
El Museo de la Sidra de Asturias muestra al visitante todas las singularidades de esta seña de identidad del Principado
«Tiene que haber un templo de la sidra y ese es el Museo de la Sidra de Asturias«. Con estas palabras, la guía del centro cultural ‘sidrero’ recibe al visitante, a sabiendas de que en las paredes del espacio encontrará todo aquello que debe saber sobre una de las principales señas de identidad del Principado.

Situado a 20 kilómetros de Oviedo, en la villa de Nava, municipio en el que se concentra una de las mayores producciones sidreras del norte peninsular, es una tonel el encargado de ejercer de puerta de acceso a una dimensión de tradición en la que se recoge el ciclo completo de producción de la sidra.

Si algo caracteriza Asturias es la manzana, en todas sus variedades, gracias a la que se consigue fabricar un elixir digno de los principales dioses, y que supone de la primera de la estaciones del Museo, en el que se recoge la combinación perfecta de variedades para dar lugar al brebaje, así como su selección, almacenaje, trituración y prensado, para el que se muestran alguno de los métodos tradicionales e incluso se permite al visitante colocar una pieza de fruta en una parada interactiva que recrea todo el proceso.


Pero la tradición astur no se limita solo a la elaboración de la sidra, sino que va más allá y se traslada también en los espacios de su consumo. Por ello, el Museo recrea un tradicional ‘chigre’ con sus cartas sobre la mesa, fichas de dominó o diferentes marcas de sidra expuestas en sus estanterías. Las fiestas tradicionales asturianas, las espichas y la música de gaita, representada en el instrumento eléctrico ideado por Hevia, conforman este apartado de la cultura ‘sidrera’.
Una degustación de ‘culines’ espichados desde un gran tonel en finos vasos de cristal y la práctica de tiraje de la bebida completan la oferta del Museo dedicado a uno de los productos más reconocidos de Asturias.
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