
El Archivo Municipal edita la obra “El convento de San Francisco de Valladolid: Historia y Memoria”, que recoge las investigaciones de 2019 sobre la conocida como capilla de las Maravillas
Valladolid se sitúa entre los municipios que más han crecido en los últimos años, con un proyecto de ciudad que combina tradición y modernidad y que apuesta por el turismo sostenible donde el propio habitante es también eje central de los recursos culturales y turísticos. Una ciudad cuyo nombre comienza con la letra ‘V’ de vida, vitalidad… vino, porque el enoturismo es otra de sus señas de identidad. Pero el pasado histórico de la ciudad es tan brillante que no deja de sorprender al viajero nacional e internacional. Aquí no sólo nació Felipe II, vivió Miguel de Cervantes o falleció Cristóbal Colón, por poner tres ejemplos de personalidades históricas, sino que en Valladolid, capital de España durante unos años antes del establecimiento de esa capitalidad en Madrid, existe un incesante conocimiento del glorioso pasado español y cuyo origen es la capital pucelana, adonde incluso acuden investigadores de diferentes países para ahondar en las raíces históricas de un país que lideró el mundo.

Todo eso y mucho más también tiene que ver con la última obra editada por el Archivo Municipal y coordinada por su director, Eduardo Pedruelo: «El convento de San Francisco de Valladolid: Historia y Memoria», un trabajo sustentado en las investigaciones llevadas a cabo en 2019 para identificar la ubicación de uno de los espacios más singulares del desaparecido convento de San Francisco: la capilla del conde de Cabra, también conocida como de las Maravillas, en la que recibieron sepultura, entre otras personalidades, el descubridor del continente americano Cristóbal Colón y el héroe nacional irlandés Red Hugh O’Donnell; investigaciones que también están en el origen de las exitosas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el año 2020 en la calle Constitución de la ciudad.

Componen esta publicación los estudios en los que se recogen dichas investigaciones, firmados por Juan Carlos Urueña y Óscar Burón, a los que se suman otros que ayudan a comprender la importancia del convento desde el punto de vista histórico (Francisco Javier Rojo Alique) y artístico (María Antonia Fernández del Hoyo), así como su significado como uno de los lugares de enterramiento más deseado por vallisoletanos y forasteros de toda condición (Javier Burrieza). Completan la obra dos trabajos sobre las figuras de Cristóbal Colón y sobre Red Hugh O’Donnell que han corrido a cargo, respectivamente, de Carmen Martínez y de Hugo O’Donnell y Duque de Estrada.
La concejala de Cultura y Turismo, Ana Redondo, ha asistido a la presentación del libro, acompañada por el director del Archivo Municipal, Eduardo Pedruelo, y por quienes han firmado los estudios e investigaciones que dan forma a esta obra.
La obra pretende así contribuir decididamente al conocimiento histórico, siempre insuficiente, sobre la historia de un convento cuya desaparición no ha dejado de conmovernos, y avivar en la memoria de los vallisoletanos el pasado brillante de la ciudad.
Una de las principales instituciones de Valladolid de todos los tiempos
El convento de San Francisco fue, junto con el monasterio de San Benito y el convento de San Pablo, uno de los tres grandes centros religiosos que el clero regular ha tenido en Valladolid a lo largo de su historia.

Desde su establecimiento junto a la plaza del mercado en el año 1265 adquirió una notoriedad incuestionable en la vida y en la espiritualidad vallisoletanas. Siempre favorecido por la monarquía, el convento de San Francisco no solo fue un centro religioso, sino también un espacio de claro protagonismo político: los reyes, la corte y algunos de los órganos superiores de gobierno de la monarquía encontraron con frecuencia acomodo dentro de sus muros, que también acogían las reuniones del concejo vallisoletano.
Las enormes dimensiones del convento y la fabulosa riqueza artística que llegó a atesorar son el reflejo material de la importancia que San Francisco alcanzó para Valladolid. Su presencia constante en la vida de la ciudad a través de las celebraciones religiosas y profanas que se celebraban en torno al convento; su actividad intelectual, vinculada desde sus orígenes al Estudio vallisoletano, y su importancia espiritual dentro y fuera de la orden franciscana culminan con la proclamación como patrón de la ciudad, en el año 1746, de uno de sus frailes más importantes: San Pedro Regalado.
El convento de San Francisco fue, además, un espacio relevante no solo en la vida de los vallisoletanos, sino también más allá de su muerte. Vecinos y forasteros de toda condición, desde la realeza a los nobles, desde la burguesía enriquecida a los humildes, se hicieron enterrar allí. Álvaro de Luna, Hernando del Pulgar, Fray Antonio de Guevara y Hernando de Cabezón, son, además de los dos ya referidos, algunas de las personalidades que lo eligieron como lugar de descanso eterno. Un descanso que fue interrumpido en 1835 con la expropiación, venta y demolición del convento, en una de las más tempranas operaciones de especulación urbanística que se registraron en el Valladolid del XIX.
Un amplio programa de actividades
La publicación de esta obra se inscribe en el programa elaborado por el Ayuntamiento para poner en valor el convento y los restos arqueológicos encontrados en las excavaciones de la calle Constitución antes mencionadas.

En espera de la próxima comunicación de las conclusiones científicas de las excavaciones y del análisis de los restos humanos en ellas encontrados, el libro que se presenta es preludio de distintas actividades que se llevarán a cabo en virtud de un protocolo de actuación que el consistorio vallisoletano va a suscribir con autoridades irlandesas, y que contempla la convocatoria de un concurso para la realización de dos esculturas del héroe irlandés Red Hugh –una de las cuales se colocará una en Valladolid y otra en Donegal, en Irlanda- un festival de música celta y otras actividades culturales destinadas a estrechar los lazos que unen a Valladolid con Irlanda, informa el Ayuntamiento de Valladolid.