La capital pucelana es un museo al aire libre que abraza al visitante y lo envuelve en su esencia forjada por la historia, ilustres escritores y artistas

Bienvenido a Valladolid, al Valladolid de los seis sentidos, la ciudad que en Semana Santa huele a incienso, suena a tambor y corneta, sabe a torrija y buen vino, desprende historia, abraza a los visitantes y, sobre todo, vibra. Aunque la pandemia ha ‘robado’ temporalmente alguno de esos sentidos, al impedir que las calles se conviertan, como es costumbre, en un auténtico museo de la Pasión, la ciudad te permite ‘procesionar’ de forma más sosegada y detenida entre esos secretos que oculta y que fueron testigos, por ejemplo, de la boda de los Reyes Católicos, capital del imperio español, cuna y casa de reyes, de escritores y de artistas.

Imagen de la plaza de la Universidad, con la Catedral al fondo.

¿Qué visitar en Valladolid? Un buen punto de partida del recorrido, si solo dispones de un día, es comenzar temprano en la Plaza de Colón, a los pies de la estatua del navegante que murió en esta ciudad castellana en 1506. Y aunque ahora la visita se limita a turistas de la región por el cierre perimetral entre comunidades autónomas, digno es recordar, para cuando se pueda, que a la plaza se accede prácticamente nada más descender del AVE, en la Estación del Norte, y a pocos minutos de la estación de autobuses.

Esta plaza abre paso al bulevar de la Acera de Recoletos que ejemplifica el Valladolid burgués del siglo XIX y principios del XX. A un lado, coronada por edificios de estilo ecléctico, con la casa Mantilla como principal foco de atención, y enfrente el parque histórico por excelencia de la ciudad: el Campo Grande, de planta triangular, 12 hectáreas de arbolado, plagado de fuentes monumentales, estatuas e incluso una pequeña cascada y un estanque ‘navegable’, que invitan a un plácido paseo en compañía de patos, ocas, ardillas y hasta pavos reales en plena libertad.

Soportales de la Plaza Mayor de Valladolid.

Con los pulmones recargados se llega a la Plaza Zorrilla, donde el poeta José Zorrilla saluda a los visitantes desde un pedestal de piedra como si estuviera recitando su Don Juan Tenorio. A ese saludo se ha sumado recientemente el escritor vallisoletano Miguel Delibes, con una estatua a pie de calle, justo en la puerta principal de ese Campo Grande que tanto le inspiró, mientras escuchaba el susurro de la gran fuente central o detenía su vista en la imponente Academia de Caballería, cuyo interior puede contemplarse previa solicitud de una visita guiada.

Academia de Caballería desde la plaza de José Zorrilla.

Puedes optar por pasear por la calle Santiago, la más icónica de Valladolid, hasta la Plaza Mayor, o seguir la huella de los escritores ilustres. Si escoges esta segunda opción, el recorrido tiene obligada parada en la Casa de Cervantes, ubicada en la calle Miguel Íscar.  Allí, en el número 9, vivió el español más universal entre 1604 y 1606, y allí dio rienda suelta a su pluma con el prólogo y las poesías preliminares de El Quijote. Sumergirse en sus recuerdos es posible en horario de 9.30 a 15.00 horas, de martes a sábado, o de 10.00 a 15.00 horas los domingos y festivos, por un precio de 3 euros.

Casa Cervantes.

A continuación, aparece la Plaza de España, con su Bola del Mundo girando sin parar, que da paso a la calle Duque de la Victoria, ejemplo de desarrollo urbanístico decimonónico, con dos edificios sobresalientes: el Palacio de Ortiz Vega (hoy sede del BBVA) y el Círculo de Recreo, claro exponente de la burguesía de la Belle Époque.

A mano derecha, la peatonal calle Regalado te llevará a descubrir uno de los ‘secretos’ de la ciudad: El Pasaje Gutiérrez, una galería comercial cubierta al más puro estilo parisino y del que se conservan solo tres ejemplos en España. Buen momento para disfrutar de un café en este pasadizo, bello y singular, que bulle a cualquier hora del día, y de la noche. Oferta no falta.

Interior del Pasaje Gutiérrez.

Y del suelo al ‘cielo’. La inconclusa Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, proyecto de Juan de Herrera -el mismo arquitecto que diseñó El Escorial-, muestra en la única torre que está en pie un gran Sagrado Corazón de Jesús. Visible desde buena parte de la ciudad, fue construido gracias a una colecta popular. Tocar el pedestal es posible. La subida a la torre permite disfrutar de las mejores vistas de Valladolid a 70 metros de altura. La visita se divide en tres tramos; dos de ellos cuentan con ascensor y el último son escaleras. El interior de la Catedral cobija el Museo Diocesano y Catedralicio, con entrada de tres euros, y permanece abierto de 10 a 13.30 horas y de 16.30 a 19 horas de martes a viernes. Sábados, domingos y festivos cierra por las tardes.

Plaza de la Universidad.

De nuevo a pie de calle, nos encontramos con la Plaza de la Universidad, donde se levanta la tercera universidad más antigua de España. De estilo barroco, está flanqueada con columnas rematadas con leones de piedra, y cierra un enclave que preside la estatua de Miguel de Cervantes y las ruinas de la Colegiata de Santa María la Mayor.

Llegado a ese punto, o bien optas por sumergirte en el ambiente estudiantil de las terrazas próximas, o te diriges al próximo Palacio de Santa Cruz, la primera muestra de arte renacentista en España. Si la fachada impresiona, espérate a alcanzar al claustro.

Iglesia de Santa María de la Antigua, con su campanario románico, el más alto de la Península Ibérica.

De vuelta a la Plaza de la Universidad, unos pasos más abajo se eleva el símbolo más querido por los vallisoletanos: la elegante Iglesia de Santa María de la Antigua, con su esbelto campanario románico (el más alto de la Península Ibérica en la actualidad) y con un cuerpo mezcla gótico y neogótico.

Antes de parar para almorzar, el recorrido típico te llevará por la calle de las Angustias hasta detenerte en las puertas del Teatro Calderón. Allí podrás emular el paseo por la alfombra verde de cineastas y actores que acuden todos los meses de octubre al Festival de la Seminci.

«La calle Platerías fue considerada la calle más bonita de la ciudad tras su reconstrucción por un incendio en 1561»

Subiendo por la Bajada de la Libertad (la única calle mínimamente empinada del centro de la ciudad), llegarás a la Plaza de Fuente Dorada y enfilarás el recorrido porticado más largo de Valladolid. A la derecha no dejes de contemplar la hermosa perspectiva de la calle Platerías, considerada antaño la calle más bonita de la ciudad tras su reconstrucción por un incendio en 1561 que obligó a ‘levantar’ de nuevo gran parte del casco histórico de la ciudad (medio millar de viviendas quedaron destruidas).

Plaza Mayor de Valladolid, totalmente porticada.

Para digerir todo lo vivido, todo lo visto y todo lo aprendido, el mejor lugar para reposar es la Plaza Mayor, la primera plaza regular que se construyó en España y que está totalmente porticada. Ayer escenario de autos de fe de la Inquisición, como rememoró Delibes en El Hereje, hoy lugar de encuentro de los vallisoletanos. No solo podrás contemplar el Ayuntamiento, de estilo ecléctico, con sus dos torres a ambos lados y otra esbelta en el centro con un reloj y el escudo de la ciudad, sino saludar al fundador de la ciudad, el conde Ansúrez, que sostiene la bandera de bienvenida.

«La oferta gastronómica, variada y de calidad, ha colocado a Valladolid entre las ciudades referentes en el mundo»

Las calles aledañas a este foro, de norte a sur, están repletas de una oferta gastronómica tan variada y de calidad que ha colocado a Valladolid entre las ciudades referentes en el mundo del tapeo nacional. La Tasquita, la Criolla, el Jero, Villa Paramesa, los Zagales, el Corcho, la Sepia…  Y ¿de postre? Un café en cualquiera de las terrazas de la Plaza Mayor, la del Café Norte, el Lion D’or, el Continental o el Teatro Zorrilla.

Catedral de Valladolid.

A buen seguro, tu vista ya se habrá fijado, durante el tránsito por la Plaza Mayor, en un monumento singular: la Iglesia de San Benito, de estilo gótico y una de las más antiguas de Valladolid, con su gran monasterio de piedra adosado, de azarosa historia.

La calle lateral conduce hasta la calle San Ignacio y adentra al visitante en una zona de palacios que sobrevivieron a la ‘piqueta’ del frenesí urbanístico experimentado en Valladolid en los años 60. Prueba clara de ello es el Palacio de Marqués de Valverde y las figuras de un hombre y una mujer que esconden una leyenda de adulterio, o el clasicista Palacio de Fabio Nelli, hoy sede del Museo de Valladolid.

Iglesia de San Pablo y el Palacio de Pimentel a su derecha.

A escasos cinco minutos se alza la zona monumental más sobresaliente de la ciudad, reflejo del Valladolid capital de la Corte por espacio de 30 años. Hablamos de la Plaza San Pablo. En una vista de 360º contemplaréis, a la derecha, el Palacio Real, que fue habitado por los monarcas Carlos I, Felipe II y Felipe III, y también por Napoleón durante la Guerra de la Independencia. Imposible pasar por alto el señorial Palacio de Pimentel, con su famosa ventana plateresca de la esquina, la leyenda de la reja rota y su zaguán decorado con azulejos que narran doce episodios de la historia de la ciudad, y sobre todo, a la izquierda, la imponente fachada gótica de la Iglesia de San Pablo, que dio bautizo a Felipe II y Felipe IV.

Fachada del Colegio de San Gregorio, sede del Museo Nacional de Escultura.

Si esa fachada te ha impresionado, te cautivará la del contiguo Colegio de San Gregorio, hermosa y enigmática a partes iguales, y el claustro, una joya de estilo hispanoflamenco. Tan sorprendente es el continente como el contenido. Alberga una de las tres sedes del Museo Nacional de Escultura, único en España, refugio de una extensa colección de madera policromada de las manos de grandes maestros como Alonso Berruguete, Juan de Juni o Gregorio Fernández. Ante la imposibilidad de ver esta Semana Santa desfilar por las calles esas tallas de reconocimiento internacional, el museo ofrece una buena ocasión para visitarlas en su sede y hacerlo de forma gratuita hasta el 4 de abril, en horario de martes a sábado de 10 a 14 horas o de 16 a 19.30 horas, y domingos y festivos de 10 a 14 horas.

Antes de regresar a la Plaza de San Pablo reparar en una angosta calle que sale a la izquierda. Os espera la casa natal de José Zorrilla, que puede ser visitada, de forma guiada y gratuita durante 30 minutos martes a sábado, de 10 a 14 horas o de 17 a 20 horas (domingos y festivos solo por las mañanas).

Pero la visita a Valladolid estaría incompleta sin que descubrieras otros dos rincones escondidos. En la calle San Quirce, sin previo aviso, se abre a la izquierda un portalón. Atentos, porque al cruzarlo aparece la octogonal Plaza del Viejo Coso -la primera plaza de toros que tuvo la ciudad allá por 1833- y que ahora, alejada de festejos taurinos, respira tranquilidad. O la calle Santo Domingo de Guzmán, máximo vestigio del ayer vallisoletano.

Acceso al Patio Herreriano de Valladolid.
Imagen de archivo del interior del Patio Herreriano. Fotografía Miriam Chacón.

La ruta dirige de forma natural al Patio Herreriano, sinónimo de Museo de Arte Contemporáneo, abierto de martes a viernes de 11 a 14 horas o de 17 a 20 horas (sábados de 11 a 20 horas de forma ininterrumpida y domingos de 11 a 15 horas). Su claustro aloja desde 2002 una gran escultura de los actuales reyes eméritos.

Es probable que esta completa visita te haya dejado exhausto, por lo que te invito a descansar junto a la escritora vallisoletana de la Generación del 27 Rosa Chacel en el banco que ocupa en la Plaza del Poniente.

CON NIÑOS

Valladolid resulta una ciudad cómoda para visitar con niños, pero, como sus tiempos son distintos a la de los adultos, quizá la visita al Campo Grande se deba alargar en el tiempo para juguetear bajo las copas de los árboles, deleitarse con las andanzas de las ardillas o contemplar las coloridas colas de esos pavos reales que deambulan a su ritmo.

El Campo Grande, diversión al aire libre para pequeños y grandes. En la imagen de archivo, la barca que recorre el estanque.
En el Campo Grande, los niños disfrutarán de un lugar de naturaleza en pleno centro de la ciudad.

Otra opción sería corretear por la fina arena de la playa de las Moreras, junto al renombrado río Pisuerga, porque, aunque nadie se lo crea, en ¡Valladolid sí hay playa! E incluso es posible navegar en la Leyenda del Pisuerga los sábados, domingos y festivos nacionales en dos pases: a las 13 horas y a las 18 horas.

El río Pisuerga atraviesa la ciudad y forma parte indiscutible de su fisonomía.

Aunque la ciudad se puede recorrer fácilmente a pie, ofrece también la posibilidad de hacerlo en autobús turístico, con ocho paradas en las principales zonas monumentales de Valladolid y un recorrido completo que dura aproximadamente 50 minutos. Es gratuito con la tarjeta Valladolid card y puede ser una buena opción para acercarse hasta la Casa de Colón, que ofrece un viaje al siglo XV para revivir el Descubrimiento de América muy recomendable para visitar con niños. Del mismo modo que interesante resulta adentrarse en el Museo de la Ciencia y aprovechar la exposición temporal ‘Titanic, la reconstrucción’.

Puente peatonal sobre el Pisuerga, con el Museo de la Ciencia al fondo.

2 DÍAS

Valladolid ciudad bien merece una segunda jornada turística, pero si prefiere estirar las piernas por la provincia, el abanico que se abre es inmenso. La ruta del vino, la ruta de los castillos, la ruta ornitológica, la ruta del canal de Castilla… Imposible enumerarlas todas.

Castillo de Simancas, sede del Archivo General, el primer y más antiguo archivo oficial de la Corona de Castilla.

Si eliges visitar alguno de los pueblos icono de Valladolid tendrás que dirigir tus pasos hasta Simancas, a 6 kilómetros de la capital, para pasear por las inmediaciones del punto exacto donde el Pisuerga vierte al Duero o para gozar con la imagen del Archivo General de Simancas, que protege fondos pertenecientes al pasado de la dinastía de los Austrias y de los Borbones. Es el primer y más antiguo archivo oficial de la Corona de Castilla.

Vista de Tordesillas, municipio histórico de la provincia.

La ruta sigue hasta Tordesillas, donde podréis conocer todos los detalles de la firma del famoso Tratado de Tordesillas o conocer la historia de Juana La Loca.

Medina del Campo será tu próxima parada si sigue los pasos de la historia.  Allí, en el imponente Castillo de la Mota vivió su primer encierro Juana la Loca antes de ser trasladada a Tordesillas. Las puertas de la fortaleza se abren de lunes a sábado de 11 a 14 horas o de 16 a 19 horas (los domingos y festivos, de 11 a 14 horas) para arrancar la visita. En Medina tienes otra cita con la historia. Ya en el casco histórico de la villa os encontraréis con Palacio Testamentario, lugar donde la reina Isabel I de Castilla dictó su testamento y posteriormente falleció en 1504. Su apertura es de martes a sábado de 10 a 14 y de 16 a 19 horas. Lunes, domingos y festivos su horario es de 11.00 a 14.30 horas.

La muralla de Urueña, una de las mejor conservadas de España.

La zona esconde uno de los pueblos más bonitos de España. Se trata de Urueña, con su perímetro amurallado mejor conservado de la provincia vallisoletana y un entramado de calles medieval que cada día recorren sus apenas 189 vecinos censados. Es famoso por ser el perfecto mirador hacia la infinita meseta, pero sobre todo por ser el único pueblo con categoría de Villa del Libro de España. El libro es el imán.

Vista aérea de la dársena del Canal de Castilla en Medina de Rioseco.

Otro de los pueblos que bien merecen una visita es Medina de Rioseco, la ciudad de los almirantes. Pasear por su casco es hacerlo por un pedazo de la historia, repleto de iglesias y conventos, como el de San Francisco. Pero es que, además, podréis subiros en una barcaza y navegar por ese Canal de Castilla que se creó en el siglo XVIII para facilitar el transporte de lana, vinos y cereal desde Castilla hasta Cantabria.

El Convento de San Francisco, en Medina de Rioseco, sorprende al viajero por su majestuosidad arquitectónica.

Y de la barcaza a un ‘buque’. Hablamos del Castillo de Peñafiel, una fortaleza que tiene forma de barco, por estar alzada en una loma estrecha y alargada. Llama la atención por fuera y por dentro, ya que en él podréis sumergiros en el Museo del vino de martes a domingo de 10.30 a 14 horas o de 16 a 20 horas. Es el emblema de la Ribera del Duero.

El Castillo de Peñafiel preside el municipio desde cualquier ángulo.

Existe un lugar único en la provincia en el que ver, tocar y sentir los monumentos mudéjares más impresionantes de Castilla y León. Todo está reunido, a escala, en el Parque del Mudéjar del Olmedo. Esta Semana Santa abre de 11 a 14 horas y de 16 a 21 horas. Es un recorrido perfecto para realizar con niños y verlos subir a las almenas, trepar a una iglesia o entrar por el puente levadizo de un castillo, como colofón a una escapada a Valladolid y su provincia.

Por Mar Peláez

viajarymuchomas.com