El pueblo pesquero, a 35 kilómetros de Marsella, surge en un marco natural entre acantilados y bosques de pinos
A 35 kilómetros de Marsella (Francia), escondido en un marco natural entre acantilados y bosques de pinos, surge un pueblo pesquero con un encanto especial: Cassis. Quizá la mejor definición de esta pequeña localidad francesa de la Costa Azul la haya dado el Premio Nobel de Literatura Frédéric Mistral: «Qu’a vist Paris, se noun a vist Cassis, pou dire: n’ai rèn vist» («Quien ha visto París, si no ha visto Cassis, puede decir: no he visto nada»).
Protegido por dos monumentos de la naturaleza, como son el Cap Canaille (el acantilado más alto de Europa) y las calas de piedra caliza blanca, Cassis enamora a primera vista. Y decir esto a falta de 6 días para celebrar San Valentín, no es baladí. Porque este pequeño pueblo suscita un flechazo irrefrenable en cuanto desciendes por la serpenteada carretera que te acerca a pie de sus calles. Un flechazo que se convierte pronto en un amor duradero nada más ver su puerto pesquero, pasear por sus estrechas calles y observar sus casas de colores. Pero ese poder de atracción sube aún más en cuanto te pierdes en sus acogedoras terrazas y degustas sus tradicionales platos de pescado y sopa.

Cassis despierta al unísono los cinco sentidos al viajero que, por primera vez, se acerca hasta este pequeño municipio junto al Mediterráneo, donde se respira tranquilidad a pesar ser un polo turístico de primer nivel, cuando no había pandemia por delante. Seguramente la cercanía a la ciudad de Marsella sea el principal motivo.
La pequeña localidad ofrece alojamientos en los que poder disfrutar de un desayuno a pie de su playa de piedras, mientras contemplas al añil del alta mar o el blanco de los acantilados.

Las actividades acuáticas y de aventura forman parte de su oferta turística. Pero, personalmente, Cassis es un pueblo para pasear y soltar la imaginación. Un pueblo y un entorno natural imponente que la cinematografía francesa ha sabido captar siempre en varias películas. Un paseo en el que la cámara de fotos debe ser una compañera insustituible para inmortalizar esos espacios inigualables y, con ello, convertir en imágenes las múltiples sensaciones que Cassis provoca.

Cassis, puerto en época romana y con reminiscencias griegas, ha sabido implementar el turismo con la preservación de su entorno. Un territorio sostenible que promueve el turismo responsable con rutas de senderismo o en bicicleta con los que completar un viaje para no olvidar jamás, como el amor a primera vista. Por eso, la definición de Frédéric Mistral sobre Cassis no es fruto de la casualidad o de un momento efímero de ensoñación del poeta francés: es, sencillamente, tal cual.

Por Rafa Monje