
Hasta la pequeña localidad leonesa se trasladó el arquitecto a finales del XIX para la fabricación de los ladrillos de barro vidriado que se ven en el Palacio Episcopal de Astorga
50 artesanos de esta pedanía fueron los elegidos directamente por el genio catalán
Si alguien nos pregunta qué edificios llevan fuera de Cataluña el inigualable sello de Gaudí, enseguida diremos que son la Casa Botines de León, el Palacio Episcopal de Astorga (en la provincia de León) y el Capricho de Gaudí de Comillas (Cantabria). Y ciertamente así es. Pero, en nuestra opinión, esa ruta quedaría incompleta si no añadimos la visita a Jiménez de Jamuz. ¿Y quién o qué es?
Tranquilo que ahora mismo te damos la respuesta: Jiménez de Jamuz es una pedanía de la localidad Santa Elena de Jamuz, en provincia leonesa, donde a finales del siglo XIX, se fabricaron los ladrillos de barro vidriado que cubren las nervaturas de los arcos ojivales del espectacular edificio del Palacio Episcopal de Astorga.

Desde la Casa Botines hasta Jiménez de Jamuz
Volvamos al principio. La Casa Botines de León fue la primera casa de vecinos concebida por el genial arquitecto (1892) y –125 años después– reabrió al público para que todo el mundo pudiera admirar su mágico interior. Era el primer paso a su posterior reconversión en museo (2019), dedicado a la historia de este singular edificio, a la figura de Gaudí y al arte español desde el siglo XV al XX. Ahora, es también el epicentro de una ruta urbana arquitectónica por una capital leonesa que destila pura esencia modernista. La ‘casa del dragón de Gaudí’ –Museo Casa Botines–.

La obra de Gaudí es mundialmente conocida y, sin suda, la provincia de León tiene mucho que aportar en este sentido. Porque tras conocer la Casa Botines debes, si tu interés y tiempo lo permiten, visitar el Palacio Episcopal de Astorga, obra inacabada por el arquitecto catalán y que representa otro juego arquitectónico de magia y fantasía del genio catalán. El edificio combina elementos de un palacio, como terrazas y miradores, y de un castillo, como las almenas y las torres. La planta de cruz latina o el ábside también le prestan elementos religiosos a la sublime construcción. Se dice, que Gaudí proyectó un homenaje al esplendor medieval de la ciudad de Astorga y a una de las diócesis más antiguas y extensas de España.

Y, como te decíamos, ya que estás en la provincia de León, la tercera visita obligada es en la localidad de Jiménez de Jamuz, epicentro de la fabricación de los ladrillos de barro vidriado que luce el Palacio Episcopal. Por cierto, pedanía que mantiene, entre otros atractivos y manifestaciones culturales, una Vía Crucis viviente en Semana Santa.
Un museo que reproduce los mismos motivos decorativos de entonces
Te contamos más. El Ayuntamiento de Santa Elena de Jamuz, que gestiona el Alfar Museo ubicado en Jiménez, recibió el encargo de elaborar una seria de piezas iguales a las preparadas en su día por los artesanos de la localidad elegidos por Gaudí. El alfar, de hecho, está construido con ladrillos que llevan a misma arcilla, el mismo vidriado y los mismos motivos decorativos de entonces, cuando el arquitecto catalán, a pesar de la presencia de empresas ladrilleras en la zona, decidió que fueran alfareros y no ceramistas los que se encargaran de fabricar estos elementos.

Gaudí se trasladó desde Astorga a la localidad de Jiménez, donde entonces había unos 50 alfareros, y varios de ellos trabajaron durante meses en ese encargo. Se acercó a Jiménez y puso en valor su arte”, ejecutado a partir de unos moldes de madera y latón de lo que se conservan varios originales en el Palacio Episcopal. La decoración de los ladrillos se hizo al gusto de cada alfarero y ninguno de ellos es igual a otro.
Decoración con la segunda pluma del ala derecha de una gallina
Ahora es Jaime Argüello, el maestro alfarero del Museo, el que tiene en sus manos los moldes que ideó Gaudí. Orgulloso de poder contribuir de forma tan directa a la obra de restauración del Palacio, las nuevas piezas llevan su huella como entonces quedó grabada la de sus predecesores en los ladrillos que repondrán los dañados por el paso del tiempo.
El trabajo, llevado a cabo con mimo, incluye la decoración de cada pieza al estilo más tradicional, con la segunda pluma del ala derecha de una gallina.

El único horno mozárabe que funciona en España, en Jiménez de Jamuz
Inagurado en noviembre de 1994, el Alfar Museo -que subvenciona la Diputación de León- se dedica a mantener viva la alfarería tradicional de Jiménez, que cuenta entre otras joyas con el único horno mozárabe que queda en funcionamiento en toda España y que se enciende una vez al año.
Se encarga de las instalaciones el maestro Jaime Argüello, que fue aprendiz del artesano Martín Cordero, cuyo ejemplo y consejos reproduce ante los visitantes. Jaime es el depositario de una tradición centenaria que transmite a las aproximadamente 4.000 personas que cada año pasan por el recinto. La entrada cuesta un euro y medio, un euro para grupos, e incluye una demostración de cómo se elabora una pieza de barro con un torno de pie.
¿Te animas? Es un buen momento, ahora que se acerca también el 1 de noviembre.
Datos de interés del Alfar-Museo:
Dónde se ubica: Jiménez de Jamuz, pedanía del municipio de Santa Elena de Jamuz (León). En la calle El Cueto, 23.
Cómo llegar: Desde Madrid, en coche, por la A-6 en dirección a Benavente (Zamora) y La Bañeza (León). Desde ahí, desviación por la L125 en dirección Puebla de Sanabria. Unas 3 horas de tiempo para recorrer unos 310 kilómetros en total.
Tarifas: La tarifa general de 1,50 euros, con tarifa reducida de 1 euro para niños y grupos de más de 20 personas.
Horarios de visita: Del 01/10 al 31/05 – De miércoles a domingo: De 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 19:00 horas.
Teléfono: 644 086 206.
Qué ver también: Castillo de Villanueva de Jamuz.
Con características comunes con la torre de Laguna de Negrillos, lo que permite reconocer a un mismo promotor Diego Fernández de Quiñones y a su mujer María de Toledo (de la Casa de los Luna), el Castillo de Villanueva de Jamuz presenta alguna tronera para artillería y se caracteriza por sus cubos circulares, de tosca mampostería y protegidos por balcones en sus frentes. La construcción de la fortificación no se documenta hasta 1205, con ocasión de la concesión del fuero de población por Alfonso IX. En 1496, los Reyes Católicos confiscan a Diego de Quiñones la fortaleza por ciertos desafueros que hizo a un criado del obispo de Astorga. Al año siguiente, solucionado el conflicto con el obispo, los Reyes Católicos ordenaron su restitución.

Por Rafa Monje