Los peregrinos tienen que pasar con casco junto a las ruinas del convento de San Antón, en Castrojeriz, Burgos

Las singulares ruinas de San Antón, en Castrojeriz (Burgos), ‘aguardan la caridad’ institucional que los monjes antonianos han profesado durante siglos

Peregrinos con casco protector a su paso por el tramo de los arcos de las ruinas del convento de San Antón, en Castrojeriz, Burgos
Un grupo de peregrinos de Madrid, a su paso por debajo de los arcos del convento de San Antón y ataviados con los cascos protectores.

El próximo 7 de julio se cumplirían 22 años de la apertura de las ruinas del convento de San Antón al público y al alojamiento de peregrinos en este único y genuino albergue del Camino de Santiago, en Castrojeriz, provincia de Burgos. «Gratitud y austeridad», en aplicación fiel del mensaje de los monjes antonianos en España, constituyen el modelo de funcionamiento que ha tenido este humilde y auténtico hospedaje durante los 7.786 días en los que ha permanecido abierto al caminante desde aquel lejano 7 de julio de 2002.

Hoy en día, la imagen es bien distinta y en el tramo de carretera que discurre bajo los arcos del siglo XIV lo único que vemos son peregrinos con cascos protectores para cubrir los aproximadamente 30 metros que suponen un peligro por la posible caída de piedras del monumento. La propia Fundación se ha encargado del préstamo del material de protección, que los peregrinos recogen y devuelven una vez realizado el paso.

Cartel en el que se anuncia el cierre.

En concreto, desde el pasado miércoles, 1 de mayo, la verja permanece cerrada y en ella cuelga un cartel, en un llamativo color amarillo, que describe la triste noticia del obligatorio cierre ante el peligro que entraña el desprendimiento de piedras ante el deterioro de este histórico hospital de peregrinos.

El patronato de la Fundación San Antón ha solicitado a las administraciones públicas, de manera infructuosa hasta el momento, el apoyo a las obras de adecuación que permitirían el acceso de estas ruinas que representan la pura identidad del itinerario milenario, en pleno tramo del Camino Francés hacia Santiago de Compostela.

En noviembre de 2021 cayó una piedra de los arcos que sobrevuela en la carretera entre Hornillos y Castrojeriz. Lo hizo sobre el techo de un autobús escolar que “quedó como un gran susto lo que pudo haber sido una auténtica tragedia”, recuerda Ovidio Campo, presidente de esta Fundación sin ánimo de lucro y propietaria de las ruinas. No hay que olvidar que los ingresos proceden solamente de los donativos que libremente dejan los peregrinos y visitantes.

Ovidio Campo, en una imagen de archivo. Eran tiempos felices en el interior del albergue.

Tras más de 200 años de olvido y expolio, las ruinas de San Antón abrieron al público el 7 de julio de 2002, siguiendo el propósito fundacional de la Orden de San Antón y contando únicamente con los donativos y la labor desinteresada de hospitaleros voluntarios. Hasta ahora, cada año han visitado las ruinas más de 35.000 personas y el albergue, a más de un millar de peregrinos.
El hospital “solo disponemos de 12 camas, ofreciéndoles cama, cena y desayuno sin coste alguno para los peregrinos”. Se trata, sin duda, de uno de los monumentos y de los albergues para peregrinos más entrañables y significativos de todo el Camino Francés, de Roncesvalles a Santiago de Compostela, declarado como Patrimonio de la Humanidad. «La Junta de Castilla y León aprobó fondos en 2007 para la consolidación de las ruinas, pero subrayó que “un monumento de esta índole requiere un mantenimiento periódico” y que “las ruinas, año tras año, se han ido deteriorando”, relata Ovidio Campo.

viajarymuchomas.com