El Club Pandetrave de León promueve actividades de montañismo desde hace 12 años con personas con capacidades diferentes
Objetivo: la adaptación al medio. La finalidad: que cualquier persona con discapacidad participe en las actividades del club, en igualdad de condiciones, abonando la misma cuota y participando en todo lo que estime oportuno. Esta es la filosofía del Club de Montaña Pandretrave, que pusieron en marcha Luis Cossío, Rubén Ybarra y Marce Fernández en Sariegos (León) hace ahora doce años.
El nombre de Pandetrave supone un homenaje al puerto de montaña homónimo, que, con 1.562 metros de altitud, conecta las comarcas leonesas de Tierra de la Reina y Valdeón. Desde hace una docena de años es también sinónimo de inclusión.
“Desde el primer momento tuvimos claro que lo que pretendíamos era una normalización en la práctica de los deportes de montaña y naturaleza, término que es más pretencioso que el de inclusión. Ambos eran muy avanzados en una época en la que cualquier deporte en el que intervinieran personas con discapacidad se equiparaba sólo con adaptación”, explica el cofundador del Club de Montaña Pandretrave, Marce Fernández, junto a Luis Cossío y Rubén Ybarra. Y añade: “Entonces se limitaba la práctica de deportes a escenarios adaptados, que eran muy escasos en entornos naturales. Nosotros optamos por adaptarnos al medio y no al revés.

Que una persona con discapacidad participara de las actividades del club en igualdad de condiciones que cualquier otra, abonando la misma cuota social y participando en las actividades que considere y le apetezca”, remarca. Y en aquel 2009 “fuimos pioneros en España en llevar a la práctica este planteamiento. Orgullosos también de haber exportado nuestra manera de hacer las cosas a otras federaciones autonómicas de montaña”, comentan.
En el momento de su fundación, el Club de Montaña Pandretrave quedó registrado como entidad deportiva, adscrita a la Federación Española de Montaña y Escalada, FEDME, y a la Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo de Castilla y León. Previamente, tanto Rubén como Marce se habían formado con la Federación de Deportes para Ciegos, dependiente de la ONCE, como guías de personas ciegas o con discapacidad visual.
Valores del club
Eran tiempos en los que un montañero ciego no podía hacer senderismo o ir a la montaña fuera de la ONCE. Y en León, tierra montañera por antonomasia, ningún grupo se encargaba de ello. Luis Cossío fue consciente que tampoco había forma de hacerlo a través de un club ni federación. “Por eso decidimos crear un club de montaña que contemplara esta posibilidad, previa formación de guías y deportistas con discapacidad”, explica Marce.
El Club de Montaña Pandretrave comenzó planificando rutas sencillas con un pequeño grupo de gente afiliada a la ONCE y sus familias. “Poco a poco se fue ganando en confianza. Las rutas y actividades fueron siendo cada vez más ambiciosas. Contactaron con nosotros personas con otro tipo de discapacidades, de tipo físico o intelectual, a las que comenzamos a dar respuesta. Por este motivo, algunos guías se formaron también en técnicas de movilidad específicas y otros conocimientos útiles a la hora de abordar distintas situaciones que se pueden presentar, especialmente en el caso de conducción de personas con discapacidad intelectual”.

¿Cómo se planifican ahora las rutas?
Marce Fernández, montañero inclusivo adicto, explica que en octubre de cada año planteamos las del año siguiente, incluidas también las no estrictamente deportivas, como excursiones de convivencia, proyecciones, conferencias, etc.».
Planteada la ruta, se analiza sobre mapa y sobre gente que ha propuesto esa actividad en concreto y que ya la ha realizado. «Analizamos dificultades, recorridos, desnivel y otros factores con los que nos encontraremos previsiblemente en la fecha en la que se va a realizar», subraya Fernández. «No es lo mismo en verano, que debemos atender a la localización de fuentes en la ruta, manantiales o lugares de sombra para los descansos, que en invierno, temporada en la que buscamos zonas de cobijo, analizamos previsión de aludes y otros factores de importancia», matiza.
Durante los días previos a la realización de la actividad, los guías hacen la ruta para valorar las circunstancias anteriores, conocer el estado de los senderos, vías de escape y tramos con cobertura telefónica, entre otras cuestiones. Quienes realizan la ruta previa valoran definitivamente su dificultad y aconsejan el material que es necesario llevar, por ejemplo, raquetas de nieve. También valoran la ruta para que la gente conozca si está a su alcance en función a su preparación, atendiendo al criterio MIDE (método para valorar la dificultad y compromiso de las excursiones), donde se valora la distancia a recorrer, los metros de desnivel, tipo de terreno y dificultades añadidas.

«Todos disfrutamos por igual y aportamos nuestro esfuerzo«
Pandetrave es sinónimo también de altruismo. Llámese, voluntariado. Personas con una elevada preparación que ejercen de manera voluntaria, de distintas maneras, para que la actividad se pueda llevar a cabo. Es decir, estamos hablando de guías (técnicos, profesionales, montañeros con altísima preparación), sanitarios, educadores… En suma, cualquiera que sepa de algo lo aporta al club. Un altruismo que también se extiende a quien gestiona la web o lleva las redes sociales. “Todos ellos lo hacen de manera altruista y desinteresada. Todos disfrutamos por igual. Y aportamos nuestro esfuerzo. Imagina una ruta inclusiva, que no tiene mucha dificultad. Pero, si vas empujando la silla, la cosa cambia: El guiado de una joëlette tiene mucho de técnica, pero exige una gran preparación física.
«Si la gente probara esto del montañismo inclusivo se engancharía a la solidaridad sin remedio»
Esa actividad satisface al final la pretensión de todos los montañeros que participan en la actividad. Si la gente probara esto del montañismo inclusivo se engancharía a la solidaridad sin remedio. Advierto que es muy adictivo y te aporta sensaciones únicas”, detalla, risueño, Marce Fernández.
La famosa silla joëlette se debe a Joël Claudel, de ahí su nombre. La idea la fraguó al querer llevar a la montaña a uno de sus sobrinos, con una discapacidad que le impedía caminar. “¿Tú quieres salir a la naturaleza? Me puse a pensar y fabriqué algo para poder transportarle fácilmente. Cogí un asiento de coche y construí una silla de transporte con una rueda debajo. Es lo primero que se me ocurrió”, concluye.
Una silla que aporta autonomía a las personas con movilidad reducida, que pueden acceder así a la montaña y disfrutarla, juntos. Se comparte la montaña, los éxitos, los fracasos; es decir, una auténtica excursión.
«La libertad que aporta la montaña es eso: un reto, un desafío, una aspiración; la vida en su esencia»
Joël, un hombre cercano y humilde, una buena persona, de mirada astuta y observadora, ha dado la posibilidad de que muchísimas personas puedan realizar rutas de senderismo y ascensiones a ciertas montañas. Que disfruten de un entorno natural. Ningún camino tiene sentido en soledad. Porque el tesoro de los montañeros más veteranos no son las cumbres a las que han ascendido, sino que son los amigos que han hecho caminando hacia ellas, parafraseando a un montañero de pro. Una montaña en la que se comparten risas, esfuerzo, bocadillo y una cerveza al terminar. La libertad que aporta la montaña es eso, un reto, un desafío, una aspiración. La vida en su esencia, sensaciones.
Otra persona, que brilla con nombre propio en el montañismo inclusivo, es el doctor Juan Antonio Carrascosa Sanz, inventor de la barra direccionado de guiado de ciegos por montaña. Como bien sugiere, con sutil ironía, “nuestra esperanza de vida es llegar a ser discapacitados”, porque todas las personas mayores sufren de cualquier dolencia y discapacidad a partir de los 75-80 años. Una persona cercana y generosa a la hora de compartir sus conocimientos, que participó activamente en la 1ª Jornada Nacional de Montaña y Discapacidad Visual, organizada por el Club Pandetrave y la Universidad de León.
Camino Morán, presidenta de Pandetrave y doctora en cirugía vascular, reconoce “que me he dado cuenta de que la única forma de ser feliz es haciendo feliz a todos los que te rodean”. Y, ¿qué mejor manera de ser feliz que viendo cómo las personas disfrutan en la montaña? Un Club que es producto de la suma altruista de esfuerzos. Cada socio abona una cuota anual de 10 euros. Simbólica, ¿no? Los directivos luchan denodadamente, eso sí, por lograr realizar actividades subvencionadas. Las aportaciones de los socios cubren la mayor parte de las actividades, como alpinismo, senderismo, paraescalada, raquetas, espeleología… Aunque para las actividades extraordinarias o expediciones, que implican viajes, costes de los porteos y alojamientos, el Club sí que requiere de subvenciones o donaciones para hacerlas posible. Con lo que toda ayuda que reciban es poca. El Ayuntamiento de la localidad leonesa de Sariegos se ha volcado con el club y le ha cedido la sede. Un Ayuntamiento orgulloso de su club de montaña. Cualquiera que desee aportar su granito de arena puede hacerlo a través de la dirección pandetrave@gmail.com.
¿Discapacitado? ¿Con respecto a qué? ¿Acaso no lo somos todos en un momento determinado?
En ocasiones, la palabra discapacitado taladra los tímpanos. ¿Discapacitado? ¿Con respecto a qué? ¿Acaso no lo somos todos en un momento determinado? “En la montaña lo tenemos muy claro. No todos tenemos la misma capacidad. Cuando subo ahogado y con la lengua fuera uno de los repechos de pendiente elevada en los Picos de Europa y veo a los rebecos subir y bajar corriendo la misma pendiente tengo muy claro que soy un discapacitado. Ellos tienen la verdadera capacidad para moverse en ese entorno. O el quebrantahuesos que me sobrevuela. Qué hermosas vistas tiene que haber desde ahí. Pero yo no puedo volar. Soy un discapacitado con respecto a él. Pero no por ello renunciamos. Subo con la ayuda de bastones o cuerdas. Y, si quiero ver las montañas desde arriba, me ayudo con un parapente. Hablo de herramientas de movilidad, igual que la joëlette, para personas de movilidad reducida o la barra direccional, que permiten a otros montañeros con discapacidad hacer actividad en un entorno natural, hostil pero fascinante”, resume Marce Fernández.

El Club de Montaña Pandetrave aporta, en suma, libertad a todas las personas para ir a donde uno quiera. Personas, y todos lo somos, distintas e imperfectas, porque ninguno de nosotros somos perfectos. Imperfectos y válidos, deseosos de experimentar la libertar que la montaña nos aporta.
Para más información:
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- http://pandetrave.blogspot.com/
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Fotografías: Club de Montaña Pandetrave

Por Rafael de Otero-Sevilla