
La pandemia impide el desarrollo tradicional de la singular procesión en Béjar (Salamanca), pero al menos se ha podido celebrar un acto simbólico con motivo de su Corpus Christi
Béjar se reencontró este primer domingo de junio con una escueta versión de sus Hombres de Musgo. La situación sanitaria impidió el normal desarrollo de la tradicional procesión, pero el Ayuntamiento quiso realizar un acto simbólico para que los bejaranos pudieran de nuevo disfrutar de su Corpus Christi, una colorida fiesta declarada en 1998 de Interés Turístico Regional y que desde el 27 de mayo de 2019 elevó su categoría a Fiesta de Interés Turístico Internacional. Una condición que pudo ostentar en tan solo una ocasión antes de la irrupción del COVID-19.
Sobre las 10.00 horas, Pedro Luis Arcador Sánchez y Mari Luz Macayo fueron los únicos en vestirse de Hombres de Musgo, cuya comitiva se redujo de seis a dos integrantes.
El origen se remonta a mediados del siglo XII, en tiempos del reinado de Alfonso VII de Castilla, cuando Béjar volvió a manos cristianas después de cinco siglos bajo dominio musulmán. Cuenta la leyenda que la noche previa al 17 de junio, durante la festividad de Santa Marina, las tropas cristianas cubrieron sus ropas y sus armas con musgo y, aprovechando la oscuridad de la noche, se acercaron a las murallas que defendían la ciudad, apostándose junto a sus puertas hasta el amanecer.
Con la primera luz del día, los centinelas musulmanes, que no se habían percatado de la presencia de los cristianos por sus disfraces, abrieron una puerta de la muralla, dejándoles vía libre para entrar en la ciudad y conquistarla. Por aquellos hechos quedó en el recuerdo la conocida desde entonces con el nombre de ‘Puerta de la traición’ y se construyó la ermita de Santa Marina. El pueblo revivió la gesta de los Hombres de Musgo año tras año hasta que, en el siglo XIV, se fundió con la fiesta del Corpus Christi, instituida por el Papa Urbano IV en el año 1263. Y así hasta nuestros días.