y gran dramaturgo, una gran figura de las letras de España, miembro de la Real Academia de la Lengua y poeta nacional. Antes de regresar a su lugar de descanso ‘eterno’ lo deja claro: “Protegeré a mi José”.
Por cierto, que el fantasma de la abuela Nicolasa sigue en la casa abriendo y cerrando puertas, moviendo objetos, dando las luces ¿No te lo crees? Visita su habitación en la segunda planta y sentirás su presencia; igual que lo hizo el niño José cuando a sus seis años conoció a su abuela tras abrir una puerta que siempre permanecía cerrada.
Allí, sentada en su sillón, apareció, le pasó la mano por el pelo y le habló. Pero ¿cómo pudo ser si la abuela Nicolasa había fallecido hacia años? Diez años más tarde, su padre se quedó sorprendido al comprobar que el ya adolescente reconocía a su abuela en un retrato cuando, en teoría, nunca la había visto.
¿Seguirá vagando por la casa la abuela Nicolasa?
Rincones de Valladolid con oscuras leyendas (o no tan leyendas)
Para descubrir el final de las historias y todos los oscuros secretos de Valladolid, lo mejor es visitar, ya sin personajes que cobran vida, algunos de los rincones de la ciudad que esconden leyendas, o no tan leyendas. Son muchos, pero vamos a dar solo algunas pinceladas.

El recuerdo de la Inquisición en Valladolid
La Plaza Mayor, la calle Santiago y el Campo Grande están ligados, sin remedio, a la Inquisición y a cuantos autos de fe se celebraron en Valladolid. La plaza Mayor fue el escenario del quizás más conocido auto de fe. El ocurrido el 21 de mayo de 1559 cuando fueron quemados 14 reos, uno de ellos el doctor Cazalla, en presencia de la princesa regente, el príncipe Carlos, los consejos, prelados y todas las corporaciones.

La ruta del hereje, que recorre los principales lugares que el escritor vallisoletano describe en su libro ‘El Hereje’ bajo la mirada de Cipriano Salcedo y de la mano magistral del grupo Azar Teatro, es la mejor forma de adentrarse en esa historia negra.
El Puente Mayor y su diablo
Érase una vez…’ un joven del linaje de los Tovar se enamoró de una joven llamada Flor, que vivía en la otra orilla del Pisuerga. Un día cuando iba al encuentro de su amada, se topó con un joven de los Reoyo, un clan rival. Ambos desenfundaron sus espadas y el encuentro se saldó con la muerte del segundo. Tovar, entonces, trató de cruzar el río en barca, pero una gran tormenta daño su embarcación. Empecinado en visitar a su amada, invocó al diablo para que le ayudara a cruzar el río a cambio de su alma. Satanás oyó su plegaria y construyó en piedra el Puente Mayor (el primero que tuvo la ciudad). Cuando todo parecía que los enamorados se reencontrarían, llegó la fatalidad. Al llegar a la otra orilla, Tovar encontró muerta a su amada.
El fantasma del Colegio de la Asunción
Difícilmente podrás acceder al Colegio de la Asunción para comprobar qué se esconde tras la leyenda, ya que es la sede de la Junta de Castilla y León. Fantasmas los hay pero, bromas aparte, entre sus muros, según el rumor lanzado por trabajadores del centro, habita el espíritu de una religiosa que falleció durante el parto.

Osario en la iglesia del Salvador
La iglesia del Salvador, donde fue bautizado San Pedro Regalado, conserva uno de los enterramientos humanos más antiguos de Valladolid. Bajo el suelo de la capilla de San Juan Bautista se halla un entramado de criptas que datan del siglo XIII, parte del cual puede verse gracias al suelo acristalado de la sala o accediendo a través de una angosta puerta junto al retablo. Abajo, se esconde un valioso osario con numerosas calaveras digno de ver.

Cementerio de la Iglesia de la Antigua
Delante de la puerta principal de la Iglesia de la Antigua se sitúa una gran cruz de piedra barroca. Señala el centro del cementerio donde se enterraba a los pobres de la parroquia y los que fallecían en el hospital de Santa María de Esgueva, muy próximo. Este cementerio tenía la fama de disolver un cuerpo en un solo día, dado que se creía que su tierra procedía de extrañas regiones. Esta tradición fue recogida por Francisco de Quevedo en ‘Historia de la vida del Buscón’. “Dios es mi padre, que no come un cuerpo más presto el montón de la Antigua de Valladolid que le deshace en veinticuatro horas, que yo despaché el ordinario…”.
Cementerio musulmán en la Casa del Estudiante
En el solar que hoy ocupa la Casa del Estudiante, anteriormente Casa de la Beneficencia, estuvo situada durante los siglos XIII y XIV a Maqbara de Valladolid, es decir el cementerio musulmán de la ciudad. Fue en 1990 cuando las obras de rehabilitación del edificio sacaron a la luz medio centenar de tumbas que contenían enterramientos según el rito islámico. ¿Habrá influido este hecho en todas las personas que durante sus dos siglos de existencia pasaron por este edificio?
Creas a no creas en la credibilidad de estas leyendas de Valladolid, ¡cuidado con los fantasmas!

Por Mar Peláez
viajarymuchomas.com