¿Te has puesto a buscar con urgencia un todoterreno tras ver los efectos de Filomena o sufrirlos en tus carnes? Espera. No te precipites. Analiza antes, a través de mi experiencia personal, tus necesidades. Yo, no obstante, como verás, lo tengo claro: uso todoterreno.

Mi primer vehículo todoterreno fue un Lada Niva. Un incombustible ruso que se ha comercializado desde finales de los 70 del pasado siglo hasta hoy. El diseño, el mismo, prácticamente. Buen precio y muy asequible. Y, lo más importante, cumple con creces las exigencias de cualquier aficionado al off road. Hoy conduzco una pick-up, la Misubishi L-200, con cabina doble, para poder viajar cinco personas. ¿Por qué una pick-up? Porque resulta imprescindible para mis necesidades: Acarrear leña, llevar equipajes, bicicletas, alpacas de hierba para el ganado, trasladar colmenas, meter esquís, raquetas… Y, ¿cuántas cosas más habré trasladado en la caja del vehículo? Un vehículo que, en mi caso, es también una herramienta de trabajo. Por el camino, entre ambos, he tenido ocasión de disfrutar, y mucho, de un mítico Range Rover, un Opel Frontera y un Suzuki Vitara. ¡Qué recuerdos!

Sin embargo, mi relación con estos vehículos viene de muy atrás. Prácticamente, desde que he tenido el carné de conducir. Mi primer contacto, como muchos varones con unos añitos encima, en la mili. Tiempos de mili obligatoria en la que nos curtimos con los rudos y míticos Land Rover o los Jeep Willys, empleados en condiciones veces extremas, que hicieron las delicias de los que disfrutamos de ese tipo de conducción.

Los todoterrenos, no lo olvides, son vehículos duros. Para la gente que necesita no andarse con bromas en la naturaleza. Y no, no están en recesión, aún quedan distintas opciones en el mercado, a pesar de la proliferación de SUV y todocaminos (coches altos, poco más). Si realmente lo necesitas, habrá que analizar las ofertas de los diversos fabricantes. Antes, es mejor, has de saber la utilidad que deseas darle al coche.

La conducción requiere formación

Tampoco olvides que conducir estos vehículos requiere de cierta formación adicional. Lo ideal, si no has tenido contacto con ellos, es realizar un curso de formación off road. Si no lo usas correctamente, tu 4×4 puede llegar a ser hasta peligroso. Me explico: La potencia de estos coches y su comportamiento nada tienen que envidiar a muchos SUV o turismos. Su aceleración o su velocidad en carretera puede ser considerable. Por el contrario, y aquí has te tener exquisito cuidado, es un vehículo de mucho peso, lo que dificulta las frenadas. Su altura con respecto al suelo es superior. Esto se traduce en que debes ser más prudente al trazar las curvas.

Muchos de los todoterrenos, por otra parte, incorporan la conexión manual de las cuatro ruedas. O, lo que es lo mismo, habitualmente conduciremos uno de tracción trasera. Ojo, esto te obliga a conectar la tracción con anticipación. ¿Te imaginas lo que puede sucederte si entras en tracción trasera en una placa de hielo o nieve en curvas o rampas? Te llevarías un buen susto si no gestionas adecuadamente la tracción.

Analiza también, en tu decisión final, si te vas a desplazar por caminos o zonas complicadas a causa de la meteorología, como nos ocurre a muchos. Lo aconsejable es equipar el todoterreno con elementos que nos van a sacar de situaciones complicadas sin ayuda externa. Léase neumáticos acordes al terreno, cabrestante y eslinga.

Imprevistos que llegan cuando menos lo piensas. Con lo que, a la mínima duda, consulta las previsiones meteorológicas y prepara un kit de emergencia: alimentos, como frutos secos o barritas energéticas; manta; ropa de abrigo; una bombona pequeña de camping gas, como elemento de calefacción; una pala… Y tampoco olvides combustible de reserva, un teléfono móvil cargado, emisora de VHF, etc.

Mi experiencia con la nieve en León

¿Sabes lo que me ocurrió hace un tiempo? Bajábamos de Puebla de Lillo hasta Boñar. Dos localidades leonesas separadas por apenas 25 kilómetros. Un corto trayecto que tardamos más de 4,30 horas en recorrer. ¿El motivo? Una nevada repentina. Sin previo aviso. Habíamos pasado la mañana en la montaña, con una actividad. Estábamos preparamos, sin ningún tipo de problemas, para circular por la nieve. Sin embargo, por la carretera nos íbamos encontrando los vehículos que bajaban hacia León procedentes de la estación de esquí de San Isidro. No llevaban ni cadenas. Y, lo que es peor, desconocían la manera de utilizarlas. Ni hablemos de montar ruedas de nieve.

Los vehículos se salían de la carretera e impedían, en muchas ocasiones, la circulación. Esos 25 kilómetros se tradujeron en un constante trabajo de pala, de remolcar vehículos con la eslinga, para facilitarles la continuación de su trayecto. Evacuamos, incluso, en dos todoterrenos, a seis personas que se vieron obligadas a dejar sus coches en las orillas de la carretera. ¿Moraleja? Si vas a hacerte con un auténtico todoterreno, incorpora elementos de emergencia, imprescindibles para auxiliar a otros conductores en zonas montañosas en las que habitualmente se suelen dar este tipo de situaciones en invierno… nada habituales del Madrid que hemos visto en las noticias.

Ahora, analiza para qué lo quieres. No te lleves únicamente por el impulso de Filomena. Si te gusta acercarte a caminos sin asfaltar, cubiertos de nieve y barro, a lagos, ríos o playas, a los que no podríamos ir de otro modo, es tu coche, tu segundo coche, mejor, quizás. Días libres para disfrutar y para cargar las cosas y buscar la aventura. ¿Te apuntas? Eso sí: siempre con precaución, por favor.

Marce Álvarez

Texto y fotos: Marce Álvarez